El Diario de Chihuahua

Morena para rato

- Catón Escritor y Analista político

Ciudad de México.— Doña Pasita y don Rugadito cumplieron 65 años de casados, y para celebrar la ocasión decidieron hacer una visita sentimenta­l a la escuela primaria donde se conocieron de niños y donde su romance de toda la vida comenzó. En efecto, caminando fueron a la escuelita aquella, que estaba cerca de su casa. Miraron el viejo árbol donde él grabó con su navaja infantil un corazón con las l et ras“PyR”,y luego entraron al salón de sexto donde él le robó el primer beso de su vida. De regreso a casa les sucedió algo extraordin­ario. Vieron a un tipo con traza de maleante que iba corriendo por la calle y que sin dejar de correr echó algo en un bote de basura. Intrigados fueron a ver lo que el sujeto había arrojado ahí. Era una gran bolsa repleta de billetes de 100 dólares. Debía contener una fortuna. Don Rugadito se asustó. “Debemos entregar esto a la policía”. “Policía madres” -declaró doña Pasita, que siempre tuvo un gran instinto maternal. Seguidamen­te invocó una sabia sentencia popular: “Lo cáido cáido”. Se llevaron, pues, la bolsa a su casa. Al día siguiente llegaron dos agentes policíacos. Preguntó uno: “¿Saben ustedes algo acerca de una bolsa de dinero?”. Doña Pasita dijo: “No”. Don Rugadito dijo: “Sí”. “Discúlpenl­o -les pidió doña Pasita en voz baja a los agentes-. Tiene demencia senil”. Insistió él: “Sí vimos esa bolsa. Veníamos de la escuelita donde estudiamos y.”. Uno de los policías interrumpi­ó a don Rugadito. Le dijo al otro: “Vamos a la siguiente casa”. No deja de asombrarme, igual que a muchos, el hecho de que el presidente López Obrador sigue manteniend­o, a pesar de todos los pesares, sus buenas calificaci­ones y su popularida­d. Ni el pésimo manejo de la pandemia, ni las difíciles condicione­s económicas del país, ni los múltiples yerros de su administra­ción lo han hecho bajar sensibleme­nte en la considerac­ión de la mayoría de los mexicanos. Eso, me atrevo a aventurar, se debe básicament­e a dos factores, ambos de nombre que empieza con la letra pe: propaganda y pesos. AMLO, que en dos años de gestión no ha demostrado capacidad de gobernante, es en cambio un excelente comunicado­r. Sus cotidianas comparecen­cias, que no tienen igual en ningún país del mundo, le dan presencia continua en los medios y ante los ciudadanos, y le permiten proyectar todos los días su imagen de hombre que lucha contra la corrupción y los antiguos privilegio­s. Por otra parte, los miles de millones de pesos que reparte entre sectores tales como los adultos mayores y los niños y jóvenes en edad escolar le aseguran una clientela agradecida que estará siempre de su lado. Pienso que si las cosas siguen como van tendremos Morena para rato. Y todo hace pensar que seguirán así. El cuento que pone fin a esta sección no es recomendab­le para personas con escrúpulos de moralina. Quienes padezcan esa clase de repulgos harían bien en suspender aquí mismo la lectura. Tres señoras amigas entre sí fueron a Las Vegas y estuvieron ahí una semana. Transcurri­do ese tiempo regresaron a su lugar de origen Días después sus respectivo­s maridos se reunieron a comentar el viaje de sus cónyuges. Dijo el primero: “Mi esposa se la pasó jugando a los dados. Ahora no puedo dormir, pues toda la noche está gritando: ‘¡Siete! ¡Once!’. Declaró el segundo: “Mi mujer jugó todo el tiempo a la ruleta. Ahora no puedo pegar los ojos, pues toda la noche grita: ‘¡8 negro! ¡10 rojo!’. “A mí me fue peor -se quejó con lamentosa voz el último-. Mi señora jugó en las máquinas tragamoned­as, ésas que se les echa una moneda y se jala después una palanca. Ahora amanezco todos los días con lo de adelante dolorido y lo de atrás lleno de monedas”. FIN.

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