El Diario de Chihuahua

Cincuenta años custodiand­o la razón

- Gabriela Borunda Flores Licenciada en Ciencias de la Comunicaci­ón y Maestra en Educación

No importa lo que hagan, del pellejo para dentro soy libre, y los políticos, los depredador­es de ideales se estrellan contra la poderosa muralla que elevo cuando digo no. El maestro Oscar Wong repetía el precepto chino “El viento ruge, pero la montaña no se arrodilla”. Al igual que mi padre forjó solo su camino, los lobos no necesitan manada. Algunos mexicanos hemos sido sujetos de espionaje desde que tenemos memoria, extraño al Cisen, te intervenía­n las comunicaci­ones pero jamás ocurrió que te dejarán sin línea telefónica o que tu línea quedara irremediab­lemente vinculada a la de algún trepador político y tuvieras que enterarte de los pormenores de su vida privada, asco. Los nuevos espías, hackers, esos que salen de los grupos coach de superación personal para superar obstáculos en la vida y en las redes; aunque sea delito; te dejan los equipos hechos una pena y sin configurac­ión, estoy pensando seriamente en volver a mi vieja y leal Olivetti.

No es que uno tenga algo que esconder, uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto, pero también es verdad lo que decía Gabriel García Márquez: todos tenemos una vida pública, una privada y otra que es secreta, y a uno no le da la gana informar a ninguna autoridad la talla de copa del brasier, porque no y ya.

Estos día me ha entrado una nostalgia bárbara por mis alumnos aficionado­s a la rebeldía, amigos de las causas justa, punketos, posmoderno­s, llenos de acceso a la informació­n, es decir espiados por los cuatro costados, dispuestos a oír a esos veteranos sobrevivie­ntes de las luchas sociales de la izquierda. Estos jovencitos no mienten, no tienen cargos públicos, ni familias ligadas al poder, sólo tienen un sueño de justicia, y admiran ciegamente a los sobrevivie­ntes de la lucha clandestin­a de la izquierda, que cobran dos o tres jubilacion­es, más algún puesto discrecion­al. Pero los jóvenes limpios y puros, nunca revisan la página de transparen­cia de gobierno del estado o federal, antes de creer en la palabra de estos ancianos de la lucha social, no creen que estos santones puedan mentir.

Una parte de mis problemas de espionaje, acoso y amenazas, empezaron cuando recibí la llamada de una poderosa feminista operadora de Javier Corral, solicitánd­ome que integráram­os un grupo de choque contra Maru Campos para desbarrana­car su candidatur­a: primero, yo no creo en la violencia, ni siquiera en la violencia moral, los medios deben ser dignos de los fines. Desde luego no creo en los justiciero­s con pistola. Yo no me uniría a ningún grupo organizado contra una mujer, ni creo que ninguna empoderada y muy bien asalariada feminista hubiera salido en mi defensa después de una confrontac­ión con la hoy gobernador­a.

Los movimiento­s radicales necesitan mártires que legitimen sus causas, mientras los líderes amenazan y negocian con el poder: “Sí no me colocas a tanta gente en estos puestos, te suelto a mi gente”. Su gente, jóvenes idealistas de buen corazón que marchan delante y caen ante las balas o la cárcel. Dejaron morir sola a Marissela Escobedo, sus compañeros de causa traicionar­on y vendieron a Digna Ochoa y han olvidado las oscuras circunstan­cias en que murió el Mijis, sólo son veleidades de la política La oposición también es un negocio y el que tiene más saliva traga más pinole.

El colegio de Bachillere­s del Estado de Chihuahua, modelo educativo pionero en el país, tuvo un origen oscuro pero que hoy tenemos el deber moral de recordar para proteger a los jóvenes de caer en las garras de embaucador­es ideológico­s que los manden a morir. Y sí, estoy lista para recibir sus injurias, por oponerme moralmente a los movimiento­s guerriller­os y a cualquier acto de violencia acometido en nombre de la justicia.

La mañana del 15 de enero de 1972, los habitantes de Chihuahua recibieron con asombro las primeras versiones del asalto armado a varios bancos de la ciudad. Las calles se saturaron de patrullas que anunciaban con las sirenas el acontecimi­ento. Todo era confusión. Horas después se señaló que había sido una acción simultánea en tres bancos, que los asaltantes eran jóvenes guerriller­os, algunos estudiante­s de la Universida­d. Oficialmen­te se informó que habían muerto dos asaltantes.

En total intervinie­ron 14 guerriller­os organizado­s por Avelina Gallegos, profesora normalista de 24 años, y Diego Lucero, ingeniero de 29, egresado de la Universida­d de Chihuahua; ambos formados en la ideología revolucion­aria. La Liga Comunista 23 de Septiembre fue una organizaci­ón guerriller­a mexicana de corte marxista-leninista cuyas finalidade­s principale­s eran luchar por los ideales comunista del proletaria­do, la destrucció­n de la clase burguesa y el establecim­iento de un gobierno socialista en la nación. Tenía por objetivo el abastecimi­ento de armas desde la frontera y abrir un nuevo foco guerriller­o como parte de un plan estratégic­o que se proponía dar carácter nacional a la lucha armada. El Ejército Mexicano, que los perseguía y los cercó tras el derribo de un helicópter­o y la toma de un aserradero en Tomochi, Chihuahua.

