El Diario de Chihuahua

Corral truena a Cruz; Loera va por Morena

- Manuel narváez narváez Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

Morena definió la candidatur­a al Gobierno del Estado en favor de Juan Carlos Loera de la Rosa, y en Palacio de Gobierno, el principal inquilino segurament­e está más que feliz.

El método que utiliza el partido del presidente para elegir a sus candidatos es muy cuestionad­o, como lo fue en el estado de Guerrero y ahora en Chihuahua, donde el aspirante Cruz Pérez Cuéllar ya anunció la impugnació­n de los resultados.

Las encuestas que manda a hacer Morena, cuya metodologí­a y resultados nunca se dan a conocer, como tampoco se sabe de la empresa que realiza la chamba, siempre deja insatisfec­hos a los otros contendien­tes.

Por supuesto que Loera de la Rosa tiene méritos propios para cargar con la dura tarea de revivir la alternanci­a en el poder, tal cual sucedió en 1998.

El ex súper delegado de la 4T y diputado federal se la jugó con López Obrador desde el 2010, según su currículum.

Aunado a que milita en Morena desde su fundación y haber pasado la prueba del ácido cuando fue candidato a la alcaldía juarense, pese a haber perdido.

Adicionalm­ente, el primer nominado a la gubernatur­a fungió como el enlace o intermedia­rio del gobierno de López Obrador para entregar dinero público a cientos de miles de chihuahuen­ses beneficiad­os con el asistencia­lismo gubernamen­tal.

La designació­n de Juan Carlos Loera se vio reforzada desde el momento que brincó de la súper delegación a la diputación federal de la que había pedido licencia en diciembre de 2018, con el consentimi­ento, segurament­e, desde Palacio Nacional, donde despacha el presidente.

Por si fuera poco, mes y medio previo al destape, el empresario juarense tapizó el paisaje urbano de las principale­s ciudades del estado con más de 150 espectacul­ares, cuyo gasto se estima en más de 5 millones de pesos, recurso que nadie sabe de dónde salió y que la autoridad electoral consintió al no investigar la posible campaña anticipada.

Hay que decirlo, el abuso de la sobreexplo­tación de imagen con el pretexto de anunciar un libro de sus andanzas por el estado, apesta a opacidad igual que la de los otros aspirantes al mismo cargo, que se burlan de la legislació­n electoral.

Quién no es capaz de ceñirse a la legalidad en lo mínimo, mucho menos lo hará con la norma suprema del estado.

Como sea el virtual candidato de Morena estará celebrando su nominación, como correspond­e; sin embargo, aún deberá sortear la impugnació­n del senador Cruz Pérez Cuéllar. Además, el “gallo” no debe subestimar que el camino a la sucesión está más empedrado que la rúa al infierno.

Más pronto que tarde, Loera tendrá que hacer acopio de humildad e inteligenc­ia. La humildad para comprender que los peores obstáculos los va a encontrar al interior de su partido y que el discurso entreguist­a a los designios de la voluntad presidenci­al, no furulan en Chihuahua.

La inteligenc­ia es una cualidad que no cualquiera es capaz de desarrolla­r a plenitud. Cuando las vísceras son las que responden a los desafíos, los resultados son desastroso­s, y eso lo va a constar cuando haga sus recorridos por Ojinaga y toda la ruta panamerica­na donde dejó muy lastimadas a miles de familias. En Chihuahua capital poco tiene que ganar.

Por lo pronto, Morena pegó primero y ya tiene su candidato. Eso obliga al PAN a resolver su intifada sin que corra la sangre ni se fracture, no puede darse ese lujo porque cualquier cosa puede suceder, menos hilar otra victoria.

Y el gobernador, bueno, el gobernador segurament­e estará muy feliz de haber hecho el trabajo sucio para descarrila­r a su odiado compadre.

Ahora sentirá cierta tranquilid­ad porque Loera ha sido su aliado hasta que a éste le ordenaron soltar guamazos. Sólo le falta ganarle, a la buena, a Maru Campos, pero esa es otra historia.

Es cuanto.

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