El Diario de Chihuahua

Deformar la ley máxima

- Armando Fuentes Escritor

Ciudad de México–alguien le pregunto a Loretela, pizpireta chica.: "¿Crees en la inteligenc­ia artificial?". "Sí -respondió ella-, pero lo de más abajo me gusta natural". Contra todos los vientos y todas las tempestade­s la Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue defendiend­o la integridad del Poder Judicial frente a las embestidas -nunca tan bien usada la palabra- de López Obrador. Ciertament­e hay en el interior del organismo dos enemigas nada solapadas, sino descubiert­as ya, y ni siquiera preocupada­s por disimular su sumisión: Yasmín Esquivel y Lenia Batres. Son ellas lo que antes fue Zaldívar, tan de infeliz memoria; aquel ministro entreguist­a que ilegalment­e pretendió prolongar su mandato al frente de la Corte y luego ilegalment­e también renunció al cargo, ya por baja ambición, ya por obediencia a quien le dicta lo que debe hacer. Ciertament­e la Corte es el último valladar que protege a la Constituci­ón del grave riesgo que entraña la actitud prepotente, autocrátic­a, absolutist­a del Jefe Máximo de la 4T, que pretende deformar radicalmen­te la ley máxima a fin de acomodarla a sus ideas y propósitos de dominación. Razón sobrada tiene el Ministro Pérez Dayán, a quien la Presidenta del supremo organismo jurisdicci­onal, con intención certera y clara, encomendó el mensaje del Poder Judicial en la tradiciona­l ceremonia de Querétaro, cuando dice que la justicia no ha de servir a fines de política, sino cumplir los altos deberes que la misma Constituci­ón marca a los encargados de consagrarl­a a través de la recta interpreta­ción y aplicación de la ley. Los ciudadanos hemos aplaudido algunas valerosas decisiones de la Corte, igual que hemos señalado la claudicaci­ón de aquellos de sus integrante­s que han preferido servir a un individuo en vez de servir a la patria mediante la preservaci­ón de su normativid­ad y sus institucio­nes. La balumba de iniciativa­s presentada­s por AMLO en uno de sus coletazos finales pone a prueba de nueva cuenta a la Suprema Corte. Motivos tenemos para confiar en ella a pesar de la presencia de esas dos ministras que han mostrado ya su servil sumisión ante el Ejecutivo, el cual pretende hacer de la Corte una cortesana, si me es permitido ese elemental juego de palabras, que tiene menos de juego que de verdad. Desde nuestra condición de ciudadanos defendamos a la Suprema Corte. Eso equivale ni más ni menos que a defender a México. La profesora le preguntó a Pepito: "¿Qué es monogamia?". Respondió el chiquillo: "No sé, maestra, pero supongo que tiene algo que ver con monotonía". Acotacione­s al margen de ese cuentecill­o. Hace tiempo un individuo fue condenado a pena de prisión por bígamo. Comentó irritado: "Cuando hacía feliz a una mujer todos hablaban bien de mí. Ahora que estaba haciendo felices a dos ¡a la cárcel!".. El juez le dijo a otro sujeto: "No se comprobó que haya usted cometido el delito de bigamia. Puede irse a su casa". Inquirió el tipo: "¿A cuál de las dos?". Ahora está cobrando auge, sobre todo en algunos países europeos, el sistema de relaciones conocido como "poliamor", la relación -incluida la sexualde varias personas entre sí sobre la base de la libertad, el respeto, la ayuda mutua y en muchos casos la fidelidad. Su símbolo es un corazón al que se añade el signo matemático del infinito. Esto no tiene nada qué ver con la poligamia, y menos aún con la promiscuid­ad. Es un arreglo que busca excluir de las relaciones personales toda idea de posesión, origen de desórdenes como los celos, el adulterio, el dominio de un miembro de la pareja sobre el otro, el concepto patriarcal del matrimonio, etcétera. ¡Cuántas cosas veremos! (Los de mi generación -¡ay!- ya nada más veremos). FIN.

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