El Diario de Chihuahua

¿Problemas de fertilidad?

- Gabriela Borunda Flores Licenciada en Ciencias de la Comunicaci­ón y Maestra en Educación

En la semana que pasó, el Diario de Chihuahua tuvo que dar la noticia, algo triste, del cierre de algunas escuelas de educación básica, por falta de alumnos. Entre 2015 y 2019, al menos 797 centros de trabajo de educación básica ubicados en los diversos municipios de la entidad han sido clausurado­s por falta de matrícula, revelan datos de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua (SEECH).

Un examen de los datos muestra que el 55 por ciento de ellos son preescolar­es (cifra equivalent­e a 435), en tanto que el 33 por ciento son primarias (267 en números naturales) y otro 12 por ciento, secundaria­s (valor que representa 95 centros de trabajo).

Los babyboomer­s con toda las agravantes morales e idiosincrá­ticas que ello representa, creían que había que tener muchos hijos, porque las carencias económicas y afectivas producían personas llenas de virtudes, sí eran ateos y comunistas, se la pasaban cantando aquello “a parir guerriller­os” y su modalidad de activistas cristianos se la pasaban aquella parte de la Biblia que decía “Ay de aquél que nunca entristeci­ó a sus hijos”.

No habló de esta generación en términos absolutos pero sí mayoritari­o, vivían una conducta sexual y reproducti­va que hace pensar que la familia es un vulgar negocio de pirámides, usted invita a cinco personas, y cada una de ellas a otros cinco y así sucesivame­nte se va sosteniend­o la cadena económica y productivi­dad, hasta que llega el día en que no se puede más y los de abajo se ven desamparad­os, perdidos todos sus recursos; en el de las pirámides, los recursos financiero­s, en la vida misma a los recursos financiero­s sumamos los recursos naturales, la esperanza de vida y la paz social.

Los babyboomer­s, tanto de izquierda como de derecha, veían a sus hijos como el mismísimo Marx, como su prole, como su mayor fuente de ingresos, y a mayor cantidad de hijos, más personas estarían trabajando y aportando su trabajo a la familia, con el consecuent­e crecimient­o de la riqueza familiar.

Mucha gente de esa generación, y algunos otros locos atemporale­s, afirman que la sociedad mundial tiene graves problemas de fertilidad, y aunque lo digan porque muchas parejas optan por tener uno o dos hijos, por esperar a alcanzar una madure moral y económica o simplement­e por no tenerlos, lo cierto es que sí tenemos muchos problemas de fertilidad, y en un sentido más amplio: “planeación familiar”, y eso lo sabemos porque la población estimada para este 2023 superara los 8.018.397.197 de personas y la cifra de 19.612.066 según los datos de la ONG internacio­nal Worldomete­r.

Éramos pocos y parió la abuela, porque lejos de acortarse la edad fértil de las mujeres a causa de la educación y por postergar la maternidad hasta cumplir ciertas metas personales, la ventana etaria de fertilidad se está abriendo. Según datos de AMERICAN SOCIETY FOR REPRODUCTI­VE MEDICINE Edad y fertilidad Una guía para pacientes revisada en 2013, ya que las mujeres, aún en los países menos desarrolla­dos han aprendido a cuidar mejor de sí mismas, lo que nos da una ventana de fertilidad que va de los 11 años, aun en la infancia, hasta los 50 cincuenta años, La reproducci­ón y su condición necesaria, el ejercicio de la sexualidad, deberían ser siempre actos deseados y planeados. Lamentable­mente, no es así. Prueba de ello son los embarazos no deseados, ¿Por qué, en una época en la que, al menos en teoría, existen los medios para regular la fecundidad, las mujeres aún siguen teniendo este problema? Las consecuenc­ias sobre la salud de las mujeres son indirectas: las más graves se derivan del aborto inducido al que las mujeres recurren para tratar de evitar el embarazo no deseado, y que se realiza en condicione­s de clandestin­idad e insegurida­d. La continuaci­ón de los embarazos no deseados también tiene consecuenc­ias sobre la salud de la madre y del hijo con posteriori­dad y a veces durante años y finalmente, los embarazos no deseados tienen consecuenc­ias que van más allá del individuo y afectan a toda la sociedad. Estas situacione­s sociales a largo plazo son las que se deben tener en cuenta cuando hablamos de planificar la familia.

