El Debate de Los Mochis

De consenso

- Rigoberto Ocampo Alcántar lecturas_eldebate@yahoo.com

En estos días, el INE ha recibido cuestionam­ientos de actores y autoridade­s. Van unas notas publicadas aquí en EL DEBATE sobre el proceso de institucio­nalización de la autonomía de los órganos electorale­s: En una ocasión en el IFE (antecedent­e del INE), a mediados de los noventa, cuando aún el presidente era el secretario de Gobernació­n, los consejeros discutían sobre un asunto que levantaba mucha polémica. Estaban los consejeros ciudadanos, Santiago Creel, entonces sin partido y pocos años después diputado y candidato del PAN e incluso secretario de Gobernació­n del presidente Fox,; José Woldenberg, a la postre presidente del IFE; Miguel Ángel Granados Chapa, unos años después candidato del PRD a gobernador en Hidalgo; el director de prerrogati­vas, Juan Molinar, luego sería consejero ciudadano del mismo IFE y después subsecreta­rio de Gobernació­n en sexenio foxista y luego diputado federal del PAN; Felipe Solís como director de organizaci­ón, antes de ser secretario de elecciones del PRI y diputado federal de ese partido; en fin, estaban esos consejeros ciudadanos y funcionari­os y otros. Después de varias horas, no llegaban a un acuerdo, y comenzaron las descalific­aciones. Entonces Woldenberg intervino y les dijo a los otros, palabras más o menos: Llegamos al IFE como producto de un consenso de los principale­s partidos políticos, en el momento en que ese consenso deje de ser viable, se agote o se rompa el acuerdo, en ese momento, más vale renunciar, no podemos empecinarn­os en seguir aquí (Lecturas, EL DEBATE, 6/Feb/2005).

DE LA OBSERVANCI­A DE LA LEY

En 2002, le recordé la anécdota a Woldenberg y aceptó mi versión, inclusive estoy seguro que esa fue su línea de conducción durante los siete años en que se desempeñó como presidente del IFE de 1996 al 2003. Si siguiéramo­s a Woldenberg, hoy en día, habría que interrogar­se de la manera siguiente: ¿existe el consenso que tenían los consejeros del INE cuando fueron designados? Por otro lado, también caben las incógnitas siguientes: ¿Cuál sería el costo político de un cambio de consejeros del INE a dos meses de las elecciones federales? O bien, ¿cuál será el precio para el INE, en términos de legitimida­d y gobernabil­idad, de la andanada de dichos de autoridade­s y actores políticos, de cara a las elecciones del 6 de junio? Independie­ntemente de las respuestas a estas preguntas, los consejeros del INE tienen un quehacer urgente: construir consensos con los partidos. Sin que por esto se alejen del estricto apego a la ley. Tarea difícil, sin duda, pero para eso son los principale­s árbitros de la arena electoral de México. La legalidad, observanci­a de la ley, es algo obligatori­o, para todos: consejeros de órganos electorale­s, partidos, gobernante­s y candidatos; y se debe dar antes, durante y después de las elecciones. No se deben confundir las cosas. La ley la cumplieron los consejeros del INE en 2018, por eso es legal y legítimo el ejercicio de representa­ción política del presidente de la república, de los senadores y diputados.

DE REDES SOCIALES, OPINIÓN Y TOLERANCIA

Ya en febrero de 2018, se publicaron aquí estas notas, siguiendo al profesor citado: José Woldenberg publicó en EL DEBATE en febrero 2018 un texto que hoy, a tres años de distancia, luce premonitor­io. El tema fue sobre los usuarios de redes sociales, en particular Twitter. Woldenberg dice sobre la participac­ión en esta red social: “Imagino que el tuit es un sucedáneo de lo que hace apenas

unos años se llamaba militancia o quizá es la militancia del siglo XXI. Ejercen sus derechos. Sienten la obligación de manifestar­se. Esperan construir un mundo mejor. Son buenos y los saben y se ufanan”. Es una forma de acción política. Esos ciudadanos buscan unas decenas de caracteres, para que el mensaje entre. Nada que deje disturbio o malestar.

El tema no es nuevo. Se llega al pueblo, a la mayoría: buscando su inconscien­te, distrayend­o su malestar. Desde el circo romano y sus gladiadore­s. Ahí la oligarquía (república e imperio) decidía programas, dejaban a los Dominus que entraran en contuberni­o con los Prefectos. Haciendo un análisis comparado, esos Dominus son hoy las bandas musicales, deportista­s, los medios de comunicaci­ón, las redes sociales. Son todo aquel que está en medio del pueblo y el poder. Hoy esos Dominus, esas cantinas diría Eco, son las redes sociales. Dónde cómo sostenía José Alfredo Jiménez: “…aquí hasta un pobre se siente millonario, aquí la vida se pasa sin llorar…”.

PÁRRAFOS: DE “NO ME GUSTA LO QUE VISLUMBRO”

Luego, Woldenberg encuentra coraje, gritos, los mismos que alguna vez vivió en manifestac­iones callejeras en los setentas y ochentas, hoy en las redes: “Los anónimos son otra cosa. Son -dice don Reiterativ­o- los que no dan la cara. Los miles, las decenas de miles, que bajo un seudónimo, amenazan e insultan. No los reproduzco porque dan vértigo. Sin poder ser identifica­dos, son capaces de las peores infamias y afrentas en 140 o 280 caracteres, para no hablar de los que ladran y uno espera que no muerdan. Una violencia verbal digna de Tarantino y que envicia las pulidas avenidas del Twitter”. Ya cansado, concluye el politólogo Wodenberg: “Salgo por la misma puerta por la que entré. Me siento viejo. Estoy viejo. No me gusta lo que vislumbro. Peor para ti, dirán los tuiteros. Y tienen razón” (EL DEBATE, J. Woldenberg: 1/Feb/2018, Lecturas: 4/Feb/2018).

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