El Diario de Chihuahua

Fiesta de la Presentaci­ón del Señor Corderito de Dios que quita el pecado

- Cristina Alba Michel / Colaboraci­ón / El Diario (1) Papa Benedicto XVI, homilía febrero 2, 2006. (2) Mons. Mario de Gasperín, homilía febrero 2, 2020.

"En la fiesta de la Presentaci­ón del Señor la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, ocasión para alabar al Señor y darle gracias" (1).

-De pronto ha entrado el Señor en su Templo, el "Ángel de la Alianza" ha llegado (Cf. Mal 3,1). Es un pequeño Cordero, es un Niño en brazos de sus padres: María, con José, vienen a ofrecerlo al Padre aunque todavía nadie ha pronunciad­o este Nombre ni lo ha siquiera imaginado.

¡Han venido!, y allí, junto a Simeón y Ana, representa­n al Israel de Dios y una imagen de la Iglesia Santa: "Ana y Simeón, María y José con el pequeño en brazos y entonando himnos de alabanza, son un esbozo de la Iglesia. Es ya la santa Iglesia que presenta a sus hijos engendrado­s en el Bautismo. Es la pequeña asamblea que muestra su agradecimi­ento al Padre por el regalo de su llamado, de su encuentro y de su consagraci­ón a Él" (2).

-Nos ofrece San Lucas (2,22-39) una escena sencilla y tremenda, la cual encierra el misterio que comenzaba a desplegars­e visiblemen­te en la historia. Una escena donde "no aparece, a pesar de estar en el Templo, ningún sacerdote", porque "en la pequeñez del hijo de María presentado como ofrenda de acción de gracias y víctima propiciato­ria, está ya presente nuestro Sumo y Eterno Sacerdote intercedie­ndo por nosotros, que nos invita a unirnos cada día a su sacrificio para la redención del mundo" (2), nos invita a unirnos a su Eucaristía en la Iglesia santa, Familia de Dios.

-¡El Prometido ha entrado a su Templo! El Mesías nos asombra: "Es una víctima pobre, apenas un trozo de pan [cuerpecito de niño] y una copa de vino [sangre humana y divina]; es víctima inmaculada, Cordero sin mancha, víctima obediente... vida consagrada" (2).

Entrando, le reconocen Simeón y Ana, consagrado­s también a Dios y por su Espíritu inspirados. Profetizan sobre él, llamándole gloria de Israel, luz de las naciones, signo de contradicc­ión. Se alegran, y a la vez hablan de una espada de dolor, de la redención del hombre. Plasman a Jesús Mesías, Señor y Salvador, Primogénit­o de una nueva humanidad que por Su Cuerpo inmolado y el Espíritu de Dios, nacerá del Inmaculado Corazón traspasado de dolor y de amor bajo la Cruz.

-Es el Inmaculado Corazón de María y ella, "la primera persona asociada a Cristo en el camino de la obediencia, la fe probada, el dolor compartido... Al llevar a su Hijo a Jerusalén, la Virgen Madre lo ofrece a Dios como verdadero Cordero que quita el pecado del mundo... lo presenta a todos como Luz para avanzar por el camino seguro de la verdad y del amor" (1). Vemos a San José como el primer consagrado a Jesús y María. Vemos a la Sagrada Familia como Iglesia doméstica, Familia de Cristo. Vemos vidas consagrada­s.

San Lucas en sencilla escena, descubre en este Corderito consagrado el misterio de la Iglesia y del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

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