Controversia México-EUA, sobre maíces transgénicos
México es el país de origen del cultivo del maíz y produce anualmente alrededor de 27 millones de toneladas, de los cuales 24 millones son de maíz blanco y sólo tres de maíz amarillo; de la producción de maíz blanco, 13 millones van al consumo humano comercial, cinco al autoconsumo y el resto al sector pecuario. México es el principal productor mundial de maíz blanco y es autosuficiente, pero se estima que importará este 2022 17.5 millones de toneladas de maíz amarillo, en su mayor parte transgénico, que van orientados al consumo pecuario.
En México, su marco normativo no permite el cultivo de maíces transgénicos y en el decreto presidencial publicado el día 31 de diciembre del 2020, se ratifica esta prohibición en el primer párrafo del artículo sexto, por lo que los maíces producidos en Sinaloa y en México son no transgénicos.
En el referido decreto presidencial que trata la prohibición del glifosato y los maíces transgénicos, se establece de una manera que se presta a diversas interpretaciones la prohibición de los maíces genéticamente modificados que cito textualmente, “se revocarán y abstendrán de otorgar autorizaciones para el uso de grano de maíz genéticamente modificado en la alimentación de las mexicanas y los mexicanos hasta sustituirlo totalmente antes del 31 de enero del 2024, en congruencia con las políticas de autosuficiencia alimentaria del país”.
En virtud de lo anterior, el secretario de Agricultura tuvo que marcar un posicionamiento para aclarar lo citado en dicho decreto, explicando en su momento que la prohibición se refería a maíz transgénico para consumo humano y por lo tanto, se permitía la importación de maíces transgénicos amarillos para el consumo pecuario, que son los que importa México, y es como ha estado operando el esquema regulatorio hasta la fecha.
El tema se retomó con fuerza este año, por las declaraciones emitidas por el subsecretario de Autosuficiencia de la Sader, que de acuerdo con el decreto mencionado, en su opinión se prohibirían también las importaciones de maíz amarillo transgénico para el consumo pecuario y que estos volúmenes serían sustituidos con contratos que se harían para importar maíces no transgénicos del exterior y otra parte con incrementos en la producción nacional.
Estas declaraciones activaron a los productores de maíz de Estados Unidos que exportan a México y presentaron a través de sus legisladores su inconformidad ante la Oficina de Comercio de la Casa Blanca (USTR), para que ese país presentara a México una controversia ante el T-MEC. En el curso de esta semana, el Secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack, se reunió con el Presidente de México para plantear esta problemática y que en todo caso México tendría que probar con base científica que los maíces transgénicos ocasionan daños a la salud y al medio ambiente.
Existe también incertidumbre y preocupación en las diversas actividades productivas del sector pecuario, toda vez que estas importaciones de maíces amarillos son un insumo importante para las formulaciones en la producción de carne, leche y huevo.
En respuesta, el presidente de México por un lado, al parecer postergó la entrada en vigor del decreto, para dar el tiempo suficiente para que tanto la autoridad de Estados Unidos en materia de administración de medicamentos y alimentos FDA y la Cofepris por el lado de México, hicieran una investigación sobre los posibles daños o no de los maíces transgénicos, para que en función de ello se tomen las decisiones sobre bases firmes.
Consideramos que esta decisión es acertada, ya que le quita presión a esta diferencia con Estados Unidos, concentrándose México solamente en la controversia en curso que tiene sobre la política energética.