El Diario de Chihuahua

Convierte Luis su trabajo en un juego

Con su escoba y recogedor atrapa hojas y basura que arrastra el viento ‘Te atrapé’, dice el hombre tras 'cachar' en el aire una bolsa de papitas

- Mayré Gómez / El Diario mgomez@diarioch.com.mx

Antes batallaba mucho, y trabajaba en lo que se podía, pero un día me invitaron a esto por tres meses y ahí me dieron más trabajo y me quedé fijo. Es el mejor trabajo que he tenido”

Luis Mendoza

Conserje de Municipio

“Tiene uno que chambear para sacar para la comida, pero con este trabajo, sí que estoy contento”, aseguró Luis Mendoza, un trabajador que se dedica a poner en su lugar los desperdici­os que las personas dejan ‘olvidados’ en otros lados.

Con escoba y recogedor en mano, el hombre de complexión pequeña y enorme responsabi­lidad en sus manos, corría de un lado a otro persiguien­do hojas que se desprendía­n de los árboles ubicados en la calle Victoria, en el tramo de Catedral.

“Esta fuerte el airecito y me hace correr tras los papeles y las hojas”, dijo sonriente, mientras afanoso buscaba hacia los lados la basura que ágilmente pescaba con la escoba tipo Harry Potter y la atrapaba en su recogedor.

“¿Te atrapé?” dijo mientras una bolsa de papitas trataba de pasar desapercib­ida a un lado de él. De manera muy cortés, comentó que ya tiene cinco años desempeñan­do ese oficio en el cual es muy feliz y se siente a gusto. “Antes batallaba mucho, y trabajaba en lo que se podía, pero un día me invitaron a esto por tres meses y ahí me dieron más trabajo y me quedé fijo. Es el mejor trabajo que he tenido”.

Tiene un hijo, pero ya está grande. Ya nadie depende de él y vive solo “lo bueno es que vivo en casa propia y no tengo que pagar renta. Lo que gano es para mis gastos”, comentó al mismo tiempo que continuaba moviendo la escoba de un lado a otro.

“Tenemos temporadas en las que hay mucho trabajo, como en diciembre que es Navidad y viene mucha gente y hace sus compras, pero algunos dejan la basura toda tirada. Otros son muy ordenados y sí la echan en los botes”.

Otra de las temporadas en la que por más que intentan limpiar y no se dan abasto es cuando hay vientos. Las ráfagas no les dan tregua y mientras ellos recogen la basura, las hojas de los árboles caen por todos lados y vuelven a dejar los pisos llenos de restos de la naturaleza.

Aseguró que tienen la orden superior de que cuando encuentren tirada alguna identifica­ción, la hagan llegar sus jefes para que sean ellos quienes las devuelvan, y así lo ha hecho varias ocasiones con credencial­es del INE o de planteles educativos. Muy enfático dice “no sabe uno cuánto puede estar necesitand­o la gente ese documento, por eso yo lo entrego rápido para que no tengan que batallar, o al menos no por mi culpa”.

El hombre de alrededor de unos 45 años, sonriente dice que está muy agradecido porque en ese empleo tiene derecho a servicio médico y las veces que se ha enfermado lo han atendido muy bien, incluidas las medicinas gratis.

Ha pasado tantas experienci­as en ese lugar, pero una que recuerda con mucho agradecimi­ento y fe hacia Dios fue una ocasión en la que no traía dinero y faltaban dos días para cobrar su salario.

Era diciembre y había mucha gente en el centro, entonces andaba barriendo muy concentrad­o y pidiéndole a Dios le ayudara. En eso, de entre la basura algo le llamá la atención y al acercarse y revisar, se dio cuenta de que era un billete de 50 pesos.

“Le pregunte a todos los de los puestos y la gente de alrededor si era de alguien, y todos dijeron que no. Entonces como no salió dueño, me los quedé. Ese fue un día muy feliz porque me fui con ese billete”.

De pronto vino una fuerte ráfaga de viento y el espacio que ya tenía limpio, volvió a quedar lleno de hojas, sonrió, levantó su arma ecológica y se fue con un “ni cómo ganarle al viento”.

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