Piensa en su danza como un lienzo de espiritualidad
Lo que el bailarín Kevin Rivera ama más de la expresión de la danza es la libertad que siente al ejecutarla. “Amo la revolución a la que evoca la danza, la calma al moverme, el momento que se vuelve infinito llevando a mi espíritu a encontrarse en una suspensión incorpórea mientras mi cuerpo corre, mientras giro, mientras caigo, mientras me dejo caer y el piso me abraza, la sensación de volver a la tierra y enraizarme a lo primitivo”, reflexiona de una forma casi poética.
Aunque su carrera apenas se asoma joven, en su corto recorrido ya se posiciona como un artista prometedor de lo que hace y su espíritu férreo por el mundo de la danza muestran una clara chispa de talento y sobre todo de pasión por el referido arte.
Inicios
En la familia de Kevin no han existido artistas anteriormente y él se coloca como el primero. Desde muy pequeño sintió inquietudes por el movimiento. Siempre soñaba con ser un gran artista y estar arriba de un escenario. “Cuando era niño me gustaba mucho bailar, siempre a escondidas por aquello de ser varón. Me gustaba moverme libremente en la ausencia de los otros.” El momento que considera clave para adentrarse en la danza y que su interés por ella creció exponencialmente fue en la preparatoria, cuando comenzó a bailar k-pop con un grupo de amigos. “Me uní a ellos sin tener conocimiento alguno sobre la música o la dinámica de ese tipo de baile, tan solo me integré en mi afán de encontrar una oportunidad para comenzar a bailar con otros. Después de eso, aún en preparatoria, decidí ingresar a un taller de danza contemporánea para mejorar mis habilidades para bailar k-pop. Estando en dicho taller, poco a poco fue cautivando mi atención esa otra manera de ver el movimiento, desde lo vivencial, desde la experiencia, desde la emoción, desde la abstracción de lo sensible.”
Kevin permaneció en el taller de danza contemporánea y posteriormente se integró también al de ballet, además de seguir bailando k-pop. Así, sus tardes se fueron transformado en danza y expresión. ”En ese entonces yo quería estudiar Biología Botánica. Incluso era parte de la Olimpiada de Biología y había pasado de etapa y me preparaba para ello constantemente. Pero no fue hasta que me topé con la danza contemporánea que tuve que tomar decisiones en qué era lo qué más quería para mí, y al final me decidí por lo que más me llenara el espíritu, y eso fue la danza”, comparte.
En crecimiento
Actualmente, Kevin Rivera está culminando la licenciatura en Danza Contemporánea, en la Escuela Superior de Danza de Sinaloa del Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC). Asimismo, recién egresó de la licenciatura en Educación Artística, en la Unidad Académica de Artes, por la Universidad Autónoma de Sinaloa, e hizo una carrera técnica en Danza por parte de la Escuela municipal de Danza de Culiacán.
En su interesante currículo ya suma concursos como el Premio Nacional de Danza Inbal-UAM Guillermo Arriaga, en el año 2023, en la Ciudad de México, y algunos otros como el Premio Culiacán de Coreografía o concursos de kpop dentro de Culiacán.
Sabe hacia dónde quiere llevar su carrera dancística, y mientras ejerce la danza contemporánea de manera profesional, quiere enfocarse ahora “hacia la reflexión, hacia el brindar voz y cuerpo a las disidencias, al fomentar la paz a través de las artes”.
Amo la revolución a la que evoca la danza, la calma al moverme, el momento que se vuelve infinito"
KEVIN RIVERA BAILARÍN