El sexenio del Plan B
Apenas daba inicio el actual sexenio y ya daba muestras de lo que vendría; cuatro años han sido suficientes para ver lo cortas que fueron nuestras precipitadas expectativas. El Plan B, conocido así por nombre, es una estrategia sistemáticamente utilizada desde el inicio de este Gobierno federal para hacer a un lado el Plan A, ese que siempre resulta prioritario, que pondera necesidades, viabilidad, capacidades, el que cualquier gobernante profesional ejecutaría tras una precisa planeación y análisis, ese que es más económico para el erario publico pero sobretodo mejor para la sociedad.
Ejemplos sobran: Seguro Popular por INSABI, eliminación de estancias infantiles por apoyos directos que hoy solo cubren al 50% de las usuarias, el Aeropuerto más sustentable del mundo por uno donde nadie quiere volar, comedores comunitarios que alcanzaban a más de 500 mil beneficiarios por Becas Benito Juárez que son transferencia económica directa sin cobertura de alimentos y ausentes de acompañamiento para alcanzar un mayor progreso y un verdadero desarrollo social.
Y así nos podemos seguir, han sido miles de millones de pesos gastados en programas con reglas de operación poco claras que han derivado en mayor pobreza, más corrupción y clientelismo, menor seguridad pública y social, y una profunda crisis para una clase media trabajadora despojada de derechos ganados y en especial para los que menos tienen que siguen sin ver el proclamado bienestar.
Pero el Plan B maestro va mucho más allá, no es solo transferencia de recursos de un programa a otro, no es solo justificación de plagios, casas grises o asalto a 109 fideicomisos por 68 mil millones de pesos que ha atentado contra productores, investigadores, artistas o deportistas.
El nuevo Plan B, esa ocurrencia del presidente tras el rechazo a la reforma electoral en el Congreso de la Unión y la manifestación (El INE No Se Toca) de millones de personas en más de 70 ciudades del país, echará por tierra, si lo permitimos, 30 años de avances, de luchas sociales y tendrá graves consecuencias sobre el derecho de la ciudadanía a votar en elecciones libres; el Plan B de la reforma electoral de Morena no solo descuartiza al INE, pulveriza las aspiraciones de la sociedad.
Parafraseando al presidente de la República “hablando en plata pura” gracias al INE él Sí es presidente, gracias a que tenemos una institución que hoy por hoy nos garantiza la renovación pacífica y periódica de nuestros representantes.
Las perversas intenciones de Morena no solo ponen en riesgo la autonomía del INE, la capacitación, la fiscalización de los recursos y la organización electoral; el Plan B pone en riesgo tu identidad así como la posibilidad de votar y de participar en igualdad a mujeres, jóvenes, indígenas, personas con discapacidad, de la diversidad y la sociedad en general.
Hoy más que nunca es imprescindible recordarle al presidente que gobierna un México libre y progresista, que necesita cabeza no estómago, menos emoción y más razón.