El Diario de Chihuahua

Destruir la espada para ser libre

- P. Fernando Pascual (El Observador de la actualidad)

Entre las historias de conversión que se produjeron gracias a la vida sacerdotal de san Vicente de Paúl, hay una que ayuda a comprender lo que significa desprender­se de algo muy querido para así llegar a ser realmente libres.

Un caballero saboyano, el conde de Rougemont, tenía una gran habilidad en el uso de la espada. Con frecuencia, aceptaba o pedía duelos, en los que vencía fácilmente.

En una ocasión, fue a visitar al entonces párroco Vicente de Paúl. Tras escucharle, se convirtió de un modo fulminante. Vendió sus posesiones en la zona de Rougemont, y con el dinero empezó a ayudar a la Iglesia.

Además, se dedicó a atender a enfermos y mendigos en un hospital. Pero todavía no se había desprendid­o de algunos bienes, pues su director espiritual no se lo permitía.

Sin embargo, en su interior notaba que Dios le pedía un nuevo paso de generosida­d y desprendim­iento. Tenía que dejar a un lado algo a lo que tuviese afectos desordenad­os. Pero, ¿qué podría ser ese algo?

Tras analizar lo que era su vida, lo que tenía, lo que recibía de otros, se fijó en su espada, y se preguntó por qué la llevaba consigo. El mismo Vicente de Paúl cuenta lo que ocurrió en ese momento:

“¿Por qué la llevas? pensó; ¿podrías pasar sin ella? ¡Cómo! ¡Dejar esta espada, que tan bien me ha servido en tantas ocasiones y que, después de Dios, me ha sacado de tantos peligros! Si alguien me atacara, me vería perdido sin ella. Pero también es verdad que podría surgir algún agravio y tú no tendrías el valor, llevando una espada, de no servirte de ella, y ofenderías a Dios enseguida. ¿Qué haré, Dios mío?, se dijo; ¿es posible que me trabe el corazón este instrument­o de mi vergüenza y de mi pecado? No encuentro ninguna otra cosa que me tenga atado más que esta espada; sería un cobarde si no me desprendie­ra de ella. Y en aquel momento vio una piedra grande; se bajó del caballo y, ¡tris, tras, tris, tras!, la rompió finalmente, la hizo pedazos y se marchó”.

Ese gesto pudo parecer difícil a aquel hombre deseoso de una auténtica vida cristiana, pero precisamen­te su fe le permitió llevarlo a cabo. El resultado no se hizo esperar: empezó a ser libre. Así lo narra Vicente de Paúl:

“Me dijo que aquel acto de desprendim­iento, al romper aquella cadena de hierro que lo tenía preso, le dio una libertad tan grande, que, a pesar de ser contra la inclinació­n de su corazón, que amaba a esa espada, ya nunca tuvo afecto a las cosas perecedera­s; solamente buscaba a Dios”.

Cada uno puede analizar su corazón y ver si no existe algún afecto, algún objeto, que impide llegar al verdadero amor, porque ese afecto nos ata a los bienes terrenos.

Puede parecer muy difícil llegar a romper una espada, o cualquier otro objeto que consideram­os precioso. Pero lo que importa es alcanzar esa libertad interior que se logra cuando nos ponemos en manos de Dios y estamos listos para que nos conduzca, día a día, en el camino del amor generoso y alegre.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico