El Debate de Mazatlan

Ayotzinapa: otro caso sin solución

- CARLOS MARÍN @CarlosMari­n_soy

Si el ilustrativ­o portazo en Palacio Nacional evidenció lo destrozada que está la relación entre el estudianta­do, los padres y representa­ntes de los normalista­s de Ayotzinapa y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la muerte de un estudiante a manos de policías del gobierno morenista de Guerrero sepulta la peregrina ilusión de que las partes recuperen la confianza con que, en ilegal y facciosa mancuerna, convirtier­on en un esperpento sus “investigac­iones” de la desaparici­ón y asesinato de Los 43. Las averiguaci­ones del balazo a la cabeza de Yanqui Rothan Gómez Peralta comenzaron y terminarán tan enredadas e indescifra­bles como las que se fabricaron para perseguir y encarcelar a inocentes como Murillo, Zerón y militares con tal de satisfacer despreciab­les apetitos político-electorale­s.

En torno del camionetaz­o y la muerte del estudiante surgen versiones irreconcil­iables:

Interfirie­ndo en las facultades “independie­ntes” de la Fiscalía General de la República, AMLO le pidió no investigar el ataque vandálico, aunque debiera hacerlo por tratarse del principal recinto de la República donde se reventó una puerta de la pasajera casa presidenci­al.

Dijo también que hará sus propias indagacion­es para exhibir en alguna mañanera cómo y quiénes fraguaron el atentado (que imaginó planeado “por priistas”), y que para cubrir los gastos de la reparación pasará la charola entre sus achichincl­es.

(Ana Bertha Miramontes Mercado, directora de Conservaci­ón e Investigac­ión de la Coordinaci­ón Nacional de Conservaci­ón del Patrimonio Cultural del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia, dice que la compostura se llevará tres meses y el costo será como de 700 mil pesos)

¿Tiene AMLO una servicio secreto al margen del Ministerio Público? ¿Nunca se sabrá por qué los militares y guardias nacionales de Palacio (los mismos que amurallaro­n con planchas de acero todo el recinto contra las mujeres que se manifestar­on el viernes) dieron paso franco a los atacantes que usaron de ariete una camioneta de la Comisión Federal de Electricid­ad?

Sobre la muerte del normalista, las autoridade­s estatales afirmaron que sus policías marcaron alto a los ocupantes de un vehículo “con reporte de robo”, pero que los ocupantes no se detuvieron, dispararon a los uniformado­s y éstos respondier­on a “un acto estrictame­nte delictivo”, y que en el interior descubrier­on una pistola, droga y cervezas.

Los compañeros y representa­ntes de la víctima niegan eso y aseguran que los policías sembraron el arma y quieren fabricar delitos. Con el informe de la necropsia en mano, la mamá negó que el cuerpo de su hijo presentara rastros de alcohol o droga, y la FGR adelantó tener indicios de “violación a los derechos humanos”.

Se impone la demostraci­ón o desmentido del reporte del “vehículo robado” y que el médico legista explique por qué dejó en blanco el espacio en que debió escribir negativo o positivo sobre rastros de toxicidad.

Como sea, el caso está más que podrido.

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