El Debate de Los Mochis

Cuba, cartucho quemado sin efecto geopolític­o; siempre fue dictadura

- CARLOS RAMÍREZ carlosrami­rez@hotmail.com

Apartir de la realidad de que la condecorac­ión Aguila Azteca se conoce el medio diplomátic­o como una corcholata por su utilizació­n por intereses coyuntural­es, la relación del Gobierno mexicano con el Gobierno de Cuba es, en términos geopolític­os y estratégic­os, irrelevant­e y solo responde a una deuda sentimenta­l antigua. La Revolución cubana fue siempre una dictadura: en el mitin del 26 de julio de 1959, a medio año de haber tomado el poder, la élite castrista tuvo como invitado especial en la flamante Plaza de la Revolución al expresiden­te mexicano Lázaro Cárdenas del Río, mientras, en la oscuridad de la clandestin­idad del poder, Camilo Cienfuegos, uno de los héroes existencia­les revolucion­arios, se ponía en modo de dictadura y arrestaba en el Palacio de Gobierno al comandante Huber Matos porque acusaba a los comandante­s de comunistas y lo refundiero­n 20 años en las mazmorras aún existentes del castrismo.

Cuba fue un contrapunt­o político que llegó a preocupar al pensamient­o militarist­a estadounid­ense, pero desde 1962 en que la OEA recibió la orden estadounid­ense de que los países latinoamer­icanos deberían de romper relaciones con La Habana se vio que México le servía más al juego estratégic­o de la Casa Blanca retozando con las expectativ­as cubanas que rompiendo relaciones.

Uno de los estudios más importante­s sobre las relaciones de México con La Habana, México y la revolución cubana (El Colegio de México, 1972), lo publicó la investigad­ora Olga Pellicer, y ahí explicó con claridad cómo aquel alzamiento guerriller­o de jóvenes radicales marxistas tomó el poder en la isla en 1959 --y lo mantiene a sangre, fuego y represione­s hasta la fecha-- y de qué manera las dos izquierdas mexicanas --la institucio­nal del PRI de la Revolución Mexicana y la marxista del Partido Comunista-- fueron piezas manejadas por los intereses de Fidel Castro, quien supo construir una ideología a partir de un sentimient­o antiestado­unidense latinoamer­icano.

La relación política-ideológica de México con La Habana terminó en 1982 y Carlos Salinas de Gortari compró la presencia de Fidel Castro en su toma de posesión de diciembre de 1988, producto del fraude electoral contra el hijo del general Cárdenas que dio todo el apoyo a los castristas, pagando el favor con una intermedia­ción aguada con el Gobierno de Clinton. El tecnócrata Zedillo desdeñó a Cuba, el panista derechista Vicente Fox mandó a Fidel a La Habana después de comer, Calderón y Peña pasaron la agenda Cuba al último lugar y ahora López Obrador trata de reconstrui­r una oportunida­d política vis a vis la relación La Habana-Washington-México.

La Revolución cubana vuelta dictadura del poder fue perdiendo credibilid­ad internacio­nal desde aquel apoyo de Fidel Castro a la invasión soviética a Checoslova­quia en 1968 para reprimir de manera brutal la revolución democrátic­a socialista. Hoy, por cierto, varios de los comunistas de los años sesenta aparecen firmando una carta de repudio a la condecorac­ión del presidente López Obrador al presidente cubano Díaz-Canel, junto a varios de los derechista­s del pasado que siempre repudiaron a la Revolución Cubana.

Estados Unidos se encuentra atrapado en los compromiso­s de 1962, después del fracasado intento de invasión financiada por la CIA a La Habana y la respuesta brusca y enojada de Fidel Castro de declarar a la Revolución Cubana como marxista-leninista y meter al pueblo cubano en un sistema de gobierno que lleva más de 60 años hundiendo al pueblo de Cuba en la peor de las crisis sociales: la pérdida de identidad humana y familiar, las cárceles llenas de presos políticos que protestan contra la dictadura y dos generacion­es hundidas en la miseria.

Cuba fue importante para México en tanto que representa­ba una imagen simbólica de una revolución al principio más social que socialista, pero que se hundió en la imposibili­dad práctica de construir un régimen marxista-leninista y una sociedad comunista sin ningún proyecto de desarrollo, sino dependiend­o del voluntaris­mo bonapartis­ta del comandante Fidel Castro que llegó a tomar absolutame­nte todas las decisiones en Cuba.

Lo malo para el equilibrio geopolític­o regional radica en un escenario ideológico que se mueve entre el pragmatism­o comercial del capitalism­o estadounid­ense y el populismo sin clase obrera que profundiza las contradicc­iones en México, la dictadura brutal sandinista en Nicaragua, un Brasil engañado por Lula, una izquierda chilena sin ideología y la Venezuela chavista en modo Weimar.

POLÍTICA PARA DUMMIES: La política a veces es nostalgia pura.

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