Romance y tragedia: la historia del Callejón del Beso
Si existe un lugar en México que celebre el amor más que cualquier cosa es Guanajuato. Este lugar tan emblemático de la cultura general del país se engalana con un spot que además de ser hermoso, es el escenario de una historia de amor tan típica y al mismo tiempo tan única que nos permite adentrarnos en la historia del esta ciudad y claro, enamorarnos un poco más del amor. Hablamos del Callejón del Beso.
Hemos visto miles de fotos en el Callejón del Beso, cuyos protagonistas suelen ser enamorados que, como marca la tradición se ponen al frente de él y se dan un romántico beso que queda para la posteridad. Pero esta tradición no es gratuita, la leyenda dice que cualquier pareja que pise dicho callejón debe pararse en el tercer escalón y darse un romántico beso para vivir siete años de felicidad, o de los contrario todos esos años serán de desdicha y mala suerte.
El Callejón del Beso es más bien una calle muy estrecha compuesta por dos casas pintadas de rojo y naranja, cuyos balcones se encuentran en las alturas a menos de un metro de distancia, lo que permite platicar con alguien de terraza a terraza y que, fue uno de los motivos por los que nació la historia de amor que lo volvió famoso.
Amor y celos
La leyenda que se esconde en el Callejón del Beso es una historia de amor entre dos personas: Carmen y Don Luis. Ella era una jovencita hija de un hombre muy celoso, quien la tenía encerrada en casa para que no conociera a ningún hombre, pues él quería que contrajera nupcias con un adinerado hacendado o bien, que lo cuidara en su vejez. Sin embargo, ellos vivían en el callejón, por lo que Carmen lograba salir a tomar el aire fresco a esta estrecha calle.
Su padre pensaba que estando ahí no sufriría el acoso de otros caballeros, principalmente mineros a quienes despreciaba por su oficio, y no se preocupaba tanto por dejarla tomar el aire. Pero el misógino padre nunca midió el “peligro” que su hija corría aún estando en esta estrecha calle, pues Carmen conoció a un hombre, a Don Luis, un minero humilde que, a diferencia de ella y su padre no poseía riquezas ni una vida a acomodada en un callejón, sino que era un trabajador que acudía a la iglesia constantemente.
Carmen, siendo parte de una familia católica convenció a su padre de que la dejara ir a misa cada domingo sin falta, y éste, con tal de que su pequeña se empapara de las enseñanzas bíblicas que dicen que las mujeres deben ser santas y mantenerse alejadas del peligro o de la tentación, le permitía asistir sin chistar.
Ella era inteligente y sólo quería ser libre del yugo de su padre, así que se escapaba del callejón a la iglesia para rezar y para ver a Don Luis; sin embargo, una de aquellas escapadas resultó un caos, pues el padre encontró a Carmen en medio de una escena conmovedora con su amado, ya que él le estaba dando agua bendita de sus manos, y además de amenazarla con encerrarla en casa bajo llave o bien, en un convento, le aseguró que se casaría con un adinerado español.
A través de su nana, Doña Brígida, Carmen le envió una carta a Don Luis en la que le contaba los maléficos planes de su papá y éste estaba tan enamorado de Carmen que pasó varias tardes aufera de su casa buscando la manera de entrar. Así descubrió el callejón y la cercanía entre casas, así que juntó sus ahorros (que no eran muchos, debido a que su sueldo era escaso) y averiguó quien era el dueño de la otra casa del callejón… y la compró.
A escondidas
Sin que se enterara el papá de Carmen, Don Luis y su amada pasaban largas jornadas nocturnas platicando a través de los balcones del callejón y al despedirse lo hacían con un tierno beso de amor. No obstante, como toda historia dramática, el amorío no terminó bien.
Una noche, el padre escuchó murmullos y al entrar a la recámara, vio a la pareja darse un beso y la ira lo invadió. Violento como era, tomó una daga que entre forcejeos y golpes, clavó en el pecho de su hija, pues prefería verla muerta que con Don Carlos.
El enamorado sostuvo a Carmen entre sus brazos y la besó sabiendo que ése sería el último. Días después, Don Luis se lanzó al vacío desde la Mina de la Valenciana, pues no soportaba vivir sin la bella chica del callejón y desde entonces, es un lugar mítico para toda pareja de enamorados que camina por Guanajuato.
Los visitantes y residentes de Guanajuato le llamaron el Callejón del Beso, lugar en el que tuvieron sus primeros encuentros para conmemorar el amor más puro y que, por tradiciones anticuadas, se terminó de forma violenta.