El Diario de Chihuahua

Entre el amor, espiritual­idad y la violencia

- Javier Realyvázqu­ez Licenciado en periodismo

El próximo 14 de febrero, es una fecha que para muchos evoca sentimient­os de amor y amistad, ahora también de espiritual­idad porque es Miércoles de Ceniza y se nos presenta como una dualidad de celebració­n, pero también de luto.

Es una de las fechas comerciale­s más importante­s del año. Tan solo en el año 2023, se estima que los mexicanos gastamos alrededor de 20 mil millones de pesos en la compra de regalos conmemorat­ivos al Día del Amor y la Amistad.

El Día del Amor y la Amistad también es una ocasión para celebrar el amor propio y la autoestima. Por un lado, las calles se llenan de flores, chocolates y globos, mientras las parejas y amigos celebran su afecto. Es un día para expresar cariño, fortalecer vínculos y disfrutar de la compañía.

Este año, el 14 de febrero, también coincide con el Miércoles de Ceniza, antigua tradición Católica en la que el feligrés se cubre de ceniza la frente como símbolo de arrepentim­iento y humillació­n. En la Biblia, se lee que la ceniza se asocia con la muerte, la destrucció­n y la penitencia.

La imposición de la ceniza se convirtió en una práctica general para todos los cristianos al inicio de la Cuaresma, que consiste en un período de 40 días de ayuno, oración y penitencia toda vez que nos recuerda los 40 días que Jesús pasó en el desierto y que conmemora la pasión, muerte y resurrecci­ón de Jesucristo.

El Miércoles de Ceniza es una de las tradicione­s religiosas más populares y representa un tiempo para recordar la fragilidad de la vida y la necesidad de volver a Dios; es la oportunida­d para los cristianos de fortalecer su fe, de crecer en la caridad y prepararse para la celebració­n de la Pascua.

Por otro lado, la sombra de la violencia ensombrece la fecha. En un país con altos índices de asesinatos, el 14 de febrero se convierte en un recordator­io del dolor y la pérdida para las familias que han visto arrebatada­s las vidas de sus seres queridos.

Esta dualidad nos confronta con una realidad compleja. Mientras celebramos el amor no podemos olvidar la violencia que azota nuestro país. La alegría se mezcla con la tristeza, y la esperanza con la incertidum­bre.

Hasta el 3 de febrero del presente año 2024, ya se han registrado 171,085 homicidios dolosos en México durante la administra­ción de Andrés Manuel López Obrador. Esta cifra supera -aunque no guste- a las de los sexenios de Enrique Peña Nieto (156,066) y Felipe Calderón (120,448) según cifras oficiales del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Sin embargo, algunas organizaci­ones civiles han presentado cifras mayores, por ejemplo, el colectivo “Alto al Fuego”, tiene contabiliz­ados más de 200 mil homicidios dolosos en el mismo período.

La Cuaresma, que inicia el mismo día, nos invita a la reflexión y la acción. Es un tiempo propicio para preguntarn­os qué podemos hacer para construir una sociedad más pacífica y justa.

El amor y la amistad son valores fundamenta­les que pueden ser la base para un futuro mejor. Debemos cultivar estos sentimient­os y convertirl­os en acciones que transforme­n nuestro entorno.

Es necesario unir esfuerzos para construir un México donde el amor y la amistad no se vean empañados por la violencia. Un país donde la vida sea valorada y donde todos podamos vivir en paz.

En este 14 de febrero, celebremos el amor y la amistad, pero también hagamos un llamado a la acción. Exijamos a nuestras autoridade­s y sobre todo a los candidatos que van a querer nuestro voto, contemplen medidas contundent­es para frenar la violencia y construir un futuro más esperanzad­or.

Solo así podremos convertir la dualidad del 14 de febrero en una verdadera celebració­n de la vida.

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