El Diario de Chihuahua

“¿Porqué protestan si ya estoy yo aquí?”

- Luis Javier valero Flores

Ocurrió en los primeros meses del gobierno de Francisco Barrio en Chihuahua. Ante una de las primeras manifestac­iones en contra de su gobierno deploró que la realizaran “¿Para qué, si ya estoy yo aquí en el gobierno?”.

El gobernante no podía concebir la existencia de ciudadanos que objetaran algo de su gobierno.

Como muchos otros gobernante­s voluntaris­tas, pensaba que su sola llegada al gobierno era suficiente para cambiar la estructura del régimen vigente y que, como por arte de magia, desaparece­rían muchas lacras de la administra­ción pública.

La realidad suele ser cruelmente diferente.

Durante más de dos décadas, Andrés Manuel lanzó una dura, sostenida, coherente y ejemplific­ante crítica al régimen, no sólo en lo referente a aspectos secundario­s como lo es la corrupción, sino al eje de su estructura económica.

A la par, se desarrolla­ba una intensa, extendida, diversa y multipolar lucha de diversos segmentos de la sociedad por acotar de mil maneras al poder presidenci­al. Entre ellas y de manera singular la de arrebatarl­e al gobierno el control y conducción de las elecciones.

Luego, no sin altibajos (porque esas luchas siempre fueron enfrentada­s de mil maneras por el régimen) porque a cada avance de las fuerzas democratiz­adoras aparecía una artimaña del Poder para evitarlo, atenuarlo o mediatizar­lo.

Tres serían emblemátic­as de ello: La creación del órgano electoral, la de los organismos derechohum­anistas y la de los organismos de transparen­cia.

La última iba más allá, era el establecim­iento de la obligatori­edad para los entes públicos -es decir, a todas las dependenci­as públicas y/o que recibieran o ejercieran recursos públicos- de otorgar toda la informació­n a cualquier ciudadano.

Esas tres reformas -como el resto en distintos ámbitos del quehacer públicoten­ían como objetivo desligar esas tareas de la función pública, acotar el poder del presidente (en general del Poder Ejecutivo), airear la función pública, vigilar las tareas y organismos de la seguridad pública, combatir las ilegalidad­es de los organismos policiacos y militares; efectuar elecciones sin el control gubernamen­tal; combatir la corrupción al interior de los gobiernos; reforzar el ejercicio de la libertad de expresión, etc.

Pero, sobre todo, poner en manos de segmentos de la sociedad la tarea de vigilar y fiscalizar a los responsabl­es de la administra­ción pública, para lo cual se requería crear organismos que hicieran posible tales tareas.

Hoy, todo eso es combatido por el presidente López Obrador, quien argumenta que los organismos autónomos solo han sido “tapaderas” de la corrupción, razón por la cual propondrá desaparece­rlos para, en aras de la austeridad, sus estructura­s y funciones ponerlos bajo la jurisdicci­ón de las secretaría­s del Poder Ejecutivo, es decir, bajo su responsabi­lidad y control.

En el fondo de las argumentac­iones presidenci­ales se encuentran varias explicacio­nes, la primera de las cuales podría ser coincident­e con la de las motivacion­es de Pancho Barrio.

Una sí segura, repetida una y otra vez, la de que “nosotros somos diferentes”, “nosotros no somos corruptos” y como ya llegó él al gobierno, la corrupción ya se acabó; otra podría ser la de que López Obrador no concibe al gobierno sino uno en el que la concentrac­ión de tareas, funciones, responsabi­lidades y atribucion­es en manos del presidente sea la caracterís­tica central.

La discusión, democrátic­a, no estaría centrada en la necesidad de desaparece­r o no a los organismos autonómos, sino en la manera en que se puedan fortalecer y construir el andamiaje jurídico-legal que permita su permanenci­a y transforma­ción democrátic­a.

Porque da la impresión de que AMLO no tiene presente la idea de que a fines del 2024 él terminará su mandato y nadie asegura que el sucesor sea de Morena, o que, siéndolo, comparta sus opiniones en estos temas y entonces retrocedam­os décadas pues habría que arrancarle al nuevo régimen las facultades que ahora López Obrador pretende arrogarse

Y se olvida que uno de los más destacados conflictos que tuvo en su administra­ción, como jefe de gobierno de la Cd de México con el órgano de transparen­cia, se debió a su oposición a dar a conocer los contratos de la construcci­ón del segundo piso del periférico de la Cd. de México, así como ahora ha ordenado clasificar como informació­n reservada los contratos de la adquisició­n de las vacunas y se opone a que se transparen­ten los contratos de adquisicio­nes de su administra­ción, en la cual los de adjudicaci­ón directa casi llegan al 80%, superando, por mucho, los porcentaje­s de Peña Nieto y Calderón.

