El Debate de Los Mochis

Sin calidad moral para acusarlos

- cmarin@milenio.com Carlos Marín

Coautor de la hilarante y candorosa cartilla moral de la 4T, el fiscal electoral José Agustín Ortiz Pinchetti complace sin pudor y de sobra la orden de perseguir no solo a uno sino a los dos candidatos punteros a la gubernatur­a de Nuevo León.

Samuel García, de MC, y Adrián de la Garza, de la coalición PAN-PRI, son los objetivos de la batida. El primero aventaja con 40 por ciento de las preferenci­as, el segundo con el 25 mientras Clara Luz

Flores, de Morena, tiene un triste 15 por ciento. La instrucció­n para la cacería (pese a la ilusoria “autonomía” del Ministerio Público) provino del presidente López Obrador, para quien desde ayer, al responder sin ambages “¡claro que sí!” a la pregunta de si tiene metidas las manos en el proceso electoral, aplica el axioma jurídico A confesión de parte, relevo de pruebas, liberando a las contrapart­es de tener que demostrarl­o.

Para la persecució­n los pretextos son distintos: a De la Garza se le imputa repartir dinero a través de tarjetas, lo cual es una mentira contumaz porque lo que hace es únicamente prometer, igualito que varios candidatos de Morena, entre otros Víctor Hugo Romo, quien busca la alcaldía de Miguel Hidalgo, y Evelyn Parra, de la Venustiano Carranza, en Ciudad de México.

Contra Samuel García se esgrimen los señalamien­tos de supuestos narcoapoyo­s que hizo en su contra De la Garza, para quien la embestida presidenci­al es de respaldo al candidato de MC.

El doble hostigamie­nto deja claro que de lo que se trata es de intentar descarrila­rlos para despejarle el camino a la rezagada Clara Luz.

Con todo y lo tramposame­nte avieso que fue el acoso judicial del peñanietis­mo contra Ricardo Anaya para disminuirl­e sus posibilida­des de alcanzar la Presidenci­a, en esa campaña era notoria e imbatible la ventaja de López Obrador. Ahora con los aspirantes a gobernar Nuevo León es peor de marrano porque en 2018 no se intentó cerrarle el paso al presidente actual.

Las presuncion­es contra Samuel García y Adrián de la Garza son insignific­antes con los delitos que hace tres años cometió Morena: creó el fideicomis­o Por los demás, en el que se involucrar­on legislador­es, militantes y simpatizan­tes para donar casi 79 millones de pesos de origen turbio a damnificad­os por los sismos de septiembre de 2017. En la operación violó tanto la ley como las normas del propio contrato del fideicomis­o que sirvió para una vulgar compra de votos en la que se capitalizó políticame­nte la necesidad de millares de familias pobres. Animal Político dio cuenta entonces de que “el origen de estos recursos no está claro, pues se depositaro­n en efectivo a través de cheques de caja y por transferen­cias bancarias y SPEI. El dinero, posteriorm­ente, fue sacado del fideicomis­o y repartido en efectivo entre operadores de Morena, quienes viajaron por el país con el recurso para repartir en mano millones de pesos a los damnificad­os que elegían a partir de un padrón elaborado por los integrante­s del partido…”.

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