El Culiacán que queremos..
¿Cuál es el Culiacán que queremos y que aún no tenemos? ¿Por dónde empezar el proceso de prosperidad y sostenibilidad? ¿Cuál es el plan de desarrollo económico y urbano a futuro? Para tener el Culiacán que queremos y aún no tememos es indispensable establecer una más allá del 2030, una “Agenda 2050” donde sus objetivos y metas provengan de una alianza entre personas, empresarios, políticos e instituciones. Una agenda verdaderamente reformista, con visión de futuro, bien sustentada en una Ley de Planeación para evitar modificaciones a conveniencia de unos cuantos, solo así la transformación social, económica y medioambiental llegará a la capital.
La verdadera esencia de la transformación está en la creación de un nuevo modelo productivo, innovador, inclusivo y disruptivo que inicie un proceso de prosperidad sustentable y sostenible a través de políticas públicas transversales enfocadas hacia la eficiencia distributiva y fortalecimiento de la economía local capaz de reducir la pobreza y las desigualdades que marca la agenda de las Naciones Unidas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Volteemos a ver a los países europeos, ellos a través del Plan de Recuperación están destinando recursos para la digitalización y sostenibilidad, bajo una planeación muy clara y desdibujada para construir las ciudades que quieren y que aún no tienen. Aquí en la capital del estado podemos hacer algo similar, no somos el reflejo del ambiente donde vivimos y para demostrarlo se necesita una transformación integral. Sin embargo, para tener ese Culiacán que queremos y aún no tenemos, y convertirlo en una prospera y prometedora zona metropolitana primero hay que reconocer que la estructura económica del municipio descansa sobre el comercio, servicios y turismo -69% PIB- y que son las micro y pequeñas empresas las principales generadoras del empleo -7 de cada 10-. Bien diría Juan Enríquez Cabot, el futuro ya nos alcanzó, la población y sus necesidades crecen más rápido que la respuesta en infraestructura, servicios públicos y salarios.
Partiendo de esta realidad, debemos diseñar economías que permitan la movilidad social, más allá del crecimiento económico. Un Culiacán Circular al 2050 con economías que prioricen las 7R's: Rediseñar, Reducir, Reutilizar, Reparar, Renovar, Recuperar y Reciclar-, amigable con el medio ambiente -áreas verdes y deportivas-, con proyectos sustentables socioecológicos y de bioconstrucción. Realizar inversiones tecnológicas -hacia una ciudad inteligente-, considerar las transferencias en tecnología como prioridad, apostar por la electrificación del transporte -movilidad eléctrica para mejorar la calidad el aire-, fomentar el emprendimiento y apoyar a las start-ups, un modelo de negocio escalable que usa nuevas tecnologías y motivar a las empresas locales que pasen del gris contaminante al verde sostenible, esas economías verdes amigas del nuevo modelo.
Por nuestra parte, desde el Congreso del Estado buscaremos hacer sinergia con los actores públicos y privados para construir esa agenda reformista hacia el 2050. Debemos aprovechar los recursos públicos y la productividad en el presente y sentar las bases para alcanzar un desarrollo justo, sostenible y equitativo. Lograrlo implicará sacar adelante la Ley de Planeación, la Ley de Movilidad y Seguridad Vial y fortalecer la hacienda pública -Ley de Hacienda Municipal-.