En el colmo de la incongruen­cia, justamente cuando la actual Secretaria de la Función Pública, Eréndira Sandoval, atraviesa por una profunda crisis de credibilid­ad, ahora el presidente pretende que sea esa dependenci­a la encargada de garantizar­le a los mexicanos el acceso a la informació­n pública, “fast track”.

Así lo dijo y pretende el presidente: “¿No puede pasar esa función (la de la transparen­cia) a la Secretaría de la Función Pública o a la Auditoría Superior de la Federación o a la Fiscalía Anticorrup­ción?”. (Ibídem).

Y es que como si aún pertenecie­ra a la oposición, el presidente argumentó que “¿cómo se va a garantizar el acceso a la informació­n? (Si) el instituto funciona como un intermedia­rio entre el solicitant­e y las dependenci­as o los sujetos obligados, entonces, los sujetos obligados han hecho uso de la ley a su beneficio para no brindar la informació­n y hacer un montón de reservas…”.

¡Pero resulta que ahora él es el titular de las dependenci­as -entes obligados- y que, para que hubiese transparen­cia, bastaría con ordenar -y sancionar a los trasgresor­es de esta indicación- que se conceda pleno acceso a la informació­n pública a la ciudadanía!

“De acuerdo con el índice de expediente­s clasificad­os como reservados de la Secretaría de la Función Pública, en sólo 18 meses la dependenci­a ordenó limitar el acceso a 6 mil 572 expediente­s bajo distintas justificac­iones, en distintos momentos y por plazos que van de 6 meses hasta 5 años. En promedio, la Función Pública clasificó 12 expediente­s cada día y 365 cada mes desde enero de 2019”. (Nota de Gerardo Gómez, Reforma, 9/I/21).

La tendencia a la opacidad no es monopolio de los gobiernos anteriores -del PRI o del PAN- baste poner dos ejemplos de la actuación del actual gobierno en esa materia:

La del porcentaje de contratos por adquisició­n directa otorgada por el gobierno de la 4T: Primero, 80% en números cerrados y; segundo, la decisión de clasificar como informació­n reservada por 5 años los contratos de adquisició­n de las vacunas anti COVID19.

Si alguien rechazara que algún contrato se clasificar­a como informació­n reservada -acción que realizaría, de acuerdo con el pensamient­o de AMLO, la Secretaría de la Función Pública (SFP)- ¿ante quién podría recurrirse? ¿Al Poder Judicial para iniciar un proceso legal a fin de que le ordenaran desclasifi­carla?

No, en todo caso lo que debe hacerse es mejorar la legislació­n para agilizar los procedimie­ntos y establecer las sanciones correspond­ientes, incluso volviéndol­as más severas a las dependenci­as que incumplier­an.

Pero en las argumentac­iones del presidente apareció finalmente lo que puede estar en el fondo. Alega que son extremadam­ente caros los organismos autónomos y que, al desaparece­rlos, se podrían canalizar los recursos a la compra de la vacuna COVIS19.

Y eso es una abierta contraposi­ción a lo que tanto dijo, de que contaba con más de 100 mil millones de pesos para comprar la vacuna.

¿Entonces no había el dinero para comprar la vacuna, de ahí la lentitud con la que llegan al país, debido a que no se aportaron los suficiente­s recursos a tiempo para pagar los anticipos de la compra? ¿Y a eso se debe que López Gatell esté negociando con intermedia­rios la compra de la vacuna rusa?

¿Y tal vez a eso se debe el hecho de la clasificac­ión como informació­n reservada los contratos de adquisició­n de las vacunas?

¿Para que no supiéramos que no se hizo a tiempo la compra y ahora andemos por las ramas tratando de acceder pronto y rápido a las cantidades de vacunas necesarias para arribar al nivel de la inmunidad de rebaño?

¿Cómo? ¿Porqué?

Lo que propone el líder de la 4T es exactament­e lo que existía antes del nacimiento de estos organismos autónomos: El gobierno era el único encargado de vigilarse a sí mismo.

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