El Debate de Mazatlan

Su clientela, el aval de 35 años de eléctrico

El vecino de Los Mochis comenzó su oficio a la edad de 17 años; señala que durante todo este tiempo se ha llenado de experienci­a

- Lupita Gámez Lupita.gamez@eldebate

Pide a las nuevas generacion­es mantenerse en todo momento preparadas para enfrentar los retos que se les pongan enfrente

Se dice que la carrera universita­ria o el oficio que decidas ejercer debe no solo elegirse por la remuneraci­ón, sino por el cariño y la pasión que te genere, pues de ello dependerá que la ejerzas con amor y gusto.

El es el caso de Héctor David Álvarez Galaviz, quien a los 17 años no quiso continuar con sus estudios y tomó una decisión que al día de hoy le ha llenado de satisfacci­ón: tomar un curso en el Cecati de Los Mochis sobre mecánica automotriz, sin pensar que ello sería su sustento y el de la familia que formaría.

Primer intento

“Ya no quise estudiar cuando terminé la secundaria. Entré al Cecati, de ahí me fui a un taller que está por la Valdez. Ahí aprendí como ayudante, aprendí mucho. Ahí estuve dos años como aprendiz y luego dos años más como trabajador. Después de ese tiempo le busqué, estuve en otro taller otro tiempo”, relató el mejor conocido como “El Toti”.

Después de unos años de trabajar en esta ciudad, decidió buscar una oportunida­d en la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja, donde vivió unos meses.

Y luego se movió a Ciudad Juárez. Pero el destino lo trajo de nuevo a su tierra, donde al día de hoy se encuentran estable y consolidad­o como uno de los mecánicos eléctricos reconocido­s y buscados.

Su base es que uno tiene que prepararse porque la tecnología va avanzando, los carros son más modernos, traen computador­as. “Yo no me he metido mucho en eso, pero claro que si viene un carro al menos lo checo y veo si puedo repararlo. Se trata de entrarle, de aprender, porque no solo ayudas al cliente, sino que también vas aprendiend­o y eso es bueno, te da experienci­a.” Hoy, el vecino de la colonia San Francisco tiene ya 35 años como mecánico eléctrico automotriz y es tanta su pasión que se dice contento de haber aprendido el oficio, ya que le ha dado para vivir y sacar adelante a sus tres hijos, de los cuales dos ya son profesioni­stas. Su hijo mayor tiene 29 años, aprendió algo del oficio que él ejerce, pero no le gustó y sí estudió la universida­d. Cursó la carrera de Desarrollo Empresaria­l y de Negocios. Una hija está estudiando lo mismo. Ella tiene 22 años. Y una más es maestra de preescolar.

“Gracias a Dios puedo decir que mi oficio me dio para darles lo que necesitaba­n, el estudio, porque así lo quisieron, y la verdad es que es un orgullo. Puedo decir que de mi trabajo sí salió para todo”, abundó.

Pero no solo eso, sino que su carisma le ha dado la oportunida­d de ayudar y enseñar a jóvenes que se han acercado a él durante todos estos años, muchos de los cuales ya trabajan por su propia cuenta.

Clientes lo buscan

Con el paso del tiempo, Héctor David se ha hecho de clientes, y es que tras haber intentado tener un negocio con mecánicos a su cargo y otros trabajador­es, al ver la responsabi­lidad que ello conllevaba decidió trabajar solo.

Fue una decisión difícil, pero aun así, seguro de sus capacidade­s y lo que hace, regresó a su local él solo a atender a sus clientes, de los cuales muchos han permanecid­o con el paso de estas tres décadas y media y otros tantos han llegado.

Y es que orgullosam­ente puede decir que en todo este tiempo él no ha necesitado entregar tarjetas de presentaci­ón, pues su trabajo ha hablado por sí solo y son los mismos clientes quienes lo han recomendad­o con otras personas, y así ha crecido.

“Yo no he tenido que publicitar­me ni andar dando tarjetas. Los mismos clientes son los que me recomienda­n y eso es bueno, quiere decir que mi trabajo es bueno, que la gente queda satisfecha y a mí no me queda más que seguir aprendiend­o y haciendo mi trabajo lo mejor que se pueda”, mencionó.

Experienci­a

Y es que el mecánico eléctrico automotriz puede decir con orgullo que se le refleja en el rostro que tiene la capacidad de realizar bien su oficio, pero no solo eso, sino que trata de hacerlo lo mejor posible.

No importa el tiempo que le invierta a un desperfect­o, ni lo sucio que le puedan quedar las manos o la ropa, Héctor David sabe que lo que más importa es que el cliente se vaya satisfecho. Para finalizar, invitó a los jóvenes a prepararse para que a lo que decidan dedicarse, lo hagan lo mejor posible.

Ningún oficio es fácil, tiene sus retos y complicaci­ones, pero cuando se hace con cariño, los resultados son mejores".

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FOTO: ARMANDO TALAVERA

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