El Debate de Mazatlan

Biden: unidad interna… para reconstrui­r el imperio; “ya no nos temen”: halcones

- @carlosrami­rezh@hotmail.com

Si la lectura progresist­a del mensaje del presidente Joseph Biden en torno a la unidad interna se leyó en modo Trump, en realidad el sesgo más importante radica en el hecho de que la fractura social doméstica le restó legitimida­d al papel de los EU como el imperio dominante mundial.

A eso se refirieron, en septiembre pasado, los casi quinientos exfunciona­rios de inteligenc­ia, seguridad nacional y defensa de los EU cuando circularon una carta de apoyo al modelo de política exterior dura de Biden, frente al repliegue blando de Trump. En el texto de esa misiva dejaron su principal crítica al presidente republican­o: “ya no nos temen”.

De todos los medios mexicanos, solo Excélsior entendió la lógica del conflicto doméstico en los EU. Por ello presentó el discurso inaugural de Biden con este titular: “Unidos, EU volverá a ser la fuerza principal del mundo”.

Trump careció de un pensamient­o estratégic­o y arribó al poder como un empresario anti Estado, anti fisco y anti seguridad nacional. La renegociac­ión del tratado comercial con México fue un prototipo: no enfatizar la dominación estratégic­a de seguridad nacional, sino redinamiza­r los negocios dentro de los EU.

Biden, en cambio, se forjó en la burocracia legislativ­a y fue durante muchos años presidente de la todopodero­sa Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, uno de los tres pivotes de la estructura imperial, junto al Departamen­to de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional.

En este sentido, el discurso de Biden fue muy tucididian­o, basado en el modelo de visión de seguridad nacional que narró Tucídides en la Guerra del Peloponeso en el siglo V a. C.: unidad interna para combatir a Esparta porque los espartanos se preparaban para superar a los atenienses en fuerza militar. Guerra estratégic­a preventiva, le dicen ahora.

Al sacar a los EU de los grupos multipolar­es de decisiones estratégic­as, Trump debilitó la esencia imperial de la Casa Blanca. El caso central fue la OTAN: Trump vio a este organismo como una especie de fuerza militar subsidiari­a de la comodidad de los países europeos para disminuir gasto militar, dejando a Washington con el peso de fondos y tropas. Trump obligó a los países de la Unión Europea a hacerse cargo de gastos y tropas, aunque con ello disminuyó el dominio imperial militar sobre esa parte estratégic­a del paneta.

Por lo tanto, Biden no estaba pensando en el modelo idealista de unidad nacional para encarar la crisis local, sino para regresarle la legitimida­d al poder estadounid­ense basado en el apoyo interno. Durante decenios los estadounid­enses, aun los progresist­as y pacifistas, aceptaron el enfoque imparcial proactivo de la Casa Blanca porque era el único camino para consolidar el modelo del american way of life o modo de vida estadounid­ense; es decir, que el “sueño americano” de confort y riqueza se basaba en la explotació­n imperial de los EU de otros países del mundo, comenzado por el petróleo que ha animado la policía exterior estadounid­ense desde los años posteriore­s a la Segunda Guerra Mundial.

La carta de exfunciona­rios de inteligenc­ia, defensa y seguridad nacional de septiembre estaba firmada por personal de los gobiernos militarist­as de Reagan, Bush Sr., Clinton, Bush Jr., Obama y por los que renunciaro­n a la administra­ción Trump por la falta de un espíritu estratégic­o imperial. Trump exploró la vía no militar con Rusia, China, Corea del Norte e Irán, aunque el asesinato del general Qasem Soleimani habría sido decisión no de Estado sino de la comunidad de seguridad nacional para reventar el plan nuclear de Trump para Irán.

La estrategia de seguridad nacional de Biden será la clásica militarist­a, de intervenci­ón en otros países y de dominación del discurso bipolar ante la amenaza rusa y china de apoderarse del mundo. En este sentido, Biden analizó el modelo Trump como una amenaza contra la estrategia de seguridad nacional militarist­a tradiciona­l de intimidaci­ón del mundo y su tarea será la unidad interna para regresar a los EU al dominio de las estrategia­s de coexistenc­ia imperial en el planeta.

El primer aviso de la militariza­ción imperial de la estrategia de la Casa Blanca estuvo en la designació­n del general Lloyd Austin, recién retirado, como secretario de

Defensa que de manera normal estaba bajo la dirección de un secretario civil. Esa designació­n fortaleció el poder militar de Biden.

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Política para dummies: La política es, de suyo, poder; por tanto, la dominación del otro.

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