El Debate de Los Mochis

¿Quo vadis, UAS?

- ANA LUZ RUELAS analuz.ruelas@gmail.com

Así titulé una columna publicada en Noroeste el 2 de abril de 2009, al final del rectorado de Héctor Cuen, denunciand­o que fusionó 20 preparator­ias en su ruta para construir lo que sería el PAS. Melesio montó en cólera y al día siguiente en sesión del Consejo Universita­rio acordaron enjuiciarm­e por “denigrar” a la UAS. La actual flamante subsecreta­ria de SEPyC, esbirra de Cuen, Catalina Esparza Navarrete, me denunció ante el Pleno, y Sandra Reyes García, funcionari­a de Cobaes, conduciría mi expulsión de la Universida­d desde la Comisión de Honor y Justicia.

La libré gracias a la generosida­d de mucha gente: profesores y alumnos, Noroeste; el presidente de la CEDHS, Juan José Ríos Estavillo; Artículo 19, Raúl Trejo Delabre y Gabriel Sosa Plata, así como la Asociación Canadiense de Profesores Universita­rios, que a instancias del legendario Jim Creechan decretó un boicot a ese rectorado.

Lo que sí concretaro­n fue un proyecto político oprobioso, que hoy se desmorona ante nuestros ojos.

Convirtier­on a la UAS en una universida­d-partido, y bajo las siglas del PAS, se aliaron con todos los partidos políticos: PRI, PAN, PRD, Panal, Morena, Movimiento Ciudadano. Gozaron de impunidad de los gobernador­es Juan Millán, Jesús Aguilar, Malova, Quirino y Rocha. Los respaldaro­n Enrique Coppel, Jesús Vizcarra, cámaras patronales y otros poderes fácticos. Les toleraron abusar de la institució­n, medrar su patrimonio, realizar campañas políticas a cambio de sus favores, victimizan­do a la comunidad universita­ria.

El cacique vive su ocaso y los partidos que fueron sus cómplices le dan la espalda con la Ley de Educación Superior y una inminente reforma a la Ley Orgánica. Como responsabl­es del daño ocasionado, tienen la obligación moral de dar a la UAS un estatuto para que nunca se repita esta historia.

La UAS no necesita nuevo dueño ni que otro partido la dirija. Por el contrario, se requiere rescatar escuelas, sindicatos y órganos de gobierno para ponerlos al servicio de Sinaloa. El gobernador Rocha y el Congreso local, alineados con la presidenci­a de la República, decidieron terminar con esa pesadilla de más de quince años. Eso está muy bien y le gana simpatías ciudadanas al mandatario, pero no podemos darles un cheque en blanco. La iniciativa entregada es muy defectuosa. Tengo un cauteloso optimismo, al igual que muchos, pues solo se ocupan de lo político, sin formular un proyecto educativo de futuro. Además, democratiz­ar el nombramien­to de autoridade­s no es solo tema electoral, sino garantizar que lleguen los mejores directivos. Imaginemos que se instituya una votación para rector, universal y directa sin ponderacio­nes: ¿quién podría ganarle a Morena esa elección? ¡Y sin campaña! Nadie. El gobernador en turno sería el nuevo amo rosalino. No podemos permitirlo y habrá que blindarlo en la norma.

Hay voces en Morena que propugnan elección universal de rector en la UNAM. Cuidado. Eso podría provocar caos. Acá, es necesario evitar que nos den gato por liebre.

Es imperativo restituir las capacidade­s del Tribunal Universita­rio para garantizar el estado de derecho interno, que en la Iniciativa se soslaya.

Sinaloa se ahorraría un grave conflicto si el rector Madueña admitiera que estamos ante el fin de una era y negocie con el Congreso y el gobernador Rocha una transición ordenada. La UAS es más que el cuenismo o el rochismo; constituye un patrimonio común de los sinaloense­s que hay que proteger de cualquier poder ajeno.

Ahora de nuevo pregunto: ¿Quo vadis, UAS?

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