Minorías atendidas, mayorías ignoradas
Ciudad de México.- Socialmente existe un debate que, si bien solamente se hace visible en determinadas ocasiones, no deja de estar vigente de manera permanente y se trata de un tema en apariencia menor, pero que tiene impacto en la economía, la política, nuestra cultura y en el comportamiento social.
Se trata de los derechos que pelean las minorías que se aglutinan dentro de lo que se conoce como comunidad LGBTQ. Estamos hablando de que en términos porcentuales, en México, un 12 por ciento se identifica con alguna de las preferencias que ahí se defiende, esto nos convierte en el país con la mayor población en esa condición a nivel mundial.
Estamos hablando de poco más de 14 millones de individuos, eso significa que si juntamos toda la población de entidades como Baja California sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nayarit, Colima, Tlaxcala, Yucatán, se alcanzaría esa cifra; pero en un país de 120 millones de habitantes no dejan de ser una minoría.
Sin embargo su número los convierte en un gran mercado económico, en un bastión electoral para quien logre su confianza; la comunidad LGBTQ sabe ese impacto que tienen y políticamente han sabido cabildear con algunas fuerzas políticas que terminan asumiéndolos como una parte de su militancia.
Morena es el único partido político en México que da una cobertura especial a esta comunidad con su Secretaría de la Diversidad Sexual, no es extraño entonces que muchos legisladores de Morena, en funciones, se declaren homosexuales, lesbianas o transgénero y se conviertan en los impulsores de políticas públicas y leyes que favorezcan a este grupo.
Dos sucesos que recibieron amplia difusión en redes sociales han desatado una polémica en torno a si lo que esta comunidad solicita es un derecho o se trata de privilegios que repercuten negativamente en la mayoría.
En septiembre del año pasado, una persona trans acusó a la Cineteca Nacional de discriminación luego de que los guardias del lugar le impidieron utilizar el sanitario de mujeres debido a que para esos empleados se trataba de un hombre.
A principios de esta semana, una persona trans acusó de discriminación a un negocio de reparación de zapatos donde se negaron a entregarle unas botas ya que no llevaba la nota correspondiente y a partir de esta negativa armó un escándalo en redes sociales alegando que lo estaban violentando, que se sentía inseguro, exigía la presencia de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), también pidió un boicot contra el reparador de calzado diciendo que le daba miedo tenerlo en su colonia.
En ambos casos, la mayoría de las opiniones fueron contrarias a las posturas que manifestaron estas dos personas. Pero también, estos casos reabrieron el debate en torno a si quienes se dicen personas Trasn merece como ellas se perciben o de acuerdo a la realidad de la condición natural con la cual nacieron, es decir, hombre o mujer.
En la República Mexicana está prohibida la discriminación por cualquier motivo y en la Ciudad de México es un delito; de acuerdo a datos del Inegi, 316 mil 258 personas se declaran Trans o Transgénero,
En lo que es la ideología de género, se promueve que estas personas deban ser respetadas y aceptarlas en la forma como ellas se perciban, pero es evidente que la sociedad tiene opiniones divergentes en torno al tema y una gran mayoría no acepta tener que compartir baños donde hay niñas con hombres que se perciben mujeres o viceversa.
Pero la misma sociedad LGBTQ plus en no pocas ocasiones exagera y se flagela por situaciones que parecen baladíes y eso precisamente es lo que genera repudio a sus posturas y entonces la sociedad asume posiciones que se vuelven contrarias a lo que ellos solicitan.
En este tema ni siquiera el presidente Andrés Manuel López Obrador se salva, recordar que a principios de enero Salma Luévano, diputada trans que milita en Morena, se acercó al presidente para darle un beso y en su conferencia mañanera el Mandatario se refirió al suceso como “un hombre vestido de mujer”.
A pesar de que muchos medios y periodistas cuestionaron el comentario presidencial, en términos sociales salió con más daño a su imagen Salma Luévano; esto por el poco carácter que mostró y la sumisión ante el presidente y es que unos meses antes, ante un suceso similar protagonizado por Luévano con el diputado Gabriel Quadri, el legislador Trans se rasgó vestiduras y lo acusó de violencia política de género, pero ante el dicho del Presidente decidió guardar silencio.
Este es un debate social que no termina porque las legislaciones sobre el tema se hicieron a hurtadillas de los mexicanos y quienes lo llevaron al pleno de las cámaras jamás lo plantearon como tema a sus electores en sus campañas cuando solicitaban el voto, en ese punto se puede afirmar que se legisló al gusto de una minoría, pero ignorando la opinión de las mayorías.
Y eso precisamente genera el debate, porque una legislación no socializada y de la cual se abusa para acusar de discriminación o solicitar un trato especial por la forma como se percibe la persona, resulta chocante y no pocos lo consideran un problema de salud mental.