Corral truena a Cruz; Loera va por Morena
Morena definió la candidatura al Gobierno del Estado en favor de Juan Carlos Loera de la Rosa, y en Palacio de Gobierno, el principal inquilino seguramente está más que feliz.
El método que utiliza el partido del presidente para elegir a sus candidatos es muy cuestionado, como lo fue en el estado de Guerrero y ahora en Chihuahua, donde el aspirante Cruz Pérez Cuéllar ya anunció la impugnación de los resultados.
Las encuestas que manda a hacer Morena, cuya metodología y resultados nunca se dan a conocer, como tampoco se sabe de la empresa que realiza la chamba, siempre deja insatisfechos a los otros contendientes.
Por supuesto que Loera de la Rosa tiene méritos propios para cargar con la dura tarea de revivir la alternancia en el poder, tal cual sucedió en 1998.
El ex súper delegado de la 4T y diputado federal se la jugó con López Obrador desde el 2010, según su currículum.
Aunado a que milita en Morena desde su fundación y haber pasado la prueba del ácido cuando fue candidato a la alcaldía juarense, pese a haber perdido.
Adicionalmente, el primer nominado a la gubernatura fungió como el enlace o intermediario del gobierno de López Obrador para entregar dinero público a cientos de miles de chihuahuenses beneficiados con el asistencialismo gubernamental.
La designación de Juan Carlos Loera se vio reforzada desde el momento que brincó de la súper delegación a la diputación federal de la que había pedido licencia en diciembre de 2018, con el consentimiento, seguramente, desde Palacio Nacional, donde despacha el presidente.
Por si fuera poco, mes y medio previo al destape, el empresario juarense tapizó el paisaje urbano de las principales ciudades del estado con más de 150 espectaculares, cuyo gasto se estima en más de 5 millones de pesos, recurso que nadie sabe de dónde salió y que la autoridad electoral consintió al no investigar la posible campaña anticipada.
Hay que decirlo, el abuso de la sobreexplotación de imagen con el pretexto de anunciar un libro de sus andanzas por el estado, apesta a opacidad igual que la de los otros aspirantes al mismo cargo, que se burlan de la legislación electoral.
Quién no es capaz de ceñirse a la legalidad en lo mínimo, mucho menos lo hará con la norma suprema del estado.
Como sea el virtual candidato de Morena estará celebrando su nominación, como corresponde; sin embargo, aún deberá sortear la impugnación del senador Cruz Pérez Cuéllar. Además, el “gallo” no debe subestimar que el camino a la sucesión está más empedrado que la rúa al infierno.
Más pronto que tarde, Loera tendrá que hacer acopio de humildad e inteligencia. La humildad para comprender que los peores obstáculos los va a encontrar al interior de su partido y que el discurso entreguista a los designios de la voluntad presidencial, no furulan en Chihuahua.
La inteligencia es una cualidad que no cualquiera es capaz de desarrollar a plenitud. Cuando las vísceras son las que responden a los desafíos, los resultados son desastrosos, y eso lo va a constar cuando haga sus recorridos por Ojinaga y toda la ruta panamericana donde dejó muy lastimadas a miles de familias. En Chihuahua capital poco tiene que ganar.
Por lo pronto, Morena pegó primero y ya tiene su candidato. Eso obliga al PAN a resolver su intifada sin que corra la sangre ni se fracture, no puede darse ese lujo porque cualquier cosa puede suceder, menos hilar otra victoria.
Y el gobernador, bueno, el gobernador seguramente estará muy feliz de haber hecho el trabajo sucio para descarrilar a su odiado compadre.
Ahora sentirá cierta tranquilidad porque Loera ha sido su aliado hasta que a éste le ordenaron soltar guamazos. Sólo le falta ganarle, a la buena, a Maru Campos, pero esa es otra historia.
Es cuanto.