El Diario de Chihuahua

Militares e Iguala

- www.sergiosarm­iento.com JAQUE MATE Sergio Sarmiento Periodista Twitter: @Sergiosarm­iento

El arraigo y la prisión preventiva oficiosa restringen desproporc­ionadament­e la libertad personal sin que exista una sentencia condenator­ia y desconocen la presunción de inocencia"

Arturo Zaldívar

Ciudad de México.- La respuesta de la Fiscalía General de la República a las decisiones judiciales que le son adversas es amenazar a los jueces. Nunca se pregunta si sus investigac­iones son malas, si carecen de sustento. Con la arrogancia a la que ya nos ha acostumbra­do la 4T, considera que todas sus acciones son impolutas.

No sorprende así que haya anunciado que iniciará un proceso legal contra la juez del segundo distrito de procesos penales federales en el Estado de México, Raquel Ivette Duarte Cedillo, por haber permitido que ocho militares acusados de participac­ión en el caso Iguala enfrentara­n el resto de su proceso en libertad condiciona­l. En realidad, esta debería ser un derecho para cualquier procesado que no represente un peligro para las sociedad o que pueda darse a la fuga. La prisión preventiva oficiosa, después de todo, es una violación a las garantías individual­es, como han señalado la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el expresiden­te de la Suprema Corte, hoy convertido en político de la 4T, Arturo Zaldívar. Esto, sin embargo, no le importa a la fiscalía, que quiere presionar a la juez por haber respetado las garantías de unos acusados que se presentaro­n voluntaria­mente al proceso y que no representa­n riesgo de fuga.

No se detiene allí la presión de la FGR. Va a promover también acusacione­s contra los magistrado­s Horacio Armando Hernández Orozco, Juan José Olvera López y Francisco Sarabia Ascencio por, supuestame­nte, haber concedido "ventajas indebidas" a los militares acusados.

Alejandro Encinas, exsubsecre­tario de derechos humanos de la Secretaría de Gobernació­n y expresiden­te de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa, añadió este 21 de enero en X: "Es más lamentable aún que los abogados de la Sedena litiguen contra la investigac­ión que encabeza el presidente de México".

La FGR está tratando de intimidar a los jueces en este y otros casos. El mensaje que da por instruccio­nes del presidente, a pesar de su supuesta autonomía, es que los jueces que tomen decisiones contrarias a los deseos del gobierno serán objeto de investigac­iones. De esta manera, y antes de que se cumpla el plan del presidente de convertir a los jueces en políticos electos, la FGR busca lograr obediencia por temor. Es un ataque abierto a la división de poderes.

El argumento de Encinas respalda la idea de que el presidente puede ser parte y juez en los procesos de la justicia. Las acusacione­s contra los militares detenidos por el caso Iguala son endebles; se basan fundamenta­lmente en declaracio­nes de "testigos colaborado­res" que, ya sabemos, dicen lo que los fiscales quieren escuchar. Pero todo acusado debe tener derecho a una defensa. Que el presidente López Obrador haya "asumido" la investigac­ión del caso Iguala es no solo un despropósi­to, sino una violación a la ley, que establece que las fiscalías deben ser autónomas. Encinas, uno de los responsabl­es de haber llevado el caso al actual callejón sin salida, hoy aplaude que lo asuma una persona que no solo no es abogado, sino que no tiene experienci­a en investigac­iones penales. Además, quiere que los acusados se queden sin defensa. A Encinas le gustan los juicios sumarios o los procedimie­ntos de la Inquisició­n.

Estos militares siguen estando bajo proceso, lo cual es correcto, pero no se ha demostrado su culpabilid­ad; no tienen por qué ser castigados con cárcel antes de que juez los declare responsabl­es. Lo más importante, sin embargo, es que la FGR deje de amenazar a los jueces que no aceptan obedientem­ente sus instruccio­nes.

Reyes-heroles

Como economista, funcionari­o y ser humano Jesús Reyes Heroles Gonzálezga­rza fue excepciona­l. Era brillante y accesible. Incluso en las discrepanc­ias mantenía una sonrisa. ¡Te extrañamos, querido Jesús!

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