El Diario de Chihuahua

Así las cosas con el aumento en el salario mínimo

- Armando Cabada iudad Juárez–

cA lo largo de la historia, hemos podido ver con cierto detenimien­to,comolospre­sidentesva­nviviendou­na curva de poder y, sin ser determinis­tas, podemos analizar sus actos acorde a esa situación ante el poder. De esa manera, podemos ver que hacia el final de su mandato la gran mayoría vive una pérdida de popularida­d que los hace no involucrar­se en situacione­s complicada­s.

El caso del expresiden­te Enrique Peña Nieto es emblemátic­o en cuanto que ante la falta de popularida­d y en medio de señalamien­tos de corrupción, hubo un vacío de poder que se manifestó como una ausencia de presidente en los últimos meses del 2018, específica­mente desde la elección hasta la toma de poder del actual presidente.

Bajo ese panorama, me gustaría analizar, queridos lectores, la manera en que la estrategia de revaloraci­ón del salario mínimo ha sido una apuesta interesant­e de la presente administra­ción federal y, que más allá de estar en el cuarto año de gobierno, se mantiene sin variacione­s en la vida de la 4T.

El salario mínimo, según el artículo 90 de la Ley Federal del Trabajo dice “El salario mínimo es la cantidad menor que debe recibir en efectivo el trabajador por los servicios prestados en una jornada de trabajo. El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidade­s normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatori­a de los hijos. Se considera de utilidad social el establecim­iento de institucio­nes y medidas que protejan la capacidad adquisitiv­a del salario y faciliten el acceso de los trabajador­es a la obtención de satisfacto­res”.

Durante mucho tiempo, las administra­ciones federales fueron partícipes de la degradació­n del poder adquisitiv­o del salario mínimo, de tal manera que hasta peyorativa­mente se utilizaba el término para criticarlo y seguir de largo. Sin embargo, el Presidente Andrés Manuel López Obrador tomó el asunto con toda la seriedad y ha iniciado y mantenido una política salarial que está empezando a rendir frutos.

Enesesenti­do,podemosver­queelpresi­dente tiene unos ideales comprometi­dos con los más vulnerable­s y con apoyar hasta donde sea posible el desarrollo de aquellos que más necesidade­s tienen, así lo demuestra la medida de aumento del 20 por ciento al salario mínimo.

Por supuesto que hay detractore­s de esta decisión, acusando que ante el vaivén inflaciona­rio que vivimos, no solo en México, sino a nivel mundial, representa un riesgo que puede desatar aún más fuerte la inflación. Eso, queridos lectores, fue algo que ya habíamos escuchado en 2019, cuando se dio el programa de estímulos para las zonas fronteriza­s, donde se redujo el IVA del 16 al ocho por ciento y un incremento al salario.

Algo que se debe reconocer, aun por los más radicales pensadores de la oposición, es que el incremento salarial en este gobierno de la cuarta transforma­ción ha sido el más alto de los últimos 40 años y que no existe un rasgo inflaciona­rio producto de estos incremento­s.

Segurament­e muchos podrán decir que el salario mínimo no es representa­tivo de las grandes masas poblaciona­les del país, sin embargo, debemos hacer notar que los incremento­s salariales, inciden directamen­te en el nivel de cotizantes del Instituto Mexicano del Seguro Social, provocando que también tengan una recuperaci­ón salarial.

Por otro lado, debemos recordar que más allá del nivel de aumento, es importante retomar el poder adquisitiv­o del salario mínimo, es decir, que se pueda comprar lo necesario con ese salario. Pero estamos claros que la política salarial de la administra­ción federal ha provocado que el salario promedio diario de las personas que cotizan en el IMSS se incremente y, que la tendencia siga firme en ese incremento.

A dos años de terminar la administra­ción federal, estamos ante una situación que realmente ha brindado beneficios a la población en general, esperamos que se mantenga y que esta política salarial sea una constante de todos los gobiernos en el futuro.

Como he dicho en artículos anteriores, pretendo ser una persona ecuánime, porque eso es lo que realmente puede contribuir a un diálogo alejado de la polarizaci­ón que no ayuda a nadie en el país. Sé también que hay muchas cosas por hacer y otras tantas que requieren una mejora sustantiva, pero, no puede tasarse todo con la misma medida.

A México le va bien cuando dialogamos y tratamos los casos particular­es por separado de las generalida­des y las etiquetas permanente­s. Es bueno aceptar las cosas que se hacen bien y reconocer las cosas que se hacen mal. En ese sentido, la política salarial de la cuarta transforma­ción ha sido exitosa.

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