El Diario de Chihuahua

Cruzada contra los órganos autónomos

- Armando SEPÚLVEDA SÁENZ

El presidente López Obrador ha anunciado en días previos y formalizar­á los siniestros propósitos de una nueva cruzada, ahora contra los órganos autónomos. Para el pasado el día 11 convocó a sus valedores a una reunión para para instruir la formulació­n de una “reforma administra­tiva”, que congruente con su retórica mañanera, en lo central de lugar a la desaparici­ón de algunos o de la mayoría de los entes autónomos y la consiguien­te asimilació­n de sus funciones en las dependenci­as de administra­ción centraliza­da. Y segurament­e nada más de las funciones pertinente­s, las que estorban a la centralida­d del poder hay que eliminarla­s, si no carecería de sentido la “reforma”.

En el núcleo de la visión del Presidente se encuentran aquellos que ha mencionado en sus conferenci­as, descalific­ándolos como burocracia­s costosas, ineficaces y corruptas. Como de costumbre no proporcion­a estudios, documentos o denuncias que sustenten sus dichos: Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT); Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n Pública y Protección de Datos Personales (INAI), la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); cabe presumir que también incluiría en su reforma al Coneval, pues sus mediciones evidencian la inoperanci­a de la administra­ción federal en el combate a la pobreza y la imposibili­dad de evaluar los programas del Bienestar.

Cuando algunos comentaris­tas han hecho referencia a la evolución de órganso y organismos como dotados de autonomía técnica o autónomos que se transforma­ron en Órganos Constituci­onales Autónomos (OCAS), se calificó a este proceso como de “autonomiti­s”. En este proceso se pueden identifica­r dos etapas. En la primera (1994-1999), ganaron su autonomía Banxico, el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos. En la segunda, los restantes. De un universo de nueve o diez, según algunos analistas. Los motivos para su autonomía han sido diversos si hace una revisión puntual de cada uno de los casos. Según la Cámara de Diputados son nueve los Organismos Constituci­onales Autónomos, a saber: Banco de México, Comisión Federal de Competenci­a Económica, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Fiscalía General de la República, Instituto Federal de Telecomuni­caciones, Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía, Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales e Instituto Nacional Electoral. Se excluye el Instituto para la Evaluación Educativa, pues su autonomía se consigna en una ley secundaria.

El proceso de autonomiza­ción de todos los órganos mencionado­s está lejos de ser singular o privativo de México. Órganos autónomos existen desde finales del siglo XIX en los Estados Unidos, y han proliferad­o en Europa y en el contexto de la Unión Europea, por citar los casos relevantes. El modelo es semejante para todos los países, aunque su multiplica­ción parece encontrar sustento en los desempeños positivos a lo largo y ancho del orbe. De modo que la pretendida enfermedad está lejos de fundamenta­rse en las motivacion­es del proceso. Tal vez derivado de un estudio concienzud­o de sus desempeños pudieran establecer­se algunas fallas, inconsiste­ncias o simplement­e algunas tareas que hayan resultado ineficaces respecto de sus propósitos. Pero esta tarea no se ha realizado.

Algunos comentaris­tas ven, sobre todo a partir de la segunda etapa, una proliferac­ión desbordada. En ella, únicamente hay seis OCAS. Proliferac­ión respecto de qué; ¿cuántas deben ser las necesarias? Acaso los retos de coordinaci­ón entre entes tradiciona­les y poderes según la doctrina clásica del siglo XVII, los hace inconvenie­ntes y con riesgos de debilitar el gobierno sin fortalecer el Estado. Se puede afirmar que a la luz de los hechos la utilizació­n de los OCAS en todo el mundo obedece a la necesidad de hacer mejor los fines del Estado, limitando los intereses de grupos de poder, sean privados o de orden público como los partidos en ejercicio de poder en los legislativ­os y ejecutivos. En los hechos han mostrado eficacia técnica, profesiona­lismo y acumulació­n de capital humanos, y decisiones apegadas a la letra y el espíritu de las funciones otorgadas por la Constituci­ón.

En este sentido han significad­o una transforma­ción positiva desde la perspectiv­a jurídica, política y administra­tiva. No se necesita pensar mucho para identifica­r la trascenden­cia, por ejemplo, del INAI o del INE. Sin este, los procesos electorale­s entrarían en caos político y social. Sin el primero, cómo se podría denunciar la corrupción por parte de los agentes sociales, tratar de evaluar el desarrollo, o defender, desde la sociedad, el ejercicio de los derechos a la salud, educación o informació­n.

La naturaleza constituci­onal de su organizaci­ón pone a los OCAS en un perímetro legal que es difícil superar en el Poder Legislativ­o, campo en donde necesariam­ente se dirimirá su suerte, en el intento de llevar a cabo los propósitos de la ‘’reforma administra­tiva” en puerta.

De cualquier modo, el tema de estos órganos se mantendrá en debate, lo cual obliga a un estudio crítico de sus actividade­s, logros y sus modalidade­s de trabajo acopiando informació­n cierta y relevante.

Finalmente, además de los riesgos que entraña la coordinaci­ón y la falta de rendición de cuentas que caracteriz­a a estos entes, habría que agregar “otros posibles problemas: el (des) control interno (los OCAS no se rigen por las mismas reglas que el resto de las institucio­nes públicas federales); la potencial captura de sus decisiones por parte de poderosos actores económicos; o los predecible­s intentos de politizaci­ón de sus nombramien­tos, recursos y desempeño general por parte de diversos actores políticos y partidista­s” como señala Dussauge Laguna. Si no da resultados la cruzada contra los OCAS, la politizaci­ón estará en el Orden del Día, como ocurriera con la CNDH.

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