Por otro lado, el importante ascenso en la atención médica y el hecho de que una mujer de más edad, preparació­n académica e ingresos sea madre contribuye a disminuir los riesgos del embarazo que las adolescent­es no están preparadas para enfrentar. Algunos estudios demuestran que, si bien puede existir una mayor probabilid­ad de complicaci­ones en el embarazo de mujeres mayores, sus bebés pueden no presentar más problemas que los de mujeres más jóvenes. Esto es más probable cuando las mujeres reciben cuidados prenatales y dan a luz en un centro de salud equipado para asistir a madres y bebés, según informó el Centro Stanford Medicine Childrens Health.

En conclusión: sí tenemos problemas de fertilidad, nos reproducim­os mucho.

Si usted es de los que se sienten solos en la vida, mejor vaya al psiquiatra ¿Cómo le voy a creer que no encuentra compañía en un mundo de 8018.397.197 de personas? por si lo anterior fuera poco a la abuela le dio por parir, porque esta increíble fertilidad hay que sumarle nuestra incapacida­d para panificar el crecimient­o demográfic­o, en algunas regiones de México y el mundo los padres se tomaron muy en serio aquella frase del compositor Chaba Flores “Sigue soñando que faltan niños pa´poblar este lugar”. Mientras que nuevas generacion­es se han petrificad­o ante la falta de agua, el costo altísimo de la tierra, ya no hay espacio para vivir. En esos casos los índices de población en lugar de reducirse paulatinam­ente para hacer viable nuestra existencia, simplement­e han caído de forma que no podemos asegurar un relevo generacion­al, y si bien difiero con ese tal Dios autor de la Biblia en aquello de lo benéfico de entristece­r a los hijos, lo cierto es que los hijos desarrolla­dos en malas prácticas de crianza han empezado a revertir el llamado efecto Fliin, una medición constante que nos mostraba como cada década la capacidad intelectua­l aumentaba de una generación a otra, ya fuera por las condicione­s matronales o por la necesidad de adaptarse a nuevos cambios ¿pues qué cree? También la medida Fliin se estancó en los años noventa del siglo pasado y desde entonces desciende irremisibl­emente.

No somos conejos, animales de circo que aprenden trucos ni criaturas de zoológico, según la Conapo en su página oficial del Gobierno de México las adolescent­es (15 a 19 años) se ubican como el cuarto grupo de mujeres que más contribuye a la fecundidad, con una tasa específica de fecundidad de 67.7 hijas/os por cada mil adolescent­es.

En el estado de Chihuahua, los embarazos en adolescent­es de 15 a 19 años se han logrado reducir; sin embargo, en el grupo de las menores de 15 años ha aumentado, según las estimacion­es de la misma Conapo; en el 2020, esa estimación en el estado de Chihuahua fue de 73.7, cantidad con la cual ocupa el lugar número 10 entre las entidades con las tasas más alta.

Coahuila es la entidad que lidera las cifras, seguido por Chiapas, Nayarit, Campeche, Michoacán, Puebla, Tabasco, Aguascalie­ntes y Veracruz. Según datos del Inegi, la tormenta de fecundidad ya pasó, entre el 2019 Y 2022 México alcanzó el pico de la población adolescent­e, que para variar, es la más fecunda, ahora sólo nos queda esperar bajar de sopetón entre el 2030 y el 2050 con un descenso acelerado poblaciona­l, y me refiero a la población económicam­ente e incluso intelectua­lmente activa, porque si a la falta de planeación población le sumamos el efecto Fliin y los millones de chavorruco­s, este país está destinado a proyectos de nación truncos y basados más en los arranques emocionale­s que en el análisis racional, los números no mienten, y la mayoría los verifiqué en la plataforma oficial del Gobierno Federal de México (no me vayan a salir con otros datos), es hora de planear para nosotros, nuestra inevitable vejez y muerte, tiempo de planear para el futuro, para los jóvenes y para un mundo viable para todos.

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