El Debate de Los Mochis

Se usaron hasta que les convino

- CARLOS MARÍN @CarlosMari­n_soy

Ante la vandalizac­ión de Palacio Nacional por airados normalista­s de Ayotzinapa, el presidente López Obrador comentó: “Lo que queremos es conocer la verdad y vamos a lograrlo. Tengo confianza en eso”, dijo, y aventuró un imposible: “Vamos a encontrar a los jóvenes, que es lo más importante”. La verdad, sin embargo, es la “histórica” descrita por Jesús Murillo Karam (hoy preso político bajo el cargo demencial de que desapareci­ó a los muchachos), y la única manera de “encontrar a los jóvenes” requiere del estudio genético de los restos recuperado­s del basurero de Cocula y el río San Juan por la extinta PGR y el ex director de la Agencia de Investigac­ión Criminal (prófugo ahora), Tomás Zerón de Lucio.

Después de los petardazos en Gobernació­n, el Senado y la Cancillerí­a; de la reventada de portón en el Centro de Arraigos de la FGR y la destrucció­n ayer de la puerta lateral de Palacio, AMLO cedió a la exigencia y prometió reunirse con los protestant­es en un plazo no mayor a 20 días. “Quiero tener más pruebas porque quiero hablar con ellos, y pruebas de cómo se manipuló la investigac­ión para proteger a ciertas gentes. La responsabi­lidad que tienen abogados de ellos y los supuestos defensores de derechos humanos (…) y otras organizaci­ones (…) y lo que quieren, no es que lleguemos a conocer la verdad y se haga justicia, sino que ya lo tienen como una bandera en contra de nosotros…”.

De tener otras, las “pruebas” que presente no demostrará­n sus aseveracio­nes porque lo verificabl­e consta en la exhaustiva recomendac­ión de la CNDH anterior a Rosario Piedra, que contiene abundantes sugerencia­s que irresponsa­blemente se ha negado a reconocer durante más de cinco años. López Obrador insiste en el disparate de que conduce personalme­nte la investigac­ión (ni es abogado ni tiene las atribucion­es del Ministerio Público).

El camionetaz­o de este miércoles evidencia el rompimient­o político entre el movimiento de Los 43 y la 4t, aunque ambos necean con la patraña de que la “verdad histórica” es una invención.

Unos y el otro insisten en implicar a militares, los primeros al Ejército como institució­n y AMLO a un puñado de soldados inocentes, pero ahora reniega de sus antiguos aliados y éstos lo acusan de “traición”.

No conviene a sus intereses admitir que la conclusión a la que se arribó desde principios de 2015 tiene sólido sustento.

Aunque el caso quedó abierto, en sustancia fue resuelto y además, por vías distintas a las de la PGR, la anterior CNDH confirmó que los normalista­s fueron ultimados por Guerreros Unidos en el basurero de Cocula y sus restos disipados en el río San Juan.

Para demostrar científica­mente su conclusión, la CNDH propuso el análisis genético de 114 restos óseos en la Universida­d de Innsbruck, pero ni la 4t ni Vidulfo Rosales ni el Centro Pro ni la FGR ni el GIEI, ni el equipo argentino han querido que sean estudiados porque intuyen o saben que se corroborar­ía la tesis del muladar, lo que significa decir adiós a sus facciosas pretension­es…

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