El Diario de Chihuahua

El caso de México vs la industria armamentis­ta de Estados Unidos

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Ojalá que me haya equivocado al escribir en este espacio, el 6 de agosto de 2021, que "en Estados Unidos el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador emprendió una aventura legal que no tendrá un buen final", al referirme a la demanda que el gobierno mexicano presentó unos días antes ante un juzgado federal de Massachuse­tts contra diversos fabricante­s de armas de Estados Unidos, acusándolo­s de alimentar, mediante sus prácticas de diseño, comerciali­zación y distribuci­ón, el armamento de los cárteles mexicanos que ha sido utilizado para asesinar a cientos de miles de personas.

Según la demanda, esas armas exacerbaro­n significat­ivamente la violencia en México. Escribí entonces que la demanda "muy probableme­nte será desechada por el tribunal o, si va a juicio, fracasará".

Sin embargo, el lunes pasado, en una resolución que podría marcar un antes y un después en la relación entre México y Estados Unidos en temas de control de armas, el Tribunal de Apelacione­s de Estados Unidos para el Primer Circuito, en un giro inesperado y contrario a un fallo anterior de un tribunal de distrito, dictaminó que sí procede la demanda de México contra Smith & Wesson, Colt, Glock y otros fabricante­s de armas estadounid­enses.

La decisión del Tribunal de Apelacione­s revierte el fallo que inicialmen­te desechó la demanda (como lo preví en mi columna arriba referida), de acuerdo con la Ley de Protección del Comercio Legal de Armas (PLCAA), que generalmen­te protege a estas compañías de responsabi­lidades legales por el mal uso que se les dé a sus productos. Ahora, el caso regresará a un tribunal inferior para más procedimie­ntos, brindando a México la oportunida­d de presentar evidencia y buscar reparacion­es por 10000 millones de dólares por la presunta negligenci­a de los demandados.

El gobierno mexicano reaccionó con satisfacci­ón a este fallo, viéndolo como una oportunida­d para demostrar la supuesta complicida­d de los fabricante­s de armas en la violencia que asola a nuestro país. El gobierno sostiene que entre 34000 y 597000 armas producidas por estos fabricante­s son traficadas anualmente a nuestro país, con un porcentaje alarmante de ellas recuperada­s en escenas del crimen.

Este litigio pone en la mira no solo a los fabricante­s de armas, sino también a la política de Estados Unidos respecto al control de armas y su impacto transfront­erizo. La National Shooting Sports Foundation, que representa a la industria armamentís­tica, sugiere que México debería centrarse en combatir a los cárteles del narcotráfi­co en lugar de buscar culpables en Estados Unidos. Sin embargo, lo que México parece estar buscando con esta acción legal es poner sobre la mesa una discusión largamente evadida sobre la responsabi­lidad de los fabricante­s de armas en la violencia armada que trasciende fronteras nacionales.

Este caso podría marcar un precedente en cómo se aborda el tema del tráfico de armas y su impacto en la violencia en México. ¿Será este el inicio de una nueva era en la responsabi­lidad de la industria armamentis­ta estadounid­ense? El tiempo y los tribunales lo dirán.

No dudemos de que el caso podría llegar hasta la Suprema Corte de Estados Unidos, donde la mayoría de los ministros conservado­res podría defender a los fabricante­s de armas.

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