Estrés, memoria y cerebro
Cuando los problemas o situaciones graves nos alcanzan no nos morimos y aprendemos a soportarlo
Esas diferencias en la resiliencia de las personas vienen determinadas por factores genéticos, educativos y por la huella que dejan en cada individuo sus propias experiencias personales.
Así, la resiliencia también podría estar condicionada por la propia experiencia estresante, su contexto y el modo particular en que cada individuo la afronta. Eso es lo que han tratado de conocer un grupo de investigadores del Instituto de Neurociencias y el departamento de Psicología de la universidad de Princeton (New Jersey, EEUU) mediante un experimento con ratones, cuyos resultados han sido recientemente publicados en la prestigiosa revista Nature.
Previamente, ya se sabía que la liberación de la sustancia dopamina en el núcleo accumbens, un lugar del cerebro implicado en la gratificación y el aprendizaje, se altera en los ratones en situaciones de estrés, pero faltaba saber por qué y la importancia que eso pudiera tener.
Ahora, los investigadores sometieron a cada uno de los ratones experimentales a una serie de 10 derrotas en lucha, una cada día sucesivo, frente a un agresivo y cada vez nuevo congénere, un procedimiento conocido como derrota social. Generalmente, los animales susceptibles al estrés adoptan posturas de sumisión y huida más frecuentemente que los animales más resilientes.
En este experimento se observó que los ratones que en los análisis mostraron más liberación de dopamina ante la aversiva proximidad del agresor y al inicio de la lucha fueron también los más resilientes, según se vio en las pruebas conductuales de acercamiento al agresor tras las sesiones de derrota.
Por el contrario, los ratones que mostraron la mayor liberación de dopamina al final del ataque y el inicio de su huida, es decir, en los momentos de alivio de la situación, fueron los menos resilientes, los más susceptibles al estrés y sus negativas consecuencias (ansiedad, depresión).