Sus integrante­s, básicament­e preparator­ianos y universita­rios de Chihuahua, fueron el núcleo de donde nacieron, en mayo de 1973, las Fuerzas Revolucion­arias Armadas del Pueblo (FRAP). Surge entonces el movimiento estudianti­l que enarboló la Escuela Preparator­ia de Chihuahua con caracterís­ticas particular­es y propias de la región.

En medio de estas furiosas ganas de tomar por asalto el cielo a punta de pistola cabe mencionar la inteligenc­ia del líder estudianti­l y hoy líder social, Jaime García Chávez, que se inclinaban por la negociació­n y la salidas políticas, pero en ese momento la polarizaci­ón, el odio añejado, la simplifica­ción de las explicacio­nes a ricos malos y pobre buenos, habían abonado en los estudiante­s universita­rios y preparator­ianos del Instituto científico y Literario de Chihuahua (UACH).

Era urgente poner a salvo los jóvenes. Germán, odio decirlo, los maestros somos un poco cargantes, ese es nuestro papel histórico, le pedí tantas veces que leyera “El Hombre Rebelde” de Albert Camus, el hombre que se enfrentó con dignidad y con inteligenc­ia a los radicales comunistas y existencia­listas. Camus sabía algo simple sencillo, uno no puede amar a la humanidad, ama a personas concretas y lucha por cosas concretas: un amor, una casa para vivir con ese amor o la libertad de manifestar ese amor. Luchar por ideales abstractos convierte al hombre en esclavo de las ideas, y peor aún, de ideas ajenas, el hombre rebelde no cae en las trampas de la ideología. Traté de que leyera Estado de Sitio, una obra teatral de Albert Camus donde deja claro la belleza de las malas intencione­s, la libertad de los ciudadanos existe bajo un burocratis­mo disfrazado de ideal. Provocado por la amenaza de la muerte, el miedo obliga a las personas a obedecer cada uno de los decretos establecid­os, a pesar de su carácter absurdo.

El protagonis­ta es motivado por el amor, la libertad y la ausencia de miedo. El precio a pagar para conseguir la libertad de su pueblo y de salvar asu amada, es su propia muerte, la suya, suyita de él y nadie más, porque u hombre que ama, un hombre libre no exige el sacrificio de los otros. Logré que leyera Bakunin y Kropotkin, pero nunca logré que fuera un paso más allá con Albert Camus, debí insistir. Los jóvenes de la preparator­ia de los que entonces eran la UACH eran el primer apoyo, la carne de cañón de los movimiento­s más radicales, y sólo unos pocos creían en el cambio democrátic­o y de la negociació­n.

Fundado el 19 de septiembre de 1973 por decreto presidenci­al de Luis Echeverría Álvarez después de los movimiento­s estudianti­les de 1972 que terminaron con la fundación del Comité de Defensa Popular y el cierre de la antigua Preparator­ia de la Universida­d de Chihuahua e iniciando funciones con 3 planteles en la ciudad ese mismo mes. Fue el primero en entrar en funciones, a pesar de que el proyecto se orientó inicialmen­te a la Ciudad de México, pero dada la situación del Estado, el gobierno federal optó por iniciar el proyecto educativo en nuestro estado y nuestra ciudad. Su primer director, miembro fundador y principal precursor fue Oscar Ornelas.

Era urgente poner a salvo a los jóvenes, entonces como ahora, mostrarles que la violencia guerriller­a o delictiva, con o sin sustento bibliográf­ico, no era la salida. No fueron pocos los militares de alto rango que sirvieron comos maestros en los primeros colegios de Chihuahua. Si quieren verlo como represión, como una forma de limitar la libertad, crea lo que le dé su gana, yo sigo el consejo de Bertrand Russell: ante la duda debemos ceñirnos a los hechos.

German, no fue el Colegio de Bachillere­s el que le quitó la libertad, por el contrario hicimos nuestro mejor esfuerzo para que pudiera volar en un mundo de referencia­s cambiantes, pero no podemos retener a los alumnos indefinida­mente, algún día terminan sus estudios y los dejamos ir con toda la esperanza puesta en su valiosa juventud.

Germán, el 8 de marzo es un convenio político, una demostraci­ón de fuerzas. Lamento saber que ya no estará en los tokines con su banda, lamento que hayan abusado así de su buena fe, porque el gobierno que no ha logrado apresar a los feminicida­s tampoco puede apresar a la mujeres que destruyen obra pública, y como las mujeres no van a ir a la cárcel, lo entregaron a usted, me entiende Germán.

Si alguna vez se preguntó porqué devolví el Premio Chihuahuen­se Destacada, porque renuncié a ser parte de un sindicato opresor que oculta sus intencione­s políticas, es porque a veces es más valiente decir no cuando todos dicen que sí.

Como fuí su maestra de literatura no me queda más remedio que concluir con un texto de Mario Benedetti que me atenaza el corazón al pensar en usted.

Conocés que porfiada dulzura me atraganta cuando caen los mejores los más tiernos los que podrían levantar de a poco la feroz inocencia que nos salve

me seguís por mis calles por mis tangos por mis lluvias y mis noches de arena vigilaís mis gaviotas y mi cédula mi casilla postal y mis resfrío es decir que me sabés todo de afuera

donde no podés ver donde no llegan tus antenas en la aurícula izquierda tengo mi berretín inexpugnab­le a prueba de derrotas de olvido.

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