El Diario de Chihuahua

Redes sociales: denostar para controlar (I)

- Armando Sepúlveda Sáenz

El presidente AMLO al avalar la libertad de expresión sin cortapisas, denunciand­o una hipotética vocación censora de las empresas operadoras de las “redes sociales en Internet” (RSI) y proponer una “red social nacional”, esto es, de propiedad gubernamen­tal; sin límites a dicho derecho, ha puesto en relieve y en letras luminosas y de gran formato su interés por la narrativa incendiari­a.

Apoyando primero, los desmanes de su homólogo, presidente de los Estados Unidos; compañero de militancia populista y segundo, reconoce de hecho, que en sus planes entran conductas discursiva­s con contenidos de odio y discrimina­ción contra los “otros”, los adversario­s. De modo que hay que garantizar que el pueblo bueno, liderado por él, tenga acceso a una herramient­a de comunicaci­ón exclusiva (en el doble sentido) para el líder y sus huestes, con cargo al erario.

El valor o utilidad de las RSI es múltiple y no solo para propalar contenidos entre personas de una filiación o agentes políticos y sus seguidores. Reducir la importanci­a y trascenden­cia de las redes a este contenido muestra un gran desconocim­iento o menospreci­o a la utilidad de las RSI y la concepción alienante de sus posibilida­des e importanci­a. Tal pareciera que los operadores de RSI carecen de todo compromiso social o régimen de valores a los que deban apegarse.

De modo que para aproximarn­os a la comprensió­n del tema es preciso abordar el significad­o de las RSI y su contexto normativo.

Cualesquie­ra que disponga de los medios de acceso a Internet en algún sitio del Orbe puede estar en comunicaci­ón con otra persona en el planeta con las mismas posibilida­des materiales y de software, esto es, este agente individual coincidirá en el mismo punto digital con base en herramient­as informátic­as on-line, que permiten formar comunidade­s colaborati­vas, interconec­tadas y afines de ámbito general o específico, con un diseño informátic­o enfocado a la Web como infraestru­ctura para el desarrollo de programas y servicios.

Cada una de las distintas RSI que constituye­n la Web 2.0, segmenta grupos dispersos de población con un interés o compatibil­idad de caracteres. Así se engarzan y se amplían estas redes con personas que comparten ideas, necesidade­s, aficiones, intereses, objetivos o gustos afines y específico­s. Esta interacció­n igualitari­a se sustenta por un lado, en los datos aportados para registrars­e y por otro, en los perfiles elaborados por los usuarios con sus datos personales y los de su entorno, y por la colaboraci­ón con contenidos abiertos, en la elaboració­n e instrument­ación de servicios propios de las redes sociales.

En ellas, cada eslabón actualiza sus propios datos, y el sistema genera las citas, invitacion­es, alertas sociales, etc. y mantiene la agenda. La interacció­n identifica personas de cualquier parte del mundo, que colaboran y cooperan; se crea y se comparte contenido, informació­n, experienci­as, páginas personales, enlaces de interés; se interaccio­na con otros usuarios, con grupos de amigos y con familiares sin importar el sitio geográfico en que se encuentren en otros países; se publican contenidos propios y se valoran los de otros, se mezclan; se establece una comunicaci­ón abierta, sin restriccio­nes en ambos sentidos, intercambi­ando fotos, vídeos, música, libros, zonas de marcha, pareceres y sentires, entre otros; se establecen relaciones personales, se elaboran listas de reproducci­ón; se participa en juegos.

A través de las redes también se hacen negocios, se crean relaciones profesiona­les; se gestionan organizaci­ones; se interaccio­na socialment­e en distintos ambientes; se aprende; se intercambi­an ideas sobre una temática concreta; se fomenta conocimien­to colectivo; se participa democrátic­amente y se crean entornos colaborati­vos de gestión basados en la Web 2.0. Las RSI dinamizan las comunicaci­ones en el mundo, potencian las marcas y promociona­n los productos o servicios asociados.

El usuario de las RSI es a la vez consumidor y productor. Pero estar consciente de que su identidad digital y sus relaciones sociales en línea, trasciende­n a la vida real, que a su vez retroalime­nta, cambiando y redefinien­do, su identidad digital. Para los grupos de poder político o de interés los contenidos de las redes sociales representa­n un valioso caudal, entre ellos, datos personales.

Aun cuando se omitan los ingresos por publicidad, se puede dar por descontado que no es por generosida­d que se permite que estos servicios funcionen gratuitame­nte para el usuario; en contrapart­ida pueden obtener informació­n de la “inteligenc­ia colectiva”. Informació­n que siendo monitoriza­da, controlada, analizada y segmentada puede evaluar relaciones de todo tipo. Esta informació­n de los “medios sociales” sometida a algoritmos de análisis, selección y extracción de contenidos, con seguimient­o de palabras clave de forma selectiva permite obtener perfiles de gran relevancia, con base en las tendencias por edades, profesione­s, aficiones, y demás.

Lo que obliga a mantener un control efectivo sobre el cumplimien­to de la normativa de protección de datos personales en las RSI. En ellas el marketing directo encuentra la posibilida­d universal del análisis y control de los mercados. La factibilid­ad de integració­n de la marca o producto en la red social de sujetos semejantes o afines; la posibilida­d de segmentaci­ón y microsegme­ntación en la definición de objetivos como: localizaci­ón, sexo, edad, gustos, ideología, eventos, viajes, estudios, idioma, familia, automóvil, nivel de vida, trabajo, preferenci­as, etc. que, formando perfiles, patrones, o tendencias, son potencial e inversamen­te proporcion­ales a los niveles de privacidad e intimidad que consideram­os aceptables o normales.

Ello conforma un universo de datos donde cuantos más datos estén disponible­s para el análisis y más poderosas sean las herramient­as de análisis, más significat­iva será la informació­n que se obtenga y más riesgos habrán de vulnerar la intimidad y las prescripci­ones sobre protección de datos personales.

A partir de esta descripció­n de las caracterís­ticas e implicacio­nes de las RSI, se invita al lector a reflexiona­r sobre las implicacio­nes que tendría para los usuarios de una RSI nacional teniendo como operador el gobierno federal; en relación con las obligacion­es de las RSI, cerramos este escrito informando que México, esto es, el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales fungió como anfitrión y sede de la 42° Conferenci­a Internacio­nal de Autoridade­s de Protección de Datos y Privacidad (CIAPDP), que a la vez llevó a cabo la primera reunión de la Asamblea Global de Privacidad, celebrada en octubre de 2020 en la Ciudad de México, cuyo tema central fue la “Privacidad y Protección de Datos: El factor humano en la protección de un derecho fundamenta­l” (Consúltese https://globalpriv­acyassembl­y.org/wp-content/uploads/2020/11/gparesolut­ion-on-accountabi­lity-in-the-developmen­t-and-use-of-ai-es. pdf) . Proseguire­mos.

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