Nuevas ‘modas’: riesgo latente
Hasta hace muy pocos años -15, si mucho-, las modas más peligrosas estaban focalizadas en dos problemas graves, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud: anorexia y bulimia. Incluso, a principios de siglo, se había catalogado a la bulimia y la anorexia como las “modas” de mayor peligro para los adolescentes, particularmente niñas y mujeres jóvenes.
Se consideró en ese momento -estamos hablando de 2001 a 2005-, que ambos trastornos alimenticios habrían rebasado las estrategias de contención en los países más desarrollados, como Estados Unidos, Japón, Canadá y hasta Finlandia o España, considerados, estos dos últimos, como pilares en el combate a tan riesgosos padecimientos.
En México, de acuerdo a la última estadística de las autoridades encargadas de vigilar, combatir y diseñar estrategias para contrarrestar los trastornos alimenticios, al menos tres de cada 10 personados entre ocho y 18 años de edad, padecían una modalidad en la forma de alimentarse de manera inadecuada.
Cuando hablamos de “inadecuada”, la referencia es en dos sentidos: uno, la evacuación voluntaria de alimentos y, dos, la contención del consumo de nutrientes que le den al organismo la capacidad de sobreviviencia para el desarrollo del organismo.
La pérdida de peso provocada de manera voluntaria por una persona, puede ser considerada como un trastorno alimenticio, pues se trata de evitar, primero, la ingesta de nutrientes y, segundo, la evaluación de la mayor parte de los alimentos consumidos.
En el esquema clínico más simple, la anorexia y la bulimia eran considerados, hasta hace dos décadas, los más grandes problemas que se ubicaron como “modas” entre adolescentes y niños o niñas; incluso, la pérdida de peso corporal se asoció tanto a una estimación dañina, que en países de Europa fue prohibido que las modelos de pasarelas registraran un peso corporal menor al adecuado de acuerdo a su edad y tamaño.
Se llegó a legislar, además, que la profesión de modelaje debía tener determinadas características como peso, complexión, figura, talla y hasta nutrientes debidamente acreditados por un profesional de la medicina o especialista en nutrición.
Pero parece que todo quedó en un intento de legislación, porque el problema había rebasado los límites de la tolerancia social; al cabo de los años, el negocio de las pasarelas ignoró las recomendaciones legales y, hoy en día, muy pocos países se apegan a los estándares que se crearon para proteger la salud de miles de niños, niñas y adolescentes que querían ser profesionales de las pasarelas.
Fíjese: si estas modas eran peligrosas, hoy en día tenemos que lidiar -tenemos, todos, todas, gobiernos y sociedades-, con otras que están matando (literalmente), matando a nuestros hijos e hijas en una serie televisiva de terror llamada “aguanta” lo más que puedas.
En efecto: los retos virales que se han convertido en una “moda”, hoy ponen en riesgo a nuestros jóvenes y parece que nadie, o casi nadie, quiere tomar la responsabilidad o, al menos, la posibilidad de detener que los muchachos de maten porque eso es: pare que se quieren matar y nadie los estamos frenando.
El challenge o “reto peligroso”, se ha convertido en una “moda” que atenta contra la vida, la dignidad, la integridad y los derechos de los niños, niñas y adolescentes sin que haya algo que pueda detener ese crimen que nos obliga, como sociedad, a generar alertas rojas y encender los focos para considerar los peligros extremos.
Los niños, niñas y adolescentes, se han “retado” a asfixiarse, a tomar medicamentos controlados, a intentar matarse a la vista de todos (dije a la vista de todos porque lo hacen a través de las redes sociales) y nadie hacemos algo para detenerlos.
Se colocan artefactos mortales, se ahorcan hasta llegar a los límites de la oxigenación, consumen drogas, medicamentos controlados (¿cómo los consiguen?), hacen todo tipo de estupideces para colocarse en la raya entre la vida y la muerte, con tal de “ganar” un reto. Y lo hacen en “vivo”, para que todos veamos que son valientes.
Esas “modas” que colocan a nuestros hijos en situaciones por demás peligrosas, son producto de una ola de redes sociales que controlan sus voluntades, como zombies, a través de “líderes” que dan órdenes, generan instrucciones y hasta obligan a nuestros niños y adolescentes a cometer actos suicidas para volverse “famosos”.
Las modas peligrosas tienen nombre y apellido. Como padres de familia, mamás, papás, abuelos, hermanos, tías y amigos o amigas, estamos obligados a detener esos actos suicidas que nos llena de espanto, pero que se reproducen por cientos, por miles, a través de las redes sociales y no queremos darnos cuenta… ¿o sí? Al tiempo.