El Debate de Mazatlan

Testigos protegidos

- Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento

El presidente López Obrador reconoció ayer que las declaracio­nes de un testigo protegido identifica­do como "Juan", que supuestame­nte cambian la visión de lo sucedido en la noche de Iguala del 26 al 27 de septiembre de 2014, sí forman parte de la investigac­ión: "Eso que publicó el Reforma está en el expediente de la Fiscalía -declaró-. No sé cómo lo obtuvieron, pero es real, o sea, no es apócrifo".

El mandatario aprovechó la declaració­n para argumentar a favor de su versión de lo sucedido esa noche, que coincide con la de los líderes del movimiento de Ayotzinapa: "Lo que cada vez es más evidente -dijo- es que se fabricó la versión que originalme­nte se le presentó al pueblo de México de que los jóvenes los habían agarrado y los habían quemado en un basurero. Eso ya todo indica de que no obedece a lo que sucedió, que no es real, que hay otras versiones y es lo que se está investigan­do".

Nadie ha explicado cómo el presidente, que no es parte en la investigac­ión, tuvo acceso al expediente. El propio fiscal, Alejandro Gertz Manero, ha dicho que no puede, por el sigilo de ley, ni confirmar ni negar contenidos de la investigac­ión. Quizá la FGR no es tan autónoma de la Presidenci­a como nos han dicho. El tema de fondo, sin embargo, es qué tanta credibilid­ad podemos conceder a las declaracio­nes de un testigo "protegido" o "colaborado­r".

En el pasado los testigos tenían que ser, por ley, personas de "buena fe". Para enfrentar al crimen organizado en Italia se empezaron a utilizar testimonio­s de miembros de las propias organizaci­ones criminales, que ofrecían declaracio­nes contra sus jefes a cambio de protección y beneficios judiciales. La figura de estos testigos pasó a Estados Unidos y más tarde a México. Sin embargo, han dejado de ser únicamente protegidos; hoy pueden ser beneficiad­os o simplement­e comprados. Si bien estos testigos han permitido procesar a muchos capos del crimen organizado, usualmente declaran lo que les pide el fiscal. Este es el pago para obtener sus beneficios. Por eso hay que tener mucha cautela ante sus declaracio­nes.

Lo que dicen debe ser siempre confirmado por otras pruebas.

El testigo "Juan" -que el exprocurad­or de

Guerrero, Iñaki Blanco, identifica como

Gildardo López

Astudillo, el Gil, de

Guerreros Unidos- está diciéndole al gobierno lo que quiere oír, una versión de los hechos coincident­e con la del movimiento de Ayotzinapa. Por eso el presidente aplaude que afirme que los normalista­s fueron cremados en hornos y no quemados en el basurero de Cocula. Omite, sin embargo, que este mismo testigo acusa de responsabi­lidad y corrupción a Omar García Harfuch, el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, gobernada por Morena. García Harfuch ha negado tajantemen­te las afirmacion­es.

Ahora bien, los restos óseos hallados en el basurero de Cocula presentan "afectación térmica diferencia­da": algunos están calcinados, otros carbonizad­os, unos más ahumados. Esto es congruente con una incineraci­ón en un medio no controlado, pero no en un crematorio, donde se obtiene una calcinació­n sistemátic­a.

El presidente descalific­ó, sin pensar demasiado, los testimonio­s de los testigos protegidos que declararon contra el general Salvador Cienfuegos en Estados Unidos. Le concede credibilid­ad, en cambio, a uno que ofrece una visión cercana a su ideología de los hechos de Iguala, aunque no se le advierte ninguna prisa de actuar en contra de García Harfuch. Solo les cree a los testigos comprados cuando dicen lo que quiere escuchar.

«Los testigos protegidos en México no son protegidos; no se protege simplement­e su identidad, son testigos beneficiad­os». Juan Velásquez

BERRINCHES

Muchas de las medidas ordenadas por Donald Trump, como la salida de Estados Unidos de la OMS, eran simples berrinches. Joe Biden empieza a regresar a la normalidad. Para empezar, EUA se queda en la OMS.

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