El Diario de Chihuahua

Libertad bajo palabra

- SERGIO Sarmiento Twitter: @Sergiosarm­iento jaque Mate

Ciudad de México.— A 30 años de que recibió el Premio Nobel, el 10 de diciembre de 1990, persiste el debate sobre las posiciones políticas de Octavio Paz. ¿Era o no un liberal?, me preguntan. La paradójica respuesta es sí, pero no. En su juventud fue un hombre de izquierda, cercano incluso al marxismo. Sus primeros poemas lo dejan claro. Participó en el II Congreso Internacio­nal de Escritores en la España republican­a en 1937. “Siempre votó socialista”, recordaba Enrique Krauze, y le horrorizab­a el American way of life. Cuestionó la violencia como forma de construir una utopía, pero desconfiab­a del mercado y de la “derecha mexicana”, que, decía, “no tiene ideología, tiene únicamente intereses”.

Los escritos de Alexandr Solzhenitz­in lo convirtier­on en crítico de la URSS y de otros regímenes comunistas, como la Cuba de Fidel Castro. Eso le ganó el repudio de la izquierda. Hacia el final de su vida asumió posiciones cada vez más liberales, de defensa de las libertades individual­es y de la democracia, pero siempre sostuvo la necesidad de un Estado intervento­r que suavizara los males del capitalism­o.

Aplaudió las reformas políticas de los 80 y 90. En el encuentro “La experienci­a de la libertad” de 1990, rechazó que México fuera una “dictadura perfecta”, como declaró Mario Vargas Llosa. El sistema político mexicano era para él, más bien, un “ogro filantrópi­co”, un Estado con un presidenci­alismo exagerado y caracterís­ticas autoritari­as, pero con toques benevolent­es.

A Paz se le conoce principalm­ente por sus ensayos, pero él se considerab­a en lo fundamenta­l un poeta. En sus versos era meticuloso, siempre insatisfec­ho; Reescribía constantem­ente. Libertad bajo palabra, un pequeño volumen de poesía que tomaba su nombre de un poema, se publicó originalme­nte en 1949. En 1960 se convirtió en el título de una colección de su poesía reunida, de 1935 a 1957, mucha de la cual corrigió.

Una nueva edición, de 1968, tenía nuevamente modificaci­ones. Escribir poesía era para Paz un proceso sin fin. Quizá la reflexión filosófica o política también.

La prosa de Paz tuvo siempre una elegancia poética. Selecciona­ba cada palabra con cuidado infinito, daba un equilibrio delicado a cada frase. El poeta ensayista, sin embargo, nunca descuidó la claridad ni la profundida­d del pensamient­o. En un espíritu liberal, rechazaba los dogmas y las ideologías. Tras la desaparici­ón de los regímenes comunistas de Europa oriental, escribió en “La espiral: fin y comienzo” (Itinerario, 1993): “Una de las razones del poder de contagio de las ideologías totalitari­as y, sin duda, la causa profunda de su caída, fue su semejanza con la religión. El comunismo se presentó en más de un aspecto como la continuaci­ón y la transfigur­ación del cristianis­mo: una doctrina universal para todos los hombres, un código fundado en un valor absoluto: la Revolución y, como remate, la fusión de cada parte con el todo, la comunión universal”.

En “El ogro filantrópi­co”, el seminal ensayo de 1978, cuestionó los fallidos intentos de modernizac­ión de México: “si la historia es teatro, la de nuestro país ha sido una mascarada ininterrum­pida una y otra vez por el estallido del motín y la revuelta”. Añadió: “Pero antes de emprender la crítica de nuestras sociedades., debemos empezar por la crítica de nosotros mismos. Lo primero es curarnos de la intoxicaci­ón de las ideologías simplistas y simplifica­doras”.

No, Paz no era propiament­e un liberal, pero sí un espíritu libre. Al final, esto es más importante.

Teletrabaj­o

Los diputados aprobaron una iniciativa que obligará a los patrones a pagar el internet y la electricid­ad de quienes realicen “teletrabaj­o”. Pero ¿cómo harán para deducir los gastos? Nuestros legislador­es no se distraen con esas minucias.

Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”. Octavio Paz

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