Buenos resultados de Maru
Una de las muchas cosas positivas que trajo consigo la alternancia del año 2 mil, fue la rendición de cuentas. Hasta antes de esa fecha, el presidente no le rendía cuentas a nadie, y era lógico. A quien le debía el cargo que era el presidente anterior, y se había marchado. Al Congreso no porque era al revés, los congresistas le debían el puesto. Y mucho menos al pueblo, pues, aunque al final es el que manda, terminando su encargo no los volvería a ver ni a necesitar.
Desde la antigua Grecia han existido controles para los gobernantes. La preocupación, según nos refiere Aristóteles en su “Política”, era el riesgo siempre presente, siempre humano, de que el gobernante se volviera un avaricioso y, por tanto, corrupto. O sea, que se “saliera de control”.
Cuando en la década de los 90 se diseñan los elementos de la “buena gobernanza” desde organismos internacionales como la ONU, y la academia concluyó que la “transparencia y rendición de cuentas” eran dos elementos unidos y sustanciales de esa buena gobernanza. Y lo podemos entender sin necesidad de fundar la afirmación en ninguna profundidad filosófica, política, administrativa. Es casi de sentido común. Si un gobernante no tiene controles, si no se sabe vulnerable a la sanción por excesos, si no tiene que justificar nada ni ceñirse al rigor de la ley, entonces va a hacer cualquier cosa, la que le plazca. Y obvio en muchos casos eso significa robar, torcer la vara de la justicia en función de si el objeto de esta es amigo o adversario o desconocido. Beneficiar a cercanos y perjudicar a lejanos en el afecto o simpatía. Y por el contrario, rendir cuentas significa correr el riesgo de ser evaluado, someterse al escrutinio de las acciones como gobernante, y ser sancionado positiva o negativamente por ello, así sea de modo político.
Como dije antes, no era así en México, para presidentes ni gobernantes estatales. Yo vi, porque no me quedaba de otra, los informes de gobierno de José López Portillo. En la televisión, blanco y negro y de bulbos, era lo único que pasaban ese día. Una caravana desde Palacio Nacional hasta el recién estrenado palacio legislativo de San Lázaro. En un automóvil abierto, saludando a un lado y otro, escoltado por tozudos guardias del Estado Mayor Presidencial vestidos de traje oscuro y zapatos de calle corriendo a su lado. Al final del larguísimo mensaje y los consabidos reconocimientos había algo que en la transmisión llamaban “la salutación”. Años después supe que nosotros los opositores le llamábamos “el besamanos”, porque en realidad eso era, todo tipo de líderes, encabezados por el sector obrero con Fidel Velázquez al frente, y los campesinos, y muchísimos grupos populares, sindicatos, gobernadores, ejército, medios de comunicación, formado en fila india para darle un apretón de manos y reconocerle en persona lo bien que conduce al país, y eso que apenas estaba empezando. Faltaba más. Nada de eso existe ya, afortunadamente, el informe no es el día del presidente, o del gobernador, o del alcalde. Es lo que tiene que ser, una rendición de cuentas, decir qué resultados tuvo durante el año que corresponde.
Así llegamos a nuestra gobernadora Maru Campos, que justo mañana sábado rinde su segundo informe de labores, en una fecha indicada así por la ley, aunque como bien sabemos lleva año y medio al frente. Ayer se hizo la entrega formal al legislativo, que lo va a analizar y debatir. Pero conocemos avances por la publicidad y los impresos que se han estado entregando por todo el estado. Además de festejar que rinda cuentas, yo tengo mi propia evaluación de su desempeño, desde luego, como cada uno la tendremos, y la ponemos en la balanza de los platillos de aciertos y errores. Debo enfatizar algo que se olvida: es una evaluación de “cómo va”, porque aún le faltan casi cuatro años para madurar y frutecer sus proyectos.
Por ejemplo, me agrada lo que veo en seguridad pública. Difícil ponerle cara a este gran problema, el más sentido por los chihuahuenses, cuando hay una visión distinta del enfoque federal, en cuya esfera caen el 80 por ciento de los delitos más graves. Allá buscan administrar el problema, sin molestar a maleantes, así lo creo, y la gobernadora cree que hay que organizar la defensa de los ciudadanos, dotar de métodos y herramientas para hacerlo, un modelo acorde a Chihuahua, y este es el llamado “modelo centinela”. Creo que ha sido correcto poner cuarteles bien reequipados en puntos estratégicos de todo el estado y desde ahí organizar la defensa de la paz y el estado de derecho con información, cercanía, coordinación, inteligencia. Aún falta, pero creo que esta es la ruta correcta.
Como también ha sido correcto dedicar tiempo y esfuerzo a poner orden a las finanzas públicas, afectadas por una enorme deuda que limitaba casi a cero las inversiones en obra pública y programas sociales. Una vez puesto orden, ya empiezan a verse resultados. Se tiene para invertir en becas, apoyos a mujeres, estancias infantiles, educación, servicios de salud.
Está mejorando mucho Maru como gobernadora. Realmente vamos a escuchar buenos resultados. Y eso me agrada, porque a todos nos beneficia.