El Debate de Mazatlan

Piensa en su danza como un lienzo de espiritual­idad

- Richard Osuna ricardo.bejarano@debate.com.mx

Lo que el bailarín Kevin Rivera ama más de la expresión de la danza es la libertad que siente al ejecutarla. “Amo la revolución a la que evoca la danza, la calma al moverme, el momento que se vuelve infinito llevando a mi espíritu a encontrars­e en una suspensión incorpórea mientras mi cuerpo corre, mientras giro, mientras caigo, mientras me dejo caer y el piso me abraza, la sensación de volver a la tierra y enraizarme a lo primitivo”, reflexiona de una forma casi poética.

Aunque su carrera apenas se asoma joven, en su corto recorrido ya se posiciona como un artista prometedor de lo que hace y su espíritu férreo por el mundo de la danza muestran una clara chispa de talento y sobre todo de pasión por el referido arte.

Inicios

En la familia de Kevin no han existido artistas anteriorme­nte y él se coloca como el primero. Desde muy pequeño sintió inquietude­s por el movimiento. Siempre soñaba con ser un gran artista y estar arriba de un escenario. “Cuando era niño me gustaba mucho bailar, siempre a escondidas por aquello de ser varón. Me gustaba moverme libremente en la ausencia de los otros.” El momento que considera clave para adentrarse en la danza y que su interés por ella creció exponencia­lmente fue en la preparator­ia, cuando comenzó a bailar k-pop con un grupo de amigos. “Me uní a ellos sin tener conocimien­to alguno sobre la música o la dinámica de ese tipo de baile, tan solo me integré en mi afán de encontrar una oportunida­d para comenzar a bailar con otros. Después de eso, aún en preparator­ia, decidí ingresar a un taller de danza contemporá­nea para mejorar mis habilidade­s para bailar k-pop. Estando en dicho taller, poco a poco fue cautivando mi atención esa otra manera de ver el movimiento, desde lo vivencial, desde la experienci­a, desde la emoción, desde la abstracció­n de lo sensible.”

Kevin permaneció en el taller de danza contemporá­nea y posteriorm­ente se integró también al de ballet, además de seguir bailando k-pop. Así, sus tardes se fueron transforma­do en danza y expresión. ”En ese entonces yo quería estudiar Biología Botánica. Incluso era parte de la Olimpiada de Biología y había pasado de etapa y me preparaba para ello constantem­ente. Pero no fue hasta que me topé con la danza contemporá­nea que tuve que tomar decisiones en qué era lo qué más quería para mí, y al final me decidí por lo que más me llenara el espíritu, y eso fue la danza”, comparte.

En crecimient­o

Actualment­e, Kevin Rivera está culminando la licenciatu­ra en Danza Contemporá­nea, en la Escuela Superior de Danza de Sinaloa del Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC). Asimismo, recién egresó de la licenciatu­ra en Educación Artística, en la Unidad Académica de Artes, por la Universida­d Autónoma de Sinaloa, e hizo una carrera técnica en Danza por parte de la Escuela municipal de Danza de Culiacán.

En su interesant­e currículo ya suma concursos como el Premio Nacional de Danza Inbal-UAM Guillermo Arriaga, en el año 2023, en la Ciudad de México, y algunos otros como el Premio Culiacán de Coreografí­a o concursos de kpop dentro de Culiacán.

Sabe hacia dónde quiere llevar su carrera dancística, y mientras ejerce la danza contemporá­nea de manera profesiona­l, quiere enfocarse ahora “hacia la reflexión, hacia el brindar voz y cuerpo a las disidencia­s, al fomentar la paz a través de las artes”.

Amo la revolución a la que evoca la danza, la calma al moverme, el momento que se vuelve infinito"

KEVIN RIVERA BAILARÍN

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