ESTABLECE CON CLARIDAD ALGUNAS NORMAS BÁSICAS
En la medida de lo posible, las parejas deberían ponerse de acuerdo sobre cómo definen el ningufoneo y lo que están dispuestas a soportar, dijo Chambers.
Pero Katherine Hertlein, profesora del programa de terapia familiar y de pareja de la Escuela de Medicina Kirk Kerkorian de la Universidad de Nevada, Las Vegas, cuya investigación se ha centrado en el efecto de la tecnología sobre las parejas y las familias, dice que a menudo le sorprende el escaso número de parejas —incluso las que se han conocido por internet— que tienen normas claras sobre el teléfono o la tecnología.
Algunas preguntas iniciales que Hertlein anima a las parejas a considerar: ¿Cuáles son las normas sobre cuándo hablamos con los demás? ¿Cuándo está presente el teléfono? ¿Cuándo lo guardamos?
“Sé que esto no suena sexy, y que la gente no quiere hacerlo en sus relaciones, pero realmente es la estrategia número 1”, dijo Hertlein.
Chambers ha tenido éxito ayudando a las parejas a establecer zonas libres de teléfono, ya sea una habitación concreta de la casa donde los teléfonos estén prohibidos, o un periodo de tiempo en el que los dispositivos deban guardarse.
Los miembros de la pareja deben establecer juntos los límites: ¿Nada de teléfonos en el dormitorio? ¿Nada de teléfonos a la hora de comer? (Las investigaciones han descubierto que cuando la gente tiene el teléfono en la mesa, tiende a sentirse más distraída y menos comprometida socialmente). Puede ayudar establecer consecuencias ligeras por incumplir las normas, recomendó Chambers: tal vez quien saque el teléfono durante la cena tenga que pagar la comida o lavar los platos después.
También anima a las parejas a controlar sus notificaciones. “Pueden ser un gran desencadenante”, dijo. “Oyes el pitido o el zumbido, y estás más o menos entrenado para agarrar el teléfono y decir: “Oh, ¿qué es esto? ¿Qué está pasando aquí?”.