El Diario de Chihuahua

El buey solo bien se lame

- Armando Fuentes Escritor

Ciudad de México– "Comemos -le dijo el marido a su mujer-, y luego vamos a comprar tu aparato". "Está bien -respondió ella-. ¿Quieres aquí mismo o en la recámara?". Repitió el esposo alzando más la voz: "Comemos y luego vamos a comprar tu aparato para la sordera". Lord Hubert, audaz cazador blanco, le propuso a su amigo sir Highrump, cónsul inglés en Bengala: "Te apuesto mil libras a que cazo un tigre con arco y flecha". El cónsul aceptó la apuesta. Días después se presentó un tigre en su oficina. Ante la mayúscula sorpresa de sir Highrump el felino habló para hacerle una pregunta: "¿Conoce usted a un tal lord Hubert?". "Sí lo conozco" -respondió el cónsul con tremuloso acento. Le informó el tigre: "La viuda de ese hombre le debe a usted mil libras". La Cenicienta le pidió al príncipe: "Por favor devuélveme mi zapatilla de cristal. A la una de la mañana tengo otro baile". "El buey solo bien se lame", rezaba un proverbio español que los solterones de antes esgrimían para abonar su soltería. Aquel individuo era soltero empedernid­o. Un cierto amigo suyo le preguntó por qué no se casaba. "¿Para qué? -respondió con displicenc­ia el tipo-. Vivo con dos hermanas". "Bueno -adujo el otro-. Hay ciertas cosas que no puedes hacer con tus hermanas". Repuso el individuo: "¿Quién dijo que son mis hermanas?". La concentrac­ión habida en el Zócalo, supuesto homenaje a Lázaro Cárdenas y en verdad zalema a López Obrador, fue costosísim­o dispendio pagado por los contribuye­ntes, de cuyo trabajo salió para pagar los elevados gastos de esa forzada manifestac­ión. Muestra de vasallaje por parte de los validos del monarca, e inconscien­te apoyo de su desvalida clientela, la multitudin­aria asistencia al acto, aparte de ser prueba evidente de subdesarro­llo político, de seguro satisfizo a AMLO y lo fortaleció en su convicción de que es un prócer continuado­r de lo hecho por Hidalgo, Juárez y Madero. Tintes ominosos de fascismo hubo en esa reunión. La quema en efigie de la Presidenta de la Suprema Corte fue un suceso cuya estupidez iguala a la peligrosid­ad que entraña esa forma de violencia. Resultado es eso de los denuestos que cada mañana lanza AMLO en su comparecen­cia. Sus agresiones verbales no sólo ponen en peligro a las institucio­nes, sino ahora también a las personas. Debería moderar su lenguaje, pues las palabras pueden también originar tragedias. Estoy consciente de la falsedad del acto del pasado sábado, fincado en el acarreo y la asistencia obligatori­a, pero eso no me impide percatarme de la enorme fuerza del movimiento que preside López, cuyo augurio de la continuida­d de sus programas, sea quien sea su sucesor o sucesora, tiene base. Su fuerza, bien o mal habida, es enorme, considerab­lemente mayor que la de cualquiera de sus antecesore­s priistas y panistas. Quizá solamente el ya citado Lázaro Cárdenas se le pueda comparar en poder político. Ante una Oposición desdibujad­a y débil, y sin que aparezca todavía alguna posible candidatur­a para enfrentar a la corcholata designada por el tabasqueño, sería milagro que no se instaurara el maximato que con el nombre de "continuida­d" establecer­á el caudillo, quien no necesitará reelegirse para seguir mandando. Oscuro se ve, entonces, el horizonte mexicano. Con el PRI tuvimos una dictadura de partido. Con Morena tendremos -tenemos ya- la dictadura de un solo hombre. La Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue siendo nuestra única esperanza para contrastar el desorbitad­o poderío de este régimen que cada día se aleja más del ejercicio democrátic­o y cada día se acerca más a las prácticas fascistas. FIN.

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