Peligroso comer frente a la pantalla
Desde las redes sociales hasta los videojuegos, pasando por la televisión y las plataformas de contendido en streaming. No importa de qué forma nos expongamos a esta distracción, las consecuencias sobre nuestra alimentación son igual de nocivas.
La profesora de nutrición de la Universidad Europea y secretaria científica de SEDCA (Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación), Andrea Calderón, señala que uno de los inconvenientes puede deberse, en el caso de los trabajadores, a la falta de tiempo.
En el caso de niños y jóvenes entra en juego el factor entretenimiento: “Cada vez hay más estudios sobre el tiempo que pasan los niños y adolescente viendo pantallas, entre 3-4 horas de media“.
El tiempo que están comiendo, también están con las pantallas. Esto hace que coman más y de peor calidad. Porque ver una película o jugar a los videojuegos se asocia a tomar comida chatarra, productos de mala calidad nutricional o ultraprocesados”, comenta Calderon.
De ahí la necesidad de limitar las horas diarias del uso de pantallas. En especial a los niños, los más perjudicados por las deficiencias alimentarias.
El problema radica, añade la nutricionista, en que “frente a las pantallas, muchas veces, centras toda la atención en lo que estás viendo y no en lo que estás comiendo”.
Habla, además, de la falsa creencia de tener que comer hasta estar saciados por completo. “Eso no es del todo cierto”. Menciona el concepto del eje intestino-cerebro. Es decir, nuestro sistema digestivo conecta con nuestro cerebro. “Lo que pasa es que cuando tu vas comiendo y tu cuerpo piensa que es suficiente se mandan señales hormonales de tu intestino para avisarte de que ya estás lleno”.
Sin embargo, “al estar focalizados en otra tarea esta conexión puede fallar, dejando de ser consciente de lo que estamos ingiriendo. No nos damos cuenta de que estamos saciados”, advierte .
Al inhibirse la señal de aviso, sufrimos las consecuencias. La experta destaca algunos de los efectos perjudiciales. Entre ellos que “al terminar, nuestra ingesta de calorías con lo que conlleve de grasas, es más alta de lo que el cuerpo necesita y más alta de lo que habríamos comido si no estuviéramos frente a una pantalla. De ahí viene, que entre comillas, te des atracones más grandes de comida”.