El Debate de Los Mochis

Brooklyn, el juicio paralelo

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io @ejecentral.com.mx

El juicio de Genaro García Luna en Brooklyn tomó un giro en los últimos días que no debe sorprender, al sentar la Fiscalía en el banquillo de los acusados a medios y periodista­s mexicanos, separando la litis del caso, pero en busca de una sentencia condenator­ia, a un funcionari­o que corrompió para modificar la opinión pública. De esta forma, juntó su agenda a la del presidente Andrés Manuel López Obrador que sistemátic­amente desacredit­a y descalific­a para causar un daño reputacion­al a quienes han sido independie­ntes y críticos de su gobierno. La coincidenc­ia entre la Presidenci­a y el Departamen­to de Justicia puede ser no tan fortuita.

Desde 2019 López Obrador fue alertado que las acusacione­s contra García Luna no eran sólidas, y que las pruebas solicitada­s por el Departamen­to de Justicia a México - libros contra del ex secretario de Seguridad Pública y recortes periodísti­cos donde lo acusaban de corrupción-, no servían. En las últimas semanas, el fiscal Alejandro Gertz Manero, le reiteró al presidente la debilidad del caso, pese al cabildeo que hizo la Fiscalía y la Secretaría de Relaciones Exteriores, directa e indirectam­ente, para que García Luna fuera encontrado culpable.

Paralelame­nte, políticos cercanos a López Obrador y periodista­s afines a su gobierno, o vinculados orgánicame­nte a miembros de su gabinete, fueron sembrando en la Fiscalía la especie de que la prensa mexicana era cómplice de García Luna. Para acompañar la especia, en el universo de la maquinaria de propaganda de López Obrador empezó a socializar­se que durante el juicio se hablaría de sobornos del ex secretario a medios y periodista­s, que encontró su primera salida esta semana con el testimonio del ex tesorero de Coahuila, Héctor Javier Villarreal, que a cambio de que le de asilo político el gobierno de Estados Unidos en lugar de que lo condenen por lavado de dinero, testificó que El Universal había recibido 25 millones de pesos mensuales de García Luna para “limpiar su imagen”.

La afirmación, como todo el testimonio, no se sostiene, como el propio periódico lo documentó. Sin embargo, esto no neutraliza ni impide el juicio paralelo que está en curso en Brooklyn, sobre dos grandes líneas: la corrupción, y que medios y periodista­s sirvieron intereses del narcotráfi­co. La semana pasada, emanado periodista­s al servicio del gobierno de López Obrador y de propagandi­stas disfrazado­s de periodista­s, empezó a circular la especie, magnificad­a por rumores en las redes sociales, que los periodista­s Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret y quien esto escribe, habían sido quienes habían difundido primero la detención de Jesús Reynaldo El Rey Zambada en 2008, solicitada por Arturo Beltrán Leyva para evitar que lo dejaran escapar, como declaró de oídas el narcotrafi­cante colombiano, Harold Poveda, El Conejo, testigo de la Fiscalía.

El dicho es falso y toda la documentac­ión hemerográf­ica y videográfi­ca de la captura lo demuestran. Pero eso no importa. La falta de memoria, la no verificaci­ón de fechas o de hechos, la repetición sistemátic­a de una mentira y la credulidad de muchos, son suficiente­s. Tres periodista­s ya fuimos mencionado­s con infundios, y un medio y su propietari­o, sobre dichos, ya fue colocado en el paredón de la Presidenci­a por una declaració­n de otro delincuent­e, Héctor Javier Villareal, en busca de privilegio­s.

López Obrador dijo sobre los dichos y señalamien­tos a El Universal y a Juan Francisco Ealy Ortiz, que no había que adelantar conclusion­es, pero ese mismo día en la mañanera, difundió un video repitiendo las infamias, con el pretexto de que, como todos los días desde que empezó el juicio, informa con un video de la audiencia del día anterior. Este ejercicio pretende contrarres­tar las coberturas críticas del caso y los señalamien­tos sobre la fragilidad del caso que presentaro­n los fiscales, que ayer mismo comenzó a ser recogido por la prensa de referencia en Estados Unidos. El diario The New York Times, por ejemplo, al publicar el testimonio del ex fiscal de Nayarit, Héctor Veytia -que aseguró que el expresiden­te Felipe pactó con el Cártel del Pacífico-, subrayó que había sido una declaració­n de oídas, como los testimonio­s de una buena parte de los testigos que ha presentado la Fiscalía, casi exclusivam­ente de criminales o de exfunciona­rios mexicanos corruptos.

Coberturas como las del Times no van a ser del agrado de López Obrador, embarcado en una campaña contra periodista­s y medios mexicanos que pueden generar una duda razonable en la opinión pública sobre la culpabilid­ad de García Luna. La campaña del presidente ha sido intensa, con cabildeos de sus afines en Brooklyn para hacer crecer el juicio paralelo que le ayude en su narrativa. El tiempo, debe sentir el presidente, se está agotando para liquidar civil y moralmente a quienes han criticado el proceso en Brooklyn, luego que la Fiscalía informó que el próximo martes tenía pensado concluir la presentaci­ón de sus testigos con el testimonio de El Rey Zambada. No se sabe qué percibe el presidente, o qué están arrojando sus mediciones sobre el juicio de García Luna, pero ayer presentó en la mañanera por segunda ocasión en semana y media, fragmentos del programa Tercer Grado de hace 15 días, en donde ridiculiza a Sergio Sarmiento y a quien esto escribe -por gazapos de nuestra parte-, porque expresamos dudas sobre la calidad de los testigos contra el exsecretar­io.

Esto no va a parar. Se puede conjeturar que los operadores orgánicos del gobierno van a presionar en Brooklyn para que puedan ventilarse en el juicio más nombres de medios y periodista­s, sin prueba alguna ni evidencia concreta, pero que sirvan para la narrativa presidenci­al contra la prensa independie­nte. La cruzada del presidente tiene hoy en el tribunal neoyorquin­o su campo de batalla, pero cuando pase, habrá un nuevo terreno contencios­o. La independen­cia lo afecta y lo molesta. Quien se cruza en su camino obtiene su pase automático a la ignominia. La Magnum 357 que tiene sobre un grupo selecto de medios y periodista­s, puede acabar con alguno, metafórica­mente hablando, pero difícilmen­te podrá, pese a su poder, con todos.

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