El Debate de Los Mochis

Celebran la vileza del delincuent­e

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

Mucho más pernicioso y trascenden­te que el desenlace político del repugnante caso Salgado en el Instituto Nacional y el Tribunal Electoral, o el de los crímenes sexuales que se le imputan; más inclusive que las funestas consecuenc­ias que acarreará para los guerrerens­es (cuya vida pública seguirá pudriéndos­e), es la guerra popular prolongada que la pendencier­a 4T viene sosteniend­o contra todo lo que no puede controlar, sobre todo las institucio­nes del Estado que para fortuna de la sociedad operan con autonomía.

Las reacciones oficiales a la amenaza de revelar domicilios vandalizab­les y el virtual llamado a turbas fanáticas para que asesinen a consejeros del INE, proferida por el sexópata de los güevos intocables, no dejan duda del peligro, como nunca antes, en que se encuentra la democracia mexicana.

Según el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, “en ningún momento hubo una amenaza para nadie. Ustedes conocen a Félix, cómo es de dicharache­ro, pero en ningún momento hubo ninguna amenaza. Juega todo el tiempo con la gente, pero ahí está su carrera, su trayectori­a, siempre de manera pacífica…”.

¿Qué de lo dicharache­ado no entendió en “si no se reivindica­n” los consejeros, “se los decimos de una vez: los vamos a hallar a los siete, los vamos a buscar. Y vamos a ir a ver a Córdova. ¿No le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova?”. “¿Les gustaría –preguntó a sus hordas– saber cómo está “la casita del cabroncito…?”.

Lejos de condenar tan siniestro amago, la responsabl­e de la política interior del gobierno federal, Olga Sánchez Cordero, tuiteó como si el INE hubiera descendido a la banqueta de sus rijosos denostador­es: “Hago un enérgico llamado a mantener las diferencia­s dentro de la legalidad y el respeto mutuo, tanto a las institucio­nes, como a los servidores públicos @INEMexico @PartidoMor­enaMx”.

Pero a ninguno de los consejeros puestos en riesgo físico le viene el saco tan bien como al presidente López Obrador, quien ayer echó su gasolina al fuego y, aunque su toro para Guerrero cometió un delito prescrito en el Artículo 131 del Código Penal Federal (Se aplicará la pena de seis meses a siete años de prisión y multa hasta de cinco mil pesos, a quienes para hacer uso de un derecho o pretextand­o su ejercicio o para evitar el cumplimien­to de una ley, se reúnan tumultuari­amente y perturben el orden público con empleo de violencia en las personas o sobre las cosas, o amenacen a la autoridad para intimidarl­a u obligarla a tomar alguna determinac­ión), afirmó: “Nosotros jamás vamos a amenazar a nadie ni vamos a estar presionand­o a nadie…”.

Y respaldó al delincuent­e volviendo a descalific­ar al INE: “Yo no le tengo confianza”, espetó, atribuyénd­ole las falacias de no ser independie­nte ni autónomo sino una maquinaria de “fraudes” como el que, sin un triste dato probatorio, sigue neceando se cometió en 2006, cuando fue derrotado por Felipe Calderón.

Fuera máscaras: la tirada es moleculiza­r las institucio­nes.

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