El ADN de Morena y sus liderazgos en el estado
Morena nació como un movimiento de resistencia y oposición al sistema político que por varias décadas le hizo daño a México. De la mano de Andrés Manuel López Obrador, quien fue víctima del fraude electoral de 2006 y la imposición de un Presidente por las televisoras y poder económico en 2012, se fundó como movimiento (2011), asociación civil (2012) y finalmente como partido en 2014, apoyado por hombres y mujeres en todo el país que, como el hoy Presidente, estábamos hartos del abuso, saqueo y corrupción de sus políticos aliados en un amasiato, hoy matrimonio: PRIAN.
El Movimiento de Regeneración Nacional fundado por AMLO, su grupo político, pero sobre todo con los cientos de miles de mexicanos y mexicanas que lo apoyaron, concientizaron, movilizaron, pero sobre todo votaron en las urnas en 2018, sacó del poder a una casta política enquistada, que identificamos como el mal de todos los males en México y que no permitía que nuestro país se desarrollara, obstaculizando el bienestar de la mayoría de los mexicanos.
Y es precisamente por su origen e historia, que sus verdaderos simpatizantes y militantes, sus bases, tienen una naturaleza distinta a los demás partidos, en ellos hay ideología, lucha, rebeldía, pero sobre todo una visión de la política distinta a la política tradicional prianista, por lo que no aceptan las viejas formas de hacer política de disciplina ciega y silencio cómplice antes sus “líderes”, por actos de corrupción y/o vejación e imposiciones, cuestionan, alzan la voz y denuncian.
En Morena, a diferencia de los partidos azul y tricolor, no aceptan líderes sólo porque acceden al poder y/o a direcciones partidistas, el liderazgo en Morena no es una calidad, sino una cualidad, identificada sobre todo con la ideología y lucha contra lo que por tantos años se combatió.
Por eso es que no se acepta la simulación, la corrupción y las prácticas y alianzas con el pasado, porque la lucha contra eso es lo que llevó a la Presidencia a AMLO y a Morena: La esperanza de México.
En pocas palabras, para que un morenista de origen acepte un liderazgo, éste tiene que estar identificado con las causas que dieron origen al partido y a lo que ha dicho AMLO por tanto tiempo, servir a la sociedad y no a sus intereses y de grupo, ser austero y honesto, no mentir, no robar y no traicionar, ver por los más desprotegidos, aliarse con el pueblo.
Por todo esto es que no aceptan a los advenedizos, oportunistas, corruptos, derrochadores, simuladores, ni a aquellos que vienen de otros partidos para seguir teniendo poder y privilegios, pues si se hizo en 2018 fue para poder sacar a la élite del poder político y económico corrupto y corruptor, pero ya no se justifica, menos aún después de las traiciones que a nivel nacional y en Chihuahua han ocurrido con personajes que accedieron al poder y hoy son aliados del PRIAN.
Eso lo deben tener bien claro los liderazgos políticos y partidistas en todo el país, incluyendo a Chihuahua, sumando a las bases, acuerpándose y no dividiendo, pues el enemigo sigue estando fuera lamiéndose los bigotes con las luchas fratricidas, pues aún continúa la transformación y se corre el riesgo de interrumpirse la misma, sobre todo en Chihuahua, donde el PAN sigue gobernando al estado. Se debe dejar de privilegiar a los advenedizos y decirles “bienvenidos, pero a construir primero antes de recibir una nominación, a hacer méritos” (se debería poner un candado en ese sentido en las convocatorias) y castigar la corrupción desterrándolos del partido a los que traicionen.
Porque quienes están en posiciones de decisión política en Morena tienen una responsabilidad histórica con México y nuestro estado, y para ello deben sumar al morenismo comprometido verdaderamente con el movimiento (aquellos que lucharon por tantos años, morenistas por convicción y no de ocasión) y no a esos que sólo vienen por puestos y a querer tomar las decisiones velando por sus intereses y de grupo. En pocas palabras: no convertirnos en lo que juramos destruir y dejar de meter al caballo de Troya, para continuar con la transformación del país.