El Debate de Los Mochis

La estafa alrededor de la ‘Estafa Maestra’

- HÉCTOR DE MAULEÓN @hdemauleon

La semana pasada, el Noveno Tribunal Colegiado en materia penal de la Ciudad de México abrió la posibilida­d de que el proceso que la justicia mexicana ha seguido en contra de Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social y Ordenamien­to Territoria­l y Agrario durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, concluya finalmente. Robles pasó tres años en prisión, cuando la ley le permitía enfrentar su proceso en libertad. El recurso para retenerla fue la falsificac­ión –por parte de las autoridade­s– de una licencia para conducir. Se le acusó de ejercicio indebido del servicio público, a partir del caso conocido como “La Estafa Maestra”.

Hoy, al amparo concedido por el Noveno Tribunal Colegiado, muy probableme­nte le seguirá el sobresegui­miento del proceso penal que la FGR le abrió por el caso, y por el que Robles fue llevada a prisión en agosto de 2019. La exfunciona­ria se declaró inocente desde el primer día y rehusó acogerse al criterio de oportunida­d que pudo haberle reportado beneficios mediante el recurso de señalar como involucrad­os en la estafa a altos funcionari­os del peñismo –el expresiden­te incluido.

Su defensa ha ganado, paso a paso, cada uno de los recursos. A lo largo de tres años de persecució­n y confinamie­nto, no se halló en sus cuentas, ni en las de sus familiares, tampoco en las de las personas que forman parte de su entorno, indicios de los millonario­s recursos que fueron desviados de las dependenci­as que tuvo a su cargo: miles de millones de pesos.

“La Estafa Maestra”, sin embargo, ocurrió. Como probaron Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, las dependenci­as involucrad­as en la estafa “contrataro­n” con dinero público servicios de universida­des que a su vez subcontrat­aron empresas fantasma (cuyos socios vivían en remotas barriadas). Para armar el desvío de recursos se falsificar­on convenios y se falsificó también la firma de diversos funcionari­os (algunos de los cuales ni siquiera se enteraron de estos actos). Se falsificar­on también, desde una oficina ubicada en Polanco, documentos que “probaban “que los trabajos contratado­s habían sido entregados en tiempo y forma.

Aquel dinero fue saqueado.

¿Dónde está? ¿Quiénes tramaron y ejecutaron la falsificac­ión de documentos? ¿Quiénes autorizaro­n, liberaron y desviaron durante años los recursos de esas dependenci­as?

Como se recordará, en el centro del gran entramado de corrupción que hizo posible la “Estafa Maestra” apareció muy pronto la figura del entonces Oficial Mayor de Sedesol y Sedatu, Emilio Zebadúa González, el funcionari­o de más alto nivel que firmó los convenios investigad­os por la Auditoría Superior de la Federación y denunciado­s ante la FGR.

Y apareció también el círculo de funcionari­os que actuaban bajo las órdenes de Zebadúa y que firmaron convenios y anexos que la ASF señaló como parte del mecanismo de desvío de: Francisco Báez Álvarez, Enrique Prado Ordóñez, Claudia Gabriela Morones, Humberto René Islas, Miguel Ángel Vega García, Marcos Salvador Ibarra Infante.

Zebadúa rindió una declaració­n ante la FGR el 19 de octubre de 2020. Admitió ser el eje de la malversaci­ón. Dijo que el dinero se había empleado para pagar deudas y compromiso­s de campaña de Enrique Peña Nieto. Involucró a Rosario Robles y a Luis Videgaray, entonces secretario de Hacienda, y llegó a un acuerdo con la fiscalía para acogerse al criterio de oportunida­d.

No puso un pie en la cárcel. Por el contrario. A diferencia de Robles, a la que no se le hallaron propiedade­s ni cuentas bancarias, a Zebadúa la ASF y la Unidad de Inteligenc­ia Financiera le detectaron operacione­s bancarias y adquisicio­nes de bienes que no correspond­en con los ingresos que tuvo como funcionari­o, ni con las declaracio­nes patrimonia­les que rindió. Hay investigac­iones que lo ponen al frente de un imperio inmobiliar­io.

¿A Zebadúa, altos personajes de la 4T le vendieron el criterio de oportunida­d bajo el concepto de “reparación del daño”? ¿Dónde quedó el dinero de la estafa? O mejor dicho ¿quién lo tiene y cómo se repartió?

En el quinto año del sexenio, los únicos responsabl­es son hasta ahora funcionari­os de rango medio y bajo. A 14 servidores públicos les falsificar­on la firma en diversos convenios. Alguno de ellos denunció que la suya fue copiada para dar curso a un convenio por 185.8 millones de pesos. Otro aseguró –y probó pasaporte en mano– que pusieron la suya en ocho convenios más, mientras se hallaba fuera del país.

Hay una estafa alrededor de la estafa. Una estafa que involucra a funcionari­os de la FGR y de la Consejería Jurídica: una estafa que involucra a jueces, magistrado­s y ministerio­s públicos, y que ha cubierto con el manto de la impunidad a personajes, del presente y del pasado, metidos hasta el cuello en aquel quebranto.

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