Ecos de la defensa de la democracia
Mi voto no se toca
Desde que se me permitió votar ejercí ese derecho y siempre lo decido por candidatos y no por partido. Jamás he pertenecido a alguno ni me he inclinado por la oposición por ser oposición ni por el oficialismo por ser oficialismo. Soy de los mexicanos que realmente decidimos el resultado de las elecciones porque no soy de aquí ni soy de allá.
Lo ocurrido el domingo próximo pasado me quedó varias experiencias. Críticas constructivas. Faltó difusión en los medios tradicionales y no tradicionales. Las redes sociales son muy importantes pero no todo el mundo tiene acceso a ellas. Los medios habituales como los periódicos físicos, la radio y la televisión abierta no deben ser descuidados. Bien por el comportamiento de la gente. Nada de lacerar edificios públicos o privados, ni pintar con consignas nuestros ideales, ni vilipendiar a nadie, ni llegar con máscaras, paliacates cubre rostros, ni pasamontañas ni piedras, martillos, pinturas o fuego. Fuimos con la cara al aire. Sin miedo, sin temores, con nuestros valores por delante. Hicimos disciplinadas filas para fotocopiar la credencial del Instituto Nacional Electoral y otra para firmar la solicitud que se hará llegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Nadie intentó romper la línea ni brincársela sino que respetamos nuestro lugar y nuestro espacio.
Llegamos en santa paz, conservamos nuestros sitios, nadie nos tomó lista de asistencia y los políticos ahí presentes fueron considerados como lo que son, parte del pueblo. Solo escuchamos un recordatoria a la progenitora del presidente que nadie secundó ni aplaudió. No nos regalaron refrescos ni lonches ni los norteños burritos, ahí los compramos. De quien condujo el evento con micrófono en mano, simplemente bien. De los tres oradores –dos jóvenes y un adulto- sí, les faltaron tablas pero es que no son iluminados ni mesías ni adorados como semidioses. Son solo ciudadanos. Sí me gustaría que de la sociedad civil surgieran disertantes con mayor capacidad para prender a las multitudes, tal vez uno cercano a Guillermo Prieto a quien, al presentarlo le decían “la política hecha verbo” pero Roma no se hizo en 24 horas.
Como día de fiesta, nos tomamos selfies, fotografías en una gigantesca credencial del INE, ondeamos banderitas tricolores y hojas con nuestros reclamos. Los organizadores nos pegaron calcomanías y mucho optimismo y entusiasmo. Ahí nos encontramos amigos, compañeros, colegas, vecinos, conocidos, familiares. Porque finalmente todos somos Chihuahua.
Nos retiramos cuando lo decidimos porque no teníamos que pedirle permiso a nadie. Unos tomaron el sistema de transporte colectivo otros caminaron hasta sus coches estacionados a varias cuadras de distancia porque no obstaculizamos el tráfico, muchos se quedaron a platicar y a ponerse de acuerdo para ir a comer. El acto empezó puntualmente y puntualmente terminó. Escuchamos con atención los mensajes de quienes hicieron uso del templete. Y lo más importante, sabíamos el motivo de nuestra presencia, nada de que “yo vine porque me trajeron de mi trabajo o de mi partido o de mi sindicato o por el lonche y el frutsi”.
Junto con la basura los de limpieza también levantaron los epítetos de cómo nos ve el presidente. Nunca escuché “hola amigo conservador, cómo estás. Muy bien colega neoliberal, y tu familia fifí ¿qué dice?”. “Hola amiga aspiracionista ¿sigues aspiracionando?”. Tampoco vimos a ningún místico Aluxe porque no fumamos esa yerba ni comemos hongos alucinógenos ni somos místicos iluminados por los dioses ancestrales.
No faltó quien se hizo acompañar de su perro para darle la razón a Aristóteles con aquello del zoo politikón. Evidentemente nadie recordamos que esta reunión fue convocada –según el oficialismo- para defender a… ¿cómo se llama? Ah, sí, a García Luna, digno representante de una clase política corrupta que prevalece, que amenaza con convertirse en sempiterna y que carcome al viejo y al actual sistema político. Solo espero que ya no tengamos motivos de reunión para inconformarnos sino que sea para festejar la democracia.
A mii álter ego le encantaría criticar duramente a Yasmín Esquivel por no haberse retirado del SCJN. Pero no renuncia por valentía ni por soberbia ni por prepotencia. Simplemente no se lo permiten, hoy su voto vale diamantes en bruto. Más bruto que diamante.