LATIDO Y RECUERDOS
El nuevo estudio de Cornell aborda algo diferente: cómo percibimos el paso de los microsegundos. Odgen señaló que entender esos mecanismos podría ayudarnos a manejar el trauma, en el que experiencias instantáneas son recordadas como prolongadas.
La académica manifestó que, cuando se intenta evaluar la importancia de una experiencia, “nuestro cerebro simplemente hace una retrospección y dice: ‘Bueno, ¿cuántos recuerdos generamos?’”.
Y añadió: “Cuando tienes un recuerdo muy vívido, más intenso del que normalmente obtendrías de un periodo de 15 minutos de tu vida, tu mente puede hacerte creer que fue muy largo”.
Hugo Critchley, un profesor de Psiquiatría en Brighton and Sussex Medical School que ha estudiado cómo los latidos afectan nuestra forma de recordar palabras y responder ante el miedo, afirmó que, hasta hace poco, la investigación sobre la percepción del tiempo se había enfocado en distintas áreas del cerebro.
Critchley, quien no estuvo involucrado en el estudio de los latidos de Cornell, aseguró: “Creo que ahora se aprecia mucho más que las funciones cognitivas están vinculadas de manera íntima, tal vez incluso cimentadas, en el control del cuerpo, mientras que la mayoría de los estudios de psicología hasta la década de 1990 ignoraron el cuerpo desde el tronco encefálico”.
El catedrático opinó que las investigaciones previas han explorado cómo la excitación física está conectada con el procesamiento del estrés y estados emocionales como la ansiedad y el pánico. El nuevo estudio ahonda en eso al centrarse en el papel del corazón en una función no emocional, la percepción del tiempo, que puede vincularse a distorsiones más grandes en el pensamiento.
“La función cognitiva no se puede examinar en aislamiento”, añadió. “Incluso al entender cómo el cerebro se desarrolla y comienza a representar estados mentales internos, la gente ve la preeminencia de la información interna indispensable que se debe controlar para sobrevivir”.
Adam K. Anderson, un profesor de psicología en Cornell y coautor del nuevo estudio, aseveró que una razón por la que el cuerpo podría estar íntimamente involucrado en la percepción del tiempo es que el tiempo está muy relacionado con las necesidades metabólicas.
“El tiempo es un recurso”, concluyó Anderson. “Si el cuerpo fuera una batería o un tanque de gasolina, intentaría averiguar en tiempo real: ‘¿Cuánta energía tenemos?’. Percibimos que el tiempo corre más lento o más rápido según cuánta energía corporal tenemos”.