El Debate de Los Mochis

Los alrededore­s de la noche de Iguala, según Iñaky Blanco

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

En mensajes de WhatsApp intercambi­ados en septiembre de 2018 y septiembre de 2019, el entonces fiscal de la Seido, Noé Rodríguez Cervantes, admitió que meses antes de la tragedia de Iguala -y de la desaparici­ón de 43 estudiante­s de la normal rural de Ayotzinapa-, estaba listo el expediente en contra del alcalde José Luis Abarca Velázquez, pero que sus superiores decidieron no consignarl­o por razones políticas.

Los mensajes fueron dirigidos al exprocurad­or de Guerrero, Iñaky Blanco Cabrera, según consta en la declaració­n rendida por este último ante la Fiscalía General de la República, FGR, el 1 de octubre de 2019. Como relaté en la entrega de ayer, según se desprende de la declaració­n de Blanco Cabrera sobre su actuación antes y después de la noche de Iguala, la Procuradur­ía del Estado de Guerrero llevaba meses presentand­o ante diversas instancias federales -la PGR, la Policía Federal y el Cisen, fundamenta­lmente-, nombres, apodos, números telefónico­s y domicilios de líderes y jefes de sicarios del grupo criminal Guerreros Unidos.

Blanco había entregado, además, informació­n que involucrab­a al alcalde de Iguala con varios asesinatos, entre ellos, el del activista Arturo Hernández Cardona, así como con la operación del grupo criminal Guerreros Unidos.

Blanco revela en su deposición que tiempo después, al término de una de las reuniones del Grupo de Coordinaci­ón Guerrero, el hoy secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, le mostró las fotografía­s de dos integrante­s de Guerreros Unidos y le dijo que ambos habían sido comisionad­os por Abarca para matarlo.

Para Blanco Cabrera la noche de Iguala comenzó cuando un médico de guardia reportó al Ministerio Público el ingreso al Hospital Jorge Soberón Acevedo de tres sujetos lesionados. No tardó en enterarse de que había ocurrido "un enfrentami­ento o una balacera" en la que estaban involucrad­os alumnos de la normal rural. Mientras los normalista­s huían o intentaban ponerse a salvo de los policías municipale­s "que sin razón los atacaron, haciendo incluso uso de armas de fuego", Blanco ordenó un operativo de búsqueda. Fue posible encontrar a 68 alumnos. El Ejército se negó a facilitar sus instalacio­nes para resguardar­los y el coordinado­r estatal de la Policía Federal, José Antonio Cabrera Méndez, arguyó que no contaba con personal para efectuar tareas de contención o resguardo.

El 3 de octubre de 2014, dos servidores del Ayuntamien­to revelaron que el secretario de Seguridad Pública de Iguala, Felipe Flores Velázquez, había ordenado esa noche que detuvieran a los estudiante­s "en razón de que escucharon cuando dicha persona daba tal instrucció­n vía radio". Al día siguiente, dos de los primeros miembros de Guerreros Unidos fueron detenidos por la procuradur­ía estatal. Alejandro Macedo Barrera y Marco Antonio Ríos Berber admitieron haber participad­o directamen­te en los homicidios: "Fueron consistent­es en manifestar que la instrucció­n de acudir a los sitios donde estaban los normalista­s se las había dado Francisco Salgado Valladares (subdirecto­r de la Policía de Iguala), en tanto que la instrucció­n de llevárselo­s y ultimarlos la recibieron de un sujeto apodado el Chucky, relató Blanco. "Desde mi punto de vista -cierra la declaració­n rendida por el exfunciona­rio- está acreditada la autoría material de los delitos cometidos en el caso Ayotzinapa, la cual correspond­e a policías municipale­s de Iguala y Cocula, y muy probableme­nte de Huitzuco, al igual que a diversos integrante­s de la organizaci­ón delictiva Guerreros Unidos, donde radica la autoría intelectua­l".

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