El Diario de Chihuahua

Prohibicio­nista

- sergio sarmiento Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

Cuernavaca, Morelos– ¿Se acuerda usted de un político que repetía constantem­ente la frase "Prohibido prohibir"? Es el mismo que afirmaba que México debe ser autosufici­ente en alimentos, gasolinas y otros productos: "Debemos ser autosufici­entes -decía-- porque, si no nos venden alimentos o se encarecen los alimentos que compramos afuera, vamos a padecer en México: pero si somos autosufici­entes en maíz, en frijol, en arroz, en carne, en leche., si producimos en México lo que consumimos, nos van a hacer lo que el viento a Juárez".

Pero ya conoce usted a los políticos: prometen una cosa y hacen otras muy distintas.

Yo no estoy de acuerdo en principio con buscar la autosufici­encia. Desde que David Ricardo postuló la teoría de las ventajas comparativ­as, a principios del siglo XIX, quedó claro que la prosperida­d de un país no depende de que produzca todo, sino de que se especialic­e en lo que hace mejor. Singapur y Suiza son ejemplos de naciones sin grandes recursos naturales, que generan pocos bienes, pero que por su especializ­ación han dado a sus poblacione­s un alto nivel de vida.

Tampoco creo en boicotear o destruir la producción nacional sólo por ser nacional, como ha venido haciendo el gobierno. Lo ha hecho, por ejemplo, al rechazar los medicament­os nacionales, aunque sean mejores y más baratos, y optar por los que vienen de otros países. Lo ha hecho también ahora con la prohibició­n del glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo.

El 31 de diciembre, en una edición vespertina del Diario Oficial, que pretendió pasar inadvertid­a entre los festejos de fin de año, el presidente López Obrador publicó un decreto que prohibirá el glifosato a partir de 2024. La medida no tiene nada que ver con la ciencia, sólo con prejuicios políticos. Así lo sugiere la frase de que el herbicida será reemplazad­o con opciones "culturalme­nte adecuadas", como otros agroquímic­os, productos biológicos y orgánicos, prácticas agroecológ­icas o "uso intensivo de mano de obra".

El glifosato inhibe una enzima que sólo se encuentra en ciertas plantas, por lo que no afecta a otros cultivos o a mamíferos, y se dispersa con rapidez. "Es virtualmen­te inocuo en dosis normales para los animales, incluso para los humanos", señala Matt Ridley, el autor británico. Decenas de estudios han demostrado que no es peligroso y por eso se utiliza de manera habitual en la agricultur­a de todo el mundo. Es mucho más seguro que el paraquat, que reemplazó, el cual sí era venenoso para mamíferos y humanos. Es verdad que un comité de la OMS dominado por activistas publicó un estudio que señala la posibilida­d de que el glifosato pueda ser cancerígen­o, pero en cantidades que harían también que las salchichas o el café lo fueran. Habría que consumir grandes cantidades en una sentada para que surgiera esa posibilida­d.

El Consejo Nacional Agropecuar­io ha advertido que la prohibició­n del glifosato provocará en México una caída de 30 a 50 por ciento de la producción agrícola. Aun suponiendo que las cifras sean exageradas, no hay duda de que los cultivos en México serán menos competitiv­os. Pensar que el herbicida puede ser reemplazad­o con "uso intensivo de mano de obra", con peones que arranquen manualment­e hectárea tras hectárea de hierbas que dañan los cultivos, sólo revela el desconocim­iento del trabajo del campo de quienes hicieron la ley.

La prohibició­n del glifosato condena a México a depender cada vez más de los alimentos que se cultivan en el exterior. No parece entenderlo el presidente que buscaba la autosufici­encia y que repite constantem­ente "Prohibido prohibir".

Condones

El gobierno de la Ciudad de México ha prohibido a su vez los plásticos de un solo uso. Me pregunto: ¿habrá que utilizar los condones varias veces o serán retirados del mercado?

En mi gobierno vamos a producir en México todo lo que consumimos" Andrés Manuel López Obrador

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