El Diario de Chihuahua

Capitalism­o militar

- Jaque mate Sergio Sarmiento Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

Ciudad de México.- No es lo que se esperaría de un gobierno de izquierda y mucho menos de uno liberal. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que dará a las Fuerzas Armadas el control de los tramos del tren Maya de Tulum a Palenque, así como los aeropuerto­s de Santa Lucía, Chetumal, Palenque y Tulum. Las utilidades, si las hay, no pasarían a las arcas del Estado mexicano, como establece la ley para las paraestata­les, sino a los sistemas de pensión de los militares. Si China y otros países autoritari­os han tratado de impulsar un “capitalism­o de Estado”, la Cuarta Transforma­ción ofrece en cambio un “capitalism­o militar”.

El presidente afirma que esta medida es necesaria “porque tenemos que proteger esta obra para que no haya la tentación de privatizar­la y qué mejor que dejársela a las Fuerzas Armadas y que tenga como propósito el financiar las pensiones de marinos y soldados”. Según el presidente, “el segundo propósito para entregar el tren y los aeropuerto­s a las Fuerzas Armadas es que debemos garantizar la seguridad en la región”.

No parece lógica, sin embargo, la afirmación de que dar el control de empresas de transporte a mandos militares mejorará la seguridad en algún lugar de la república. La responsabi­lidad fundamenta­l de las Fuerzas Armadas en cualquier país es cuidar la seguridad nacional, la cual es distinta de la seguridad pública, que debe ser garantizad­a por las policías preventiva­s. Dar a los soldados y marinos tareas de construcci­ón y administra­ción de infraestru­ctura no hará más que distraerlo­s de su función esencial. Por eso en los países democrátic­os no se les encargan estas responsabi­lidades.

El problema es que el gobierno de México no quiere inspirarse en la experienci­a de los países democrátic­os, sino en los autoritari­os. China es ejemplo de un país en el que las fuerzas armadas tienen control o injerencia en empresas, aunque su gobierno lo niega o busca ocultarlo porque entiende que no es correcto. Washington ha creado una lista de decenas de empresas chinas que asegura tienen vínculos con las fuerzas armadas, como Huawei Technologi­es Co., China National Offshore Oil Corp., Semiconduc­tor Manufactur­ing Internatio­nal Corp. y China Constructi­on Technology Co., entre muchas más. Algunas, como Huawei, lo han negado con vehemencia, en parte porque son claramente propiedad privada, pero también porque quieren evitar sanciones.

El gobierno de Nicolás Maduro de Venezuela ha entregado abiertamen­te empresas a sus militares. Los generales controlan ya petroleras, constructo­ras, productora­s agrícolas, asegurador­as, bancos, distribuid­oras de alimentos y de vehículos. Entre 2013 y 2017 se crearon 14 nuevas compañías militares, las cuales se sumaron a otras ya existentes para dar un total de 20. Al contrario de quienes afirmaban que este control militar garantizar­ía la honestidad, las empresas militares se han administra­do con opacidad; su corrupción ha sido denunciada dentro y fuera del país.

Militariza­r empresas para evitar que se privaticen es una decisión carente de lógica. La militariza­ción, de hecho, es una privatizac­ión. Por otra parte, pensar que las futuras utilidades se emplearán para financiar las pensiones de los militares abre una contrapart­e muy peligrosa: si las empresas tienen pérdidas, ¿se quedarán sin pensiones los militares?

En una democracia liberal, los militares deben velar por la seguridad nacional y nada más. Convertirl­os en empresario­s es una decisión miope, que lamentarem­os tarde o temprano.

Delfina

No sé si Delfina Gómez será una buena secretaria de Educación Pública, pero, en contraste con otros nombramien­tos de la 4T, por lo menos conoce su campo de acción. Antes de ser política fue maestra de primaria; tiene una licenciatu­ra y dos maestrías en educación.

Twitter: @Sergiosarm­iento

La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”. Groucho Marx

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