Herencia revolucionaria
Las logias masónicas establecieron la convicción de que el espíritu y las ideas revolucionarias son la perfección de lo que es “políticamente correcto”, mentalidad que saturó el ambiente de todo nuestro aparato oficial de gobierno, situación absurda cuyo origen remoto estuvo en la famosa revolución francesa de 1789, creadora de toda una ideología irracional que infestó el ambiente internacional bajo la dirección del judaísmo. En México se entronizó por medio de los partidos políticos y las mafias que los han manejado: PNR, PRM, PRI, MORENA, que han dispuesto siempre de algún “iluminado” que aporta fervientemente sus “luces” masónicas. En ese esquema se perfila netamente Manuel Andrés López Obrador, heredero directo de tan grave aberración, cuyo acceso a los cargos de autoridad es inexplicable e impensable a la luz de la razón y de las Leyes que rigen y de la ley natural.
Dirigir a una nación requiere cualidades evidentes de funciones de administración y de moralidad, además de cultura y de un profundo conocimiento de las tradiciones, idiosincracia y características generales que identifican a sus gentes y definen su nacionalidad ayudando así a fortalecer el patriotismo, porque los gobernantes deben servir de guías seguros y confiables para esquivar las influencias extranjeras que de alguna manera pongan en riesgo los valores y principios básicos esenciales que inspiran y regulan la vida en la sociedad.
Nada de esto sabe el pobre diablo de López Obrador quien, abrumadoramente egocéntrico, ignorante y megalómano, ha adoptado el modelo oficialmente idolatrado por todos sus antecesores revolucionarios, liberales, masones que es Benito Juárez, el peor traidor a la patria de nuestra historia, falso ídolo cuya “gloria” desea para sí el pobre de Manuel Andrés, hablando y actuando de manera espectacular, pero totalmente incapacitado para servir de guía, o ya sea, simplemente como debe ser un buen administrador.
No sabe Historia, no entiende lo que son y significan: el globalismo, el nuevo orden mundial, el “feminismo”, los organismos internacionales, nuestra propia Historia, la influencia de los Estados Unidos, el protestantismo, el judaísmo internacional... y, en general, no sabe nada de todo lo que ha sucedido en el mundo y en México pues ignora sus propósitos, sus causas y sus consecuencias. López da lástima.