El Diario de Chihuahua

¡NO TE LIMITES!

¿Te consideras torpe? sentir que carece s de buena coordinaci­ón, no quiere decir que no puedas ser un atleta

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Carmen Chavez pasó la mayor parte de su vida evitando los deportes. Según relató, su aversión se debía a la vergüenza que le producía la clase de educación física en el bachillera­to. Mientras otras niñas más atléticas mandaban pelotas de voleibol por encima de la red, a ella le preocupaba tropezarse o que la golpeara el balón. Para evitar jugar, a menudo se sentaba en la banca y hacía de presentado­ra.

Después de esa etapa, durante años se dijo a sí misma que era demasiado torpe para los juegos de pelota. Pero recienteme­nte, Chavez, ahora de 26 años, empezó a jugar baloncesto con una de sus amistades y descubrió que es bastante buena para lanzar tiros y driblar. Pero quizá lo más importante es que lo disfruta.

“Tener miedo y ser evasiva, me hizo más daño que bien”, comentó Chavez, quien agregó que sigue siendo torpe, por lo que ha tenido uno que otro accidente. “Trato de no dejar que mi torpeza me impida estar activa”.

Alrededor del 6 por ciento de los niños en edad escolar tienen un trastorno del desarrollo de la coordinaci­ón, también conocido como dispraxia o “síndrome del niño torpe”, que puede continuar hasta la edad adulta. Jill Zwicker, investigad­ora y terapeuta ocupaciona­l en la Universida­d de Columbia Británica, dijo que este trastorno tal vez es la razón por la que muchas personas desarrolla­n una aversión prolongada hacia los deportes y el ejercicio.

Esto es importante porque incluso sentirse un poco descoordin­ado puede tener efectos tangibles en la vida de las personas. Los niños que evitan las actividade­s físicas corren un mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión, afirmó Zwicker. Un estudio de miles de niños británicos también halló que los niños cuyos maestros describier­on como descoordin­ados eran más propensos a ser obesos de adultos.

Pero sentir que careces de buena coordinaci­ón, ya sea como niño o como adulto, no quiere decir que no puedas ser un atleta.

La torpeza empieza en el cerebro

No cabe duda de que algunos de nosotros —atletas y bailarines profesiona­les— somos inherentem­ente más coordinado­s que otros, indicó Gary Wilkerson, investigad­or de lesiones deportivas y profesor en la Universida­d de Tennessee en Chattanoog­a.

La habilidad de hacer girar una pelota en tu dedo o devolver un saque rápido en el tenis tiene que ver con el nivel de eficacia con que tu cerebro se comunica a través de los nodos y las redes que controlan cosas como la vista, el control motor y la toma de decisiones, así como entre los hemisferio­s derecho e izquierdo del cerebro, explicó Wilkerson.

“Si no hay buena sincroniza­ción ahí, eres torpe”, puntualizó.

La buena noticia es que el tejido nervioso en el cerebro y la médula espinal es muy bueno para adaptarse y modificars­e. Así como algunos pacientes con derrames cerebrales pueden volver a aprender a caminar, las personas poco coordinada­s pueden aprender nuevos deportes y actividade­s con concentrac­ión y práctica. En otras palabras, Wilkerson afirma que la torpeza es “muy corregible”.

Cuestiona lo que crees sobre ti mismo

El primer paso para superar la torpeza es cuestionar la historia que te has contado sobre ti, señaló Justin Ross, psicólogo clínico especializ­ado en el desempeño humano.

Como en el caso de Chavez, las creencias de la mayoría de las personas con respecto a sus habilidade­s atléticas se cristaliza­n en la adolescenc­ia, y eso dicta cómo se relacionan con la actividad física por el resto de sus vidas, destacó Ross. La gente se arraiga desde muy joven en esta identidad de que no es capaz, “a menudo porque pasaron vergüenzas en la clase de educación física en el bachillera­to”.

Creer que eres incapaz o torpe puede generar una profecía autocumpli­da y hace que las personas se alejen de ciertas actividade­s. Para replantear estas creencias, piensa en tus habilidade­s como una experienci­a en lugar de una identidad: “Puedo ser atlético”, por ejemplo, en lugar de “no soy un atleta”.

Luego, reúne la fuerza de voluntad para intentar algo nuevo que te interese. Recuérdate que no eres la persona que fuiste antes.

“Si no puedes cuestionar tus creencias, no tendrás el valor para empezar y no le darás a tu cerebro la oportunida­d de cambiar”, sostuvo Ross.

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ASÍ COMO algunos pacientes con derrames cerebrales pueden volver a aprender a caminar, las personas poco coordinada­s pueden aprender nuevos deportes y actividade­s con concentrac­ión y práctica

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