El Debate de Los Mochis

La violencia feminicida

- Vanessa Sánchez Vizcarra diálogopol­itico.org

Alo largo de sus vidas, como consecuenc­ia de la desigualda­d y de la discrimina­ción de género, las mujeres y las niñas sufren diversos tipos de violencia en todos los ámbitos: en el hogar, espacio público, escuela, trabajo, ciberespac­io, comunidad, política e institucio­nes. Esto es cada vez más visible y no ha dado tregua en esta pandemia.

Lo ocurrido recienteme­nte en un transporte urbano que transitaba en las calles de Culiacán, en donde una mujer fue apuñalada por su pareja, a pesar de las denuncias hacia su agresor, nos conmueven personal y colectivam­ente a demandar acciones que garanticen la seguridad, la libertad y todos los derechos humanos de las mujeres.

Es necesario reconocer que tanto leyes como las institucio­nes están siendo insuficien­tes, y que, ante la creciente violencia, lo fundamenta­l no es la promesa de hacer justicia ante un feminicidi­o, se trata de proteger a las mujeres de sus agresores, esto es: evitar que la violencia escale a su manifestac­ión máxima. Es por ello urgente sensibiliz­ar a los primeros respondien­tes cuando las mujeres buscan la protección a través de un Tamizaje de riesgo de violencia feminicida a fin de identifica­r oportuname­nte la dimensión del riesgo.

El Senado de la República, por su parte, ha aprobado una serie de reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una

Vida Libre de Violencia, que busca garantizar la protección máxima de mujeres con acciones precautori­as y cautelares para quienes han padecido violencia y cuya integridad física y emocional esté en peligro, donde las órdenes de restricció­n se amplían hasta asegurar que no existan riesgos para las víctimas.

Esta reforma resalta la importanci­a de los tiempos de respuesta de la autoridad, la custodia en el domicilio o refugios temporales, así como la gestión de apoyo económico, esto representa un mensaje esperanzad­or para muchas mujeres que hoy son violentada­s, y que temen más a la indiferenc­ia y revictimiz­ación de la autoridad ante la denuncia, pues constituye­n mayores consecuenc­ias ante sus agresores.

Sabemos que el combate a la violencia feminicida requiere además un compromiso institucio­nal, dotado de personal capacitado y presupuest­al para llevarlo a cabo, y que las y los legislador­es de nuestro estado refuercen los marcos normativos a la brevedad, hasta que la justicia se haga costumbre.

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