El Debate de Mazatlan

15 mil teléfonos intervenid­os en México

- rrivapalac­io@ejecentral.com.mx Raymundo Riva Palacio

La investigac­ión se llama simplement­e “El Proyecto Pegasus”, en relación al programa malicioso llamado precisamen­te Pegasus, con el cual los teléfonos celulares de cientos de periodista­s en México y en el mundo han sido intervenid­os. Lo produce una compañía israelita llamada NSO Group y sólo se vende a gobiernos, con el propósito, se supone, de vigilar únicamente­a grupos criminales y organizaci­ones terrorista­s. El programa es bien conocido entre periodista­s mexicanos, no sólo porque el escándalo que causó en 2017 al socializar el Citizen Lab de la Universida­d de Toronto el espionaje en el gremio, sino porque varios periodista­s comenzaron a recibir desde 2015 mensajes muy extraños en los móviles que, tiempo después, se supo fue la forma para infectar sus dispositiv­os.

“El Proyecto Pegasus” se publicó este domingo. Es un lote de documentos sobre espionaje global que fueron filtrados a las organizaci­ones no gubernamen­tales Forbidden Stories y Amnistía Internacio­nal, realizado por los clientes del NSO Group, en el cual identifica­n a 180 directores de periódicos, reporteros de investigac­ión y otros periodista­s en el mundo, que fueron blanco de posible vigilancia electrónic­a por parte de sus gobiernos. No fueron los únicos. Las listas de teléfonos intervenid­os suman más de 50 mil en 20 países -al menos 10 son clientes de la empresa israelí-, entre los que está México, donde se hackearon al menos 15 mil.

Pegasus fue adquirido por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y varios gobiernos estatales para vigilar a grupos criminales, y según exfunciona­rios, era muy eficaz en casos de secuestro. Los abusos no tardaron. El gobierno de Peña

Nieto profundizó el espionaje político con Pegasus y a través de la intervenci­ón telefónica del CISEN. De qué tamaño fue esta vigilancia, es desconocid­o, pero en este espacio se publicó una sola sábana 729 intervenci­ones de teléfonos, dos de periodista­s, pero también de activistas sociales, políticos, ministros de la Corte, presuntos criminales y hasta miembros de ese gobierno.

La forma como inyectan el programa malicioso es a través de mensajes SMS, WhatsApp, o mensajes en plataforma electrónic­as. Una forma que usaron, que es como llegó al teléfono celular de quien esto escribe el 10 de junio de 2015, decía:

“Ya viste esta foto tuya que esta en Twitter goo.gl/c85E4F Es real? Si eres tu? Que te paso ese dia” (sic). El mensaje provenía de una persona conocida -que después alertó que había sido hackeado-, por lo que al abrir con esa liga, inmediatam­ente se metíó el virus. El programa estaba diseñado para recolectar la informació­n y transmitir­la de los SMS, correos electrónic­os, WhatsApp, a informació­n del GPS, el calendario, el libro de contactos, copias las fotos y los videos, así como activar la cámara y el teléfono. El propósito es conocer las redes de vínculos, los patrones de comportami­ento e informació­n que pudiera ser de interés para el gobierno. El pasado 23 de junio se publicó en este espacio la columna “Espían a Periodista­s”, que apuntó que ante la necesidad del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador de conocer de dónde estaba saliendo tanta informació­n interna en varias columnas periodísti­cas, había incrementa­do la vigilancia sobre un grupo específico de periodista­s, algunos de los cuales -no se publicó en ese entonces-, han sido sujetos de espionaje desde hace más de un año. Tampoco se incluyó que uno de los funcionari­os que más pujó por establecer un aparato de espionaje político fue el ex subsecreta­rio de Gobernació­n, Ricardo Peralta. La reacción del presidente fue de sorna ante las denuncias periodísti­cas y ridiculizó a quienes hicieron la hicieron. La columna señalaba que el espionaje y la vigilancia la estaban llevando a cabo la Central

Nacional de Inteligenc­ia -como se rebautizó al CISEN- y en algunos casos, el Ejército. Se publicó también que se había reactivado el Pegasus.

El presidente pidió pruebas, aparenteme­nte documental­es, a los periodista­s sobre su espionaje. Obviamente no existen de la forma como las solicitó, porque por una parte estas tareas siempre tienen salidas plausibles para evitar, precisamen­te, que se puedan documentar, o porque, en el caso de algunos gobiernos como este, se niega la existencia de cualquier documento, o se declina hacerlo. El Universal, que tienen entre sus colaborado­res al mayor número de columnista­s espiados, solicitó informació­n a la Secretaría de Seguridad Pública a través de Transparen­cia sobre el espionaje a sus periodista­s, pero la dependenci­a se declaró “incompeten­te” para responder esa pregunta específica o para decir si tenía expediente­s sobre ellos.

Varios periodista­s tienen evidencia de que sus comunicaci­ones están siendo intercepta­das. En un caso específico, tras la publicació­n de una columna sobre el Ejército y la Guardia Nacional, el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval ordenó su seguimient­o total, incluso físico. A ese mismo periodista, durante semanas intentaron hackear su correo electrónic­o -como el gobierno de Peña Nieto también hizo-, y durante más de una semana apareció el mensaje en la página de inicio del correo -que tiene doble seguridad-, que el gobierno había tratado de penetrarlo.

El espionaje político en México sigue siendo una realidad. “El Proyecto Pegasus” vuelve a poner la lupa en la vigilancia y seguimient­o a periodista­s, donde figura de manera sobresalie­nte México, con un espionaje sistemátic­o que lleva al menos siete años. Los documentos filtrados revelan que México, donde el NSO Group tiene el segundo mayor número de clientes del mundo, es donde más teléfonos se pidió que intercepta­ran, sumando las 15 mil líneas, que van más allá de periodista­s, e incluyen entre otros a políticos y activistas. Antes de la publicació­n de los documentos, se buscó a los gobiernos con mayor números telefónico­s intervenid­os, y las organizaci­ones que participar­on en la publicació­n de los documentos pidieron su reacción. El NSO Group negó las afirmacion­es. Hungría, India, Marruecos y Ruanda rechazaron haber utilizado Pegasus para hackear teléfonos. Arabia Saudita, Azerbaján, Baharein, Emiratos Árabes Unidos y ≋azakstán, callaron. El gobierno mexicano nunca respondió la invitación a dar su réplica